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Gerontocidio y gerontocracia

Aldoux Huxley, en su utopía “Un Mundo Feliz”, describe a una sociedad que durante 60 años goza de una vida plena de satisfacciones físicas y mentales, no padece enfermedades y lo mejor de todo, no paga impuestos, sin embargo, al cumplir 60 años de vida debe acudir a la funeraria para escoger entre varias alternativas la que mejor le plazca para entregar su cuerpo que será transformado en galletas de proteína rojas; alimento que, junto con las galletas verdes obtenidas de algas marinas, sirven de  único alimento.

El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, renovó el gabinete y dejó a los más jóvenes con el argumento de que la edad promedio de la población había aumentado considerablemente, el promedio de vida había crecido exponencialmente y,  los ancianos mayores de 60 años eran una carga para el Gobierno por las pensiones por jubilación.

Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), manifestó su preocupación por los quebrantos en la salud de las personas de la tercera edad que, afortunadamente, el COVID-19 se estaba encargando de ese problema.

Esas opiniones tendenciosas son una agresión que puede considerarse como delito tipificado como gerontocidio, que se define como la muerte causada a un adulto mayor. En las residencias de la tercera edad españolas se cuentan por decenas los ancianos fallecidos a causa del COVID-19. El Gobierno español ordenó que en los hospitales se diera preferencia a personas con edad menor de los 60 años, lo cual se considera como un gerontocidio.

La crisis del coronavirus nos ha hecho recapacitar en cosas que en tiempos normales nos parecen impensables. Se habla de los grupos de riesgo y se dictan medidas discriminatorias de acceso a lugares públicos. En medios de comunicación, redes on line y chats de WhatsApp se observa con frecuencia la frase de “sólo estarán sobreviviendo los mejores”.

En la literatura y la documentación histórica se encontrarán los dos extremos; los pueblos que tenían como costumbre sacudirse a viejos y enfermos y los que reservaban los puestos gobernantes a las personas de mayor edad por su sabiduría, como en el Senado Romano, palabra que viene del latín “senectus”, de senex, anciano.

El Senado Romano era un consejo de ancianos destinado a servir de asesoramiento a los magistrados. Las recomendaciones del Senado tenían lugar en recintos sagrados y privados y estaban presididos por el senador de mayor edad.

Etimológicamente la palabra gerontocracia viene del griego “gerón”, viejo y “kratos” fuerza, es la fuerza del Gobierno de los ancianos, “Gobierno donde mandan los ancianos”.

El aprovechamiento de la experiencia y sabiduría de los ancianos es una gran ventaja en un sistema de Gobierno democrático en donde sirve de freno al Poder Ejecutivo. En nuestro medio habría que agregar a la edad mínima de 60 años para ser senador, la calidad profesional, la experiencia técnica y la honorabilidad. Habría que tomar en cuenta también las discapacidades para definir cuándo se debe suspender temporalmente por causa de enfermedad y en qué casos será definitiva; porque el tiempo cobra su cuota y la edad es un factor que contribuye a pagarla. La edad de los candidatos a la presidencia de los Estados Unidos va de 74, Trump, a 77 años, Biden. “Un pueblo que no cuida a los abuelos y no los trata bien, no tiene futuro”. -Papa Francisco.

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