Martes, 23 de Abril 2024

FIL 2022: Irene Vallejo, comprometida con la lectura

La escritora protagoniza la jornada de apertura de la FIL, donde recalca el valor de la palabra y el libro

Por: El Informador

Irene Vallejo protagonizó la apertura del Salón Literario de la FIL. EL INFORMADOR/A. Camacho

Irene Vallejo protagonizó la apertura del Salón Literario de la FIL. EL INFORMADOR/A. Camacho

La escritora española Irene Vallejo, destacada por su obra “El infinito en un junco”, recibió en el arranque de la edición 36 de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara a una prensa ávida de conocer sus impresiones en lo que es su primera visita a nuestro país, donde abrió el Salón Literario al lado del escritor argentino Alberto Manguel y también obtuvo un importante premio.

Y es que la ensayista y filóloga recibió, de parte de la Academia Mexicana de la Lengua (AML), el IX Premio Internacional de Ensayo Pedro Henríquez Ureña, lo que la llena “de satisfacción” no sólo por su profesión, sino por llevar el nombre de “un gran humanista que, junto con Alfonso Reyes, se dedicó a defender casi una fe en el humanismo” y, por otra parte, significa “un reconocimiento del ensayo, prolongando el trabajo de esa estirpe especialmente fértil en nuestra lengua”.

También le agradó recibir el galardón en “un país como México”, tanto por sus referentes literarios como por “la generosidad de los escritores que lo apoyaron (el premio), como Juan Villoro, Jorge Volpi o Rosa Beltrán”.

Expansión del conocimiento

Irene se refirió -como indicó en su libro- a la manera en que “la mitología antigua se está reivindicando desde muchas voces, en especial de mujeres (como la de la poeta Anne Carson), que releemos en busca de los relatos que nos construyen, que arman nuestra mirada sobre la realidad” pero, además de crear en nosotros “una postura más cercana en torno a los clásicos”, también se hace “desde una mirada más crítica”.

Asimismo, se revisan por igual “las instituciones que crearon” los antiguos, “como reflejo de las contradicciones de su sociedad, y las herramientas para pensar la escritura y lo que llamo la democratización del acceso al conocimiento”, un aspecto en el que actualmente “queda mucho por hacer”.

De ahí que a Vallejo le agrade la idea de “vincular” la figura de la Biblioteca de Alejandría con “la semilla de internet”, por su intención de “almacenar el conocimiento y facilitar su acceso”; claro que, en su momento, aquella “ambiciosa” biblioteca “expandió las geografías del pensamiento y hoy día es un modelo de inspiración para gran parte de esa empresa que sigue viva en lugares como esta feria”.

De ese tema pasó a la oralidad, que también aborda en “El infinito en un junco”, sobre todo en su “periodo de transición hacia la primera cultura escrita y que tiene que ver con la memoria”, pues las civilizaciones “desarrollaron sistemas para salvar el recuerdo”, motivo por el que sostiene que “la escritura es nuestra mayor victoria sobre el olvido y la destrucción”.

Finalmente, al referirse a la forma elegida para escribir su libro, Vallejo señaló que su propósito era “que fuera ágil” y así transmitir lo que buscaba “de forma placentera”, de modo que fue “un ensayo fronterizo”, con el que quiso “experimentar, por medio del uso de varios registros” para relatar “esa historia colectiva de la que todos los lectores pueden sentirse parte, porque la lectura no es un acto aislado sino uno comprometido con el mundo. En ese sentido, este libro superó mis fantasías más osadas”.

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