Ideas

El derecho a decidir

En los momentos de crispación social es la Suprema Corte quien termina siendo el gran legislador. Esto sucede no solo en México sino en todas las democracias. En aquellos temas que tienen una carga ideológica importante, y por lo mismo un impacto electoral, los poderes sujetos al voto popular, el Ejecutivo y el Legislativo, prefieren no correr riesgos. Por eso son los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que no están sujetos a los tiempos políticos y tienen un nombramiento por un tiempo definido, quienes terminan resolviendo esos asuntos complejos que los políticos no quieren tocar. De su trabajo hablan sus sentencias, no sus declaraciones.

Al igual que sucedió con la despenalización del uso lúdico de la mariguana, lo que revisó la Corte esta semana es si penalizar a las mujeres por la interrupción voluntaria de un embarazo en los primeros meses de gestación es o no Constitucional. Dicho de otra manera, si dicha prohibición contradice los derechos fundamentales de las personas, en este caso particular de las mujeres. 

El gran avance está en el reconocimiento de que penalizar el aborto o limitar los casos en que éste pueda llevarse a cabo atenta contra los derechos de las mujeres...

El gran avance de esta sentencia está en el reconocimiento de que penalizar el aborto o limitar los casos en que éste pueda llevarse a cabo atenta contra los derechos de las mujeres y estigmatiza el ejercicio libre de su sexualidad. Reconocer a la mujer como el sujeto pleno de los derechos y de su sexualidad pareciera una obviedad, pero no lo es. El discurso y en la práctica, no solo de ProVida o los grupos conservadores, sino en políticos de izquierda y grupos progres, sigue existiendo una clarísima diferenciación en los derechos y las obligaciones del hombre y la mujer, desde las cosas más básicas del trabajo del hogar hasta la sexualidad. Todos, principalmente los hombres, tenemos que reeducarnos.

Lo mejor de la sentencia de la Corte es que no es solo sobre el derecho a la libre interrupción del embarazo, sino que es consecuencia de algo mucho más profundo: el reconocimiento de las mujeres como sujetas plenas de derecho a decidir respecto a su cuerpo, su vida, sus relaciones. No se despenaliza el aborto, se descriminaliza a las mujeres. 

Falta mucho tiempo y muchas batallas para que esta decisión se convierta en derecho con plena vigencia en la vida cotidiana, para que el machismo subyacente en nuestra cultura sea erradicado en las familias, las escuelas y los centros de trabajo. Pasarán años, habrá resistencias, manifestaciones de un lado y otro, pero el paso dado esta semana es enorme.

diego.petersen@informador.com.mx

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