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El legado de Anas

Anas Jamal Al-Sharif tenía 28 años. Nació en 1996 en el campamento de refugiados de Jabalia, al norte de la Franja de Gaza. Era padre de Sham, de 4 años, y Salah, un niño de un año. Su esposa se llama Umm Salah y ahora los hijos son huérfanos y la esposa es viuda. Un ataque deliberado de Israel mató a Anas Al-Sharif, junto a otros cinco periodistas, el pasado domingo. Sus nombres son: Mohammed Qreiqeh, reportero; los camarógrafos Ibrahim Zaher, Mohammed Noufal y Moamen Aliwa; y el conductor del equipo, Mohammed Noufal. Todos trabajaban para la cadena de televisión catarí Al Jazeera, pero Anas Al-Sharif era su cara más conocida.

Según el ejército de Israel, Anas era miembro de Hamas, organización política palestina que el gobierno israelí califica de terrorista. Pero esta acusación nunca fue probada. Lo que sí queda probado (basta ver la cuenta de Twitter de Anas) es que era un periodista dedicado a informar lo que pasa en Gaza: la destrucción de todo, el exterminio en curso, la hambruna que asfixia a la población y el genocidio impuesto por el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu, reconocido incluso por algunos políticos, expertos en seguridad, exmilitares, escritores e historiadores que valiente y dignamente han alzado la voz desde dentro de Israel.

Anas Al-Sharif sabía que vivía en riesgo. En Gaza ser periodista equivale a cargar un tiro al blanco en la espalda. Según el Comité para la Protección de los Periodistas, son 186 comunicadores asesinados por Israel desde que inició la represalia desproporcionada a los ataques de Hamas del 7 de octubre de 2023. Pero, de acuerdo con el Ministerio de Salud de Gaza, los periodistas asesinados ascienden a 238.

Más allá de las cifras, está documentado que la actual incursión militar de Israel en Gaza es el conflicto bélico que más periodistas ha dejado asesinados, más incluso que en las dos guerras mundiales del siglo XX u otros grandes conflictos como las guerras de Corea o Vietnam.

Anas Al-Sharif sabía que cada día vivía en riesgo, por lo que desde el pasado 6 de abril dejó un mensaje póstumo, su legado, y pidió a allegados que lo publicaran si llegaba a caer en el conflicto. Así ocurrió el pasado domingo, cuando el ejército israelí bombardeó la tienda de campaña donde Anas Al-Sharif y otros cinco compañeros residían, frente al hospital Al Shifa en la ciudad de Gaza. Su mensaje póstumo fue subido a su cuenta de Twitter poco después. Ahí escribió:

“Esta es mi voluntad y mi mensaje final. Si estas palabras llegan a ti, debes saber que Israel ha logrado matarme y silenciar mi voz. Primero, que la paz sea contigo y que Alá te bendiga. Alá sabe que di todo mi esfuerzo y todas mis fuerzas para ser un apoyo y una voz para mi pueblo, desde que abrí los ojos a la vida en los callejones y calles del campo de refugiados de Jabalia. Mi esperanza era que Alá prolongara mi vida para poder regresar con mi familia y seres queridos a nuestra ciudad natal, la ocupada Al-Majdal. Pero la voluntad de Alá fue primero, y su decreto es inapelable. He vivido el dolor en todos sus detalles, he experimentado el sufrimiento y la pérdida muchas veces, pero nunca dudé en transmitir la verdad tal como es, sin distorsión ni falsificación, para que Alá dé testimonio contra quienes guardaron silencio, quienes aceptaron nuestra muerte, quienes nos ahogaron la respiración y cuyos corazones permanecieron impasibles ante los restos dispersos de nuestros niños y mujeres, sin hacer nada para detener la masacre que nuestro pueblo ha sufrido durante más de un año y medio”. Luego se despide amorosamente de sus dos hijos y esposa.

El asesinato de Anas, de los otros cinco del domingo, y de los 232 periodistas asesinados anteriormente ha despertado una condena mundial de grandes proporciones. La Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha calificado este asesinato de una “grave violación del derecho internacional humanitario” y recordó que Israel impide a la prensa extranjera entrar a Gaza. Por su parte, Reporteros sin Fronteras, tras condenar los asesinatos, pidió poner fin urgentemente a “la estrategia de bloqueo informativo de Israel, destinada a ocultar los crímenes cometidos por su ejército durante más de 21 meses en el enclave palestino sitiado y hambriento”.

En su mensaje, Anas creía que su asesinato silenciaría su voz, pero justo ha ocurrido lo contrario: su mensaje se ha multiplicado y su legado quedará para denunciar los crímenes que se están cometiendo ahora mismo contra la población civil en Gaza.

rubenmartinmartin@gmail.com

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