Ovidio, la pesadilla de la 4T
El hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán, cofundador del cártel de Sinaloa, junto con Ismael “El Mayo” Zambada (cuyos hijos hoy se odian y tienen incendiado Culiacán), Ovidio Guzmán López, se convirtió nuevamente en una piedra en el zapato para la 4T, luego de declararse culpable el viernes ante la justicia estadounidense, y desatar un sainete verbal entre su abogado Jeffrey Lichtman y la Presidenta Claudia Sheinbaum.
Fue también en el mes 10 del pasado sexenio de Andrés Manuel López Obrador, cuando Ovidio le provocó al entonces Presidente su primera gran crisis política con aquel episodio negro que pasó a la historia como “El Culiacanazo”, ocurrido el 17 de octubre de 2019, cuando los sicarios del cártel de Sinaloa doblaron al Ejército y al Estado mexicano, y provocaron que desde Palacio Nacional, el tabasqueño ordenara a los soldados soltar al joven mafioso que acababan de atrapar, para evitar una masacre.
Desde esa fecha y hasta el fin de su Gobierno, el fantasma de Ovidio pareció seguir a López Obrador, pese a su reaprehensión 39 meses después, en enero de 2023, cuatro días antes de la llegada de Joe Biden, entonces Presidente de Estados Unidos, a México para una visita de Estado.
A menos de seis meses de “El Culiacanazo”, por ejemplo, AMLO hizo una gira a Badiraguato, Sinaloa, la tierra natal de “El Chapo”, donde se encontró a la abuela de Ovidio, a la que saludó de mano luego de bajarse de la camioneta presidencial, lo que revivió nuevamente las críticas de sus detractores de su presunta cercanía con esa organización criminal.
Pero sin duda la peor repercusión que pudo haber venido por el caso Ovidio para la 4T, tenga o no que ver directamente el hijo de “El Chapo”, fue lo ocurrido el 25 de julio del 2024, a poco más de dos meses de que terminara el sexenio de López Obrador, y ya Sheinbaum, como Presidenta electa, cuando su hermano Joaquín le puso una trampa al “Mayo” y lo citó en una residencia campestre de Culiacán, supuestamente para arreglar los conflictos entre el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, y el exrector de la Universidad de ese Estado, Gabino Cué, a quien mataron en el lugar, para luego someter a Zambada, subirlo a un avión y llevarlo a un pequeño aeropuerto de Nuevo México, para entregarse a la justicia de los Estados Unidos.
López Obrador culpó al Gobierno de Estados Unidos de haber provocado la violencia en Sinaloa, señalando implícitamente, porque nunca lo dijo claramente, estar detrás de ese rapto. Aunque siempre le pidió información al Gobierno estadounidense de este caso, ésta nunca llegó. Sheinbaum también la ha pedido infructuosamente.
Ahora, son los graves señalamientos del abogado de Ovidio sobre los presuntos nexos de la Presidenta con grupos delincuenciales, los que vuelven a revivir la pesadilla de quien ya acordó decir todo lo que sabe al Gobierno de los Estados Unidos.