Las monedas y los billetes mexicanos tienen un uso mucho más interesante que el cotidiano, y también más inesperado. Los pesos que a diario tenemos dentro de nuestros bolsillos, el billete de veinte pesos arrugado en una esquina de la cartera, más allá de sernos útiles para sobrevivir a la semana, para comprar las tortillas, para tomar el camión, son un gancho de oro para los coleccionistas. El pedazo de papel moneda que a diario tenemos entre nuestras manos, con imágenes de personajes históricos y anécdotas brumosas que alguna vez leímos en los libros de historia de la infancia, pueden representar una fortuna incalculable para los fanáticos de la numismática: el arte de coleccionar monedas, billetes y medallas por su valor histórico, por su rareza, o por sus características irrepetibles. No es un pasatiempo cualquiera: una moneda en específico puede ser vendida hasta en 2 millones de pesos. Se trata de una pieza extraña llamada "un peso balanza", hecho de plata pura, y que estuvo en circulación hace casi dos siglos, entre 1870 y 1873, cuando Benito Juárez era presidente de México y la nación apenas se constituía tras el desastre del imperio fallido, de la guerra de Reforma, y de las facciones irreconciliables. Conseguir una moneda como esta, de casi dos siglos de existencia, no es tarea sencilla. Pero sin duda valdría la pena, con tal de encontrar a un fanático de la numismática capaz de pagar por ella una cantidad exorbitada.FS
