Jueves, 28 de Marzo 2024

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La ficción como espejo

La autora francesa Annie Ernaux es la más reciente ganadora del prestigioso Premio Formentor, dedicado a toda su obra literaria

Por: Jorge Pérez

Creadora. La escritora es originaria de Normandía (Francia) y sostiene en sus manos el libro “La mujer helada” (“La femme gelée”, título original). EL INFORMADOR / F. Atilano

Creadora. La escritora es originaria de Normandía (Francia) y sostiene en sus manos el libro “La mujer helada” (“La femme gelée”, título original). EL INFORMADOR / F. Atilano

La escritora francesa Annie Ernaux es la más reciente ganadora del Premio Formentor, galardón otorgado para la totalidad de una obra. En español, sus novelas están publicadas en la editorial española Cabaret Voltaire. Otros receptores del Formentor son el mexicano Carlos Fuentes, Enrique Vila-Matas, Ricardo Piglia, Roberto Calasso, Alberto Manguel y Mircea Cartarescu, en su nueva etapa (el premio tuvo una primera etapa en los 60, cuando lo ganaron Saul Bellow, Witold Gombrowicz, Carlo Emilio Gadda, Uwe Johnson, Borges y Samuel Beckett).

Autora de una veintena de libros de ficción, Ernaux es reconocida por su prosa con tintes autobiográficos, aunque propone una nueva visión a la palabra: sus libros se sirven de la experiencia propia para narrar y reconstruir problemáticas generales yendo de lo particular a lo general. Tras su paso por Guadalajara para una sesión honorífica del premio, Annie platicó sobre cómo recibió la noticia del reconocimiento: “Me sorprendió mucho, es un gran premio internacional. Para mí es una gran satisfacción saber que las cosas que he escrito han sido importantes. También es un poco aplastante, un premio puede ser así. Soy la primera mujer francesa que recibe el premio. No conocía al ganador del año anterior, lo descubrí: el rumano Mircea Cartarescu. Ya lo leí, es un tanto complicado y diferente a mi estilo”.

-El premio es para toda su obra, ¿cómo comenzó a escribir?

-En mis años veinte, fue un poco azaroso. Quise escribir porque conocí una historia sentimental, sexual, que terminó de una manera problemática. Empecé a escribir a partir de allí. Pero fue más tarde cuando pude dedicarme a escribir, escribiendo más sobre mis orígenes sociales.

-¿Qué autores leía en esa época?

-Cuando empecé a escribir leía mucho a la literatura de la “Nouveau roman” francesa, sobre todo. Robbe-Grillet, Michel Butor, también autores anteriores, como Virginia Woolf.

-Por su novela “Los años” fue nominada recientemente para el Premio Booker, en su más reciente categoría para resaltar las traducciones.

-Sí, ciertamente: si mis libros son bien representados en el mundo es gracias a las traducciones. Al español, al inglés en Inglaterra (por Alison L. Strayer, que ha sido premiada como traductora). Los libros que escribimos no existirían para muchas personas sin las traducciones.

-En español su obra está dentro de una editorial independiente, un sector donde se privilegia más las traducciones y la literatura que no encajaría en otras editoriales de mayor tamaño.

-Mi editor en español es extraordinario, han lanzado muchos de mis libros, y continuaremos. Mi traductora (Lydia Vázquez Jiménez) es notable, como el trabajo de las pequeñas editoriales, más que el de las grandes. Las traducciones son la manera de conectarse con el mundo.

-Su obra está escrita de una forma autobiográfica, pero usted ha dicho que al término “autobiografía” le falta algo.

-Así es, mis libros son más autosociobiográficos que autobiográficos, en la medida en que todo lo social es importante. Igualmente la historia: no es solamente la autobiografía tradicional donde se relata la vida. Por lo general escojo algunas cosas de mi vida para trabajar, momentos que tienen un sentido no solo en mi vida sino que tienen un significado social, político también. Sería un retroceso hablar de escritos biográficos, “autobiografía” es muy limitado.

-Algunos de sus libros son más íntimos, pienso en “No he salido de mi noche”, donde se evoca la escritura de diario.

-Sí, es un diario sobre la enfermedad de mi madre en sus últimos años. No pensaba publicarlo pero lo hice porque consideré que podría haber allí algo que concierne a la vida y el amor, del mismo modo el recuento que podemos hacer de alguien que sufre una enfermedad.

-Los diarios son importantes como un acto de escritura cotidiana, ¿lo hace así?

-Sin duda, hay libros que en efecto han nacido de mis diarios, pero hay otros que fueron mucho menos así. Están más basados en mi memoria, que nunca es mi memoria misma, sino la memoria del contexto entero. Mis libros están desprovistos de una dimensión solamente egocéntrica.

-¿Cómo encontró esa voz para narrar?

-Con mucho trabajo, escribiendo. No hay otra opción. Busqué cuál era mi lugar en el mundo, mi espacio social. Estuve segura de una idea de escritura: la escritura no debe ser la escritura de una clase social, sino una escritura que se acerque a los hechos, a las cosas. Así fue.

-En la industria editorial se utiliza mucho el término “autoficción”, palabra que se ha utilizado para definir su obra.

-Yo no utilizo esa palabra: creo que los libros que encajan en la autoficción son novelas donde el autor se da el derecho de modificar los hechos y no investigar. Regularmente no investigan en la realidad, creo que es eso. Pero en mis libros hay otros medios en los que cuento la realidad. El problema son las etiquetas: es un hecho que cuando escribimos no nos preocupamos por eso, a mí no me preocupan esas definiciones. No me importa definir lo que hago, solo lo hago. Deseo escapar de esos géneros, novela, novela autobiográfica, etcétera.

Tapatío

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