Ideas

Federalismo o pragmatismo

La muerte de la partidocracia tradicional y las contradicciones del proyecto de la llamada Cuarta Transformación del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, abren un campo insospechado de oportunidades políticas. La derrota de los partidos tradicionales deja abierto el campo para presentarse como la “verdadera” oposición al proyecto de Morena.

Este fue el mensaje que pretende enviar el gobernador electo, Enrique Alfaro Ramírez, en su pronunciamiento del jueves pasado. En compañía de liderazgos de su partido, del PAN, del PRI, de la Universidad de Guadalajara, empresarios, organismos civiles y del viejo charrismo sindical jalisciense, este conglomerado se presenta como defensor de la soberanía de Jalisco ante el intento de López Obrador de “vulnerar el orden constitucional”.

Pero tras su discurso mediático, el pronunciamiento se revela como mera reyerta palaciega en el nuevo reacomodo de fuerzas políticas. Ante la apabullante presencia de López Obrador como figura política nacional y la de Morena imponiéndose como aplanadora sobre las otras fuerzas políticas, ante la muerte del PRD y el pasmo del PRI, Movimiento Ciudadano y Acción Nacional se disputan el papel de oposición principal al proyecto de la Cuarta Transformación.

Y en ese camino pragmático, que tiene sus miras en las siguientes elecciones, no en el cambio de fondo de este país, buscan cualquier decisión controvertida de López Obrador para cuestionarle y tratar de afirmarse como referentes opositores.

De manera atinada, Alfaro encontró en la figura de los delegados federales (los súper delegados, según la oposición) una oportunidad para proyectarse. El gobernador electo de Jalisco trató de construir un debate y confrontación política entre el centralismo-imposición de AMLO frente al federalismo-liberalismo que él encabeza. ¿Realmente ese es el debate que define a México y que interesa a toda la sociedad?

En su discurso, Alfaro pretende presentarse como una fuerza política distinta a la que encabeza López Obrador, pero en el fondo los proyectos de nación de Morena y MC no son tan distintos.

Más allá de las estridencias del falso debate nacional centralismo-federalismo, ¿qué proyecto político y económico distingue a AMLO y MC? Al final de cuentas todos los partidos y sus dirigentes siguen los marcos que les impone la democracia liberal y la economía de mercado definida por el Consenso de Washington.

Con tino, Gustavo Esteva definió el proyecto de López Obrador como un “neoliberalismo de izquierda”, es decir, el discurso populista pero sin cuestionar los puntos centrales del modelo neoliberal.

Aunque con este pronunciamiento Alfaro logre cierto éxito mediático, y convoque a ciertos liderazgos que antes respaldaban la “estabilidad” priista y creyeron la alternancia panista, la bandera del “federalismo” poco o no nada le dice a la mayoría de la sociedad jalisciense que todavía padece la resaca de 30 años de capitalismo en neoliberal.

El discurso de Alfaro pretende ser una afirmación federalista ante supuestos embates centralistas del nuevo Gobierno, pero leído entre líneas termina siendo un viejo intento de afirmación de poder de las élites regionales y la oportunidad para proyectarse como una figura política opositora ante la crisis de la partidocracia tradicional. La muerte de la partidocracia tradicional y las contradicciones del proyecto de la llamada Cuarta Transformación del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, abren un campo insospechado de oportunidades políticas. La derrota de los partidos tradicionales deja abierto el campo para presentarse como la “verdadera” oposición al proyecto de Morena.

Este fue el mensaje que pretende enviar el gobernador electo, Enrique Alfaro Ramírez, en su pronunciamiento del jueves pasado. En compañía de liderazgos de su partido, del PAN, del PRI, de la Universidad de Guadalajara, empresarios, organismos civiles y del viejo charrismo sindical jalisciense, este conglomerado se presenta como defensor de la soberanía de Jalisco ante el intento de López Obrador de “vulnerar el orden constitucional”.

Pero tras su discurso mediático, el pronunciamiento se revela como mera reyerta palaciega en el nuevo reacomodo de fuerzas políticas. Ante la apabullante presencia de López Obrador como figura política nacional y la de Morena imponiéndose como aplanadora sobre las otras fuerzas políticas, ante la muerte del PRD y el pasmo del PRI, Movimiento Ciudadano y Acción Nacional se disputan el papel de oposición principal al proyecto de la Cuarta Transformación.

Y en ese camino pragmático, que tiene sus miras en las siguientes elecciones, no en el cambio de fondo de este país, buscan cualquier decisión controvertida de López Obrador para cuestionarle y tratar de afirmarse como referentes opositores.

De manera atinada, Alfaro encontró en la figura de los delegados federales (los súper delegados, según la oposición) una oportunidad para proyectarse. El gobernador electo de Jalisco trató de construir un debate y confrontación política entre el centralismo-imposición de AMLO frente al federalismo-liberalismo que él encabeza. ¿Realmente ese es el debate que define a México y que interesa a toda la sociedad?

En su discurso, Alfaro pretende presentarse como una fuerza política distinta a la que encabeza López Obrador, pero en el fondo los proyectos de nación de Morena y MC no son tan distintos.

Más allá de las estridencias del falso debate nacional centralismo-federalismo, ¿qué proyecto político y económico distingue a AMLO y MC? Al final de cuentas todos los partidos y sus dirigentes siguen los marcos que les impone la democracia liberal y la economía de mercado definida por el Consenso de Washington.

Con tino, Gustavo Esteva definió el proyecto de López Obrador como un “neoliberalismo de izquierda”, es decir, el discurso populista pero sin cuestionar los puntos centrales del modelo neoliberal.

Aunque con este pronunciamiento Alfaro logre cierto éxito mediático, y convoque a ciertos liderazgos que antes respaldaban la “estabilidad” priista y creyeron la alternancia panista, la bandera del “federalismo” poco o no nada le dice a la mayoría de la sociedad jalisciense que todavía padece la resaca de 30 años de capitalismo en neoliberal.

El discurso de Alfaro pretende ser una afirmación federalista ante supuestos embates centralistas del nuevo Gobierno, pero leído entre líneas termina siendo un viejo intento de afirmación de poder de las élites regionales y la oportunidad para proyectarse como una figura política opositora ante la crisis de la partidocracia tradicional. 

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