Ideas

Las paradojas de la Guacamaya

La Guacamaya no para de hablar. Cada día sale más y más información, desarticulada, fuera de contexto, sin análisis, lo que genera una sensación de enorme inestabilidad. ¿En quién confiamos? Podemos hacer muchísimas interpretaciones sobre los efectos de los “Guacamaya Leaks”, pero hay al menos dos paradojas que llaman la atención.

La primera es que uno de los efectos de una difusión masiva de información como la que estamos presenciando es que genera desinformación. Esto es, lejos de darnos una idea precisa de lo que está sucediendo en nuestro país, la gran cantidad de revelaciones lo que muestra es un caos informativo. La misma importancia tiene en los medios y redes un correo en el que se comunica un posible vínculo con el crimen organizado que la compra de unos lentes de 40 mil pesos. Por supuesto que el abuso en los gastos del secretario de la Defensa son noticia, como lo es que la señora que no es primera dama, pero actúa como esposa de Zeus (el apodo se lo pusieron los verdes), use una embarcación de la Marina Armada de México para ir a dar la vuelta, o exija que le manden un cuadro de Zaragoza que estaba en resguardo de la XV Zona Militar porque tienen ganas de verlo. Estos detalles retratan al poder y nos recuerdan que los buenos políticos no son los que cacarean su bondad sino los que están acotados y vigilados por la sociedad; sin embargo, distraen la mirada sobre lo esencial, que es la relación simbiótica entre el Estado y el crimen organizado. 

La segunda paradoja es que por el Ejército nos enteramos que el Ejército no es de fiar. Mucha de la información jaqueada proviene de inteligencia militar y ellos mismos señalan la colusión de otros miembros de las Fuerzas Armadas con el huachicol o la venta de armas a grupos de la delincuencia organizada. ¿De verdad vamos a poner la seguridad en manos de la Sedena a pesar de lo que hemos visto? Después de ver lo que ha cantado la Guacamaya, ¿habrá algún diputado o senador convencido de que la solución a la inseguridad es ponernos en manos del Ejército?

Lo peor que nos puede pasar, y es un escenario bastante factible, es que las filtraciones producto del hackeo de la Guacamaya terminen inmunizándonos contra los escándalos, que aceptemos como una realidad el hecho de que nuestro sistema político está invadido por el crimen organizado, que la Guardia Nacional es corrupta pero que es lo que hay, que todos mienten pero que, como dijo aquel célebre alcalde tapatío, “todos mentimos, y qué”.

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