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Entre “abrazos, no balazos” el país se desangra

Ayer, en el momento que desde el púlpito de Palacio Nacional el presidente López Obrador hablaba de la violencia que se vive en el país y lo que algunos grupos de ciudadanos hacen para defenderse decía, “no deben existir las guardias blancas, las autodefensas, porque la responsabilidad de la seguridad corresponde al Estado...no soy partidario que la gente se arme para enfrentar a la delincuencia. Que mejor confíen en la autoridad...que ya no es la autoridad de antes”, en Zacatecas un enfrentamiento entre carteles -aparentemente de Nueva Generación de Jalisco y de Sinaloa- dejaba un saldo de por lo menos 18 muertos. Y solo una semana antes -para no irnos muy lejos- recordemos las masacres en Reynosa, Guanajuato, Michoacán y en el mismo Zacatecas en donde los decesos se cuentan ya por docenas.

Y sobre más violencia, ayer mismo se ponía en marcha un operativo especial en la carretera que conecta Monterrey, Nuevo León, con Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde en las últimas semanas se han reportado desapariciones forzadas y una serie de asaltos.

La violencia está desatada, y a dos años y medio del gobierno que ofreció acabar con el problema de la violencia ofreciendo “abrazos, no balazos” y retirar de las calles el ejército, estamos completamemte al revés. Los asesinatos violentos llegan a un promedio de 100 por día y los militares son los que tienen prácticamente el 100 por ciento del control de la seguridad.

Los resultados ofrecidos nunca han llegado, por el contrario estamos enmedio de una barbarie, con un salvajismo nunca antes visto, con atrocidades inimaginables cometidas con bestialidad, brutalidad e irracionalidad que desafortunadamente ya son parte de nuestra vida cotidiana.

Las víctimas ya no son sólo integrantes entre carteles o grupos delictivos, porque entre los que ya son parte de una estadística hay gente inocente. Además, la violencia ha llegado a otros nichos, a otros ámbitos de nuestra vida, como fue el caso de las pasadas elecciones, donde tomaron parte activa asesinado a políticos y candidatos, amedrentando a ciertos sectores de la población para favorecer el voto a otros contendientes y de esa manera tener palancas de poder para continuar operando sin interferencias.

El problema radica desde Palacio Nacional, donde no se reconoce la gravedad del problema y se toma una posición determinante para encontrar una solución. Por el contrario,  solo hay agradecimiento a la delincuencia por “portarse bien” (?) durante las elecciones  y una serie de disparatadas ocurrencias -”abrazos, no balazos” - mientras que el país se desangra y la sociedad se consume. ¿Usted, qué opina?

daniel.rodriguez@dbhub.net
 

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