Ideas

Y siguen siendo lobos

Decía mi maestro de Economía Política, Alejandro Álvarez, allá por los años setenta en la Facultad de Economía de la UNAM, que la clase política es como una manada de lobos.

Lobos porque entre ellos constantemente se están gruñendo, intentan de mordisquearse e incluso en ocasiones se lanzan ferozmente contra ellos mismos.

Es difícil sobrevivir en una manada de lobos.

Pero cuando alguien externo intenta atacar a la manada y la pone en peligro entonces como uno solo se unen y se lanzan contra el enemigo hasta hacerlo pedazos.

Y así era.

Pero así sigue siendo.

No hay evolución.

Lo acabamos de vivir en Jalisco: los que nunca se ponen de acuerdo lo hicieron.

Morados, naranjas, verdes, rojos, amarillos y azules vieron amenazados sus intereses económicos y como uno se pusieron de acuerdo para defender sus dineros.

Sin chistar todos los partidos de carácter nacional, los dominantes, votaron a favor de echar atrás la famosa Ley Kumamoto, “Sin Voto no Hay Dinero”, que cuando fue aprobada en el 2017 significó una reducción de más menos el 60 por ciento de los ingresos de esos partidos porque los recursos se repartirían en función de los votos obtenidos.

Era un buen ahorro.

Hoy, cinco años después de que el joven diputado Pedro Kumamoto consiguió que se aprobara esa ley e incluso fuera avalada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, los diputados de Jalisco con mínimas excepciones se pusieron de acuerdo para echarla para atrás.

Estaban defiendo sus dineros.

El próximo año los recursos asignados a los partidos se van a ir a más del doble al pasar de 168 millones a 394 de un plumazo.

No hubo gobernante o político importante que levantara la voz.

Todos calladitos viendo cómo regresan esos millones de pesos a sus arcas.

Ya durante la pandemia por COVID-19 hubo decepción hacia la clase política porque fue totalmente ausente mientras la población la pasaba muy mal de contagios a hospitales, falta de oxígeno y numerosas muertes, ahora vuelven a decepcionar al anteponer los intereses monetarios de los partidos a las necesidades de la población.

Sobra decir a cuántas cosas realmente importantes se hubiera podido destinar ese dinero.

Y nadie dijo nada.

El joven Kumamoto que hubiera podido defender su ley, simplemente por ser como su hija, vive perdido en los mares de la burocracia al fallarle su apuesta de primero querer senador y después presidente municipal de Zapopan.

Como lobos se alinearon para defender sus dineros. Y se salieron con la suya.

Estuvieron de acuerdo durante unas horas, apenas las suficientes.

Y ya volvieron a la vida cotidiana de la manada de roces y agresiones.

Nada ha cambiado desde los setenta, al parecer está en su ADN.

Y nadie dijo nada.

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