Ideas

Alfaro y la lucha contra la corrupción

El gobernador electo de Jalisco, Enrique Alfaro Ramírez, sostuvo un encuentro singular con el fiscal Anticorrupción de Jalisco, Gerardo de la Cruz. Además del saludo y el intercambio de ideas, garantizó su respeto absoluto a la autonomía del fiscal y remató con una frase que puede resultar atractiva a primera vista: “Va en serio la lucha contra la corrupción”.

Durante las larguísimas campañas electorales que concluyeron poco antes del 1 de julio de 2018, la bandera anticorrupción fue una de las más aplaudidas. Es indispensable reconocer, sin embargo, que aunque el tema fue protagónico en los discursos del propio Alfaro Ramírez, igual que en los de Andrés Manuel López Obrador y numerosos candidatos más, no se conocieron en realidad propuestas concretas para acotar y frenar el problema.

El combate a la corrupción, ya pasado por el tamiz de un análisis más estricto y documentado, involucra la impunidad, el clientelismo, las relaciones cupulares y varios fenómenos adicionales que se presentan tanto en el ámbito de la vida pública como en su relación con los recursos económicos y capacidad de influencia de la esfera privada.

Ahora bien, los que hace unas semanas eran candidatos y hoy son ganadores no inventaron esta lucha. La demanda es tan añeja como fallidos los intentos. Hemos sido testigos de campañas anticorrupción acuñadas por empresarios y por organizaciones civiles. El problema es que las prácticas corruptas son resistentes, hasta ahora, a todos los esfuerzos.

Aparentemente, quedan dos últimos caminos: educar a las futuras generaciones (solución de largo plazo e impredecible resultado) y castigar.

Justo para eso se creó, en medio de dudas, controversias y no pocos detractores, la figura del fiscal especial Anticorrupción, que después de un accidentado proceso que involucró incluso al hermano de un diputado en funciones (Augusto Valencia López) recayó en la persona del abogado y académico Gerardo de la Cruz.

Vale aclarar: el breve contexto anterior refiere exclusivamente a Jalisco. En el nivel federal las dinámicas de interés encabezadas por diputados y senadores del Partido Revolucionario Institucional (PRI) impidieron incluso el nombramiento de un fiscal similar para el Gobierno federal. Pero como dirían los clásicos, “esa es otra historia”.

El punto es que ya contamos con el adalid de la batalla contra la corrupción… sólo que de facto es un Quijote contra los molinos de la realidad. Basta un dato: cuenta con tres agentes del Ministerio Público para atender, hasta este momento, 913 carpetas de investigación. Recientemente, apenas se hacían gestiones para que los colaboradores del fiscal tuvieran automóviles para trasladarse y hacer indagatorias.

Aquí cobra fuerza otra frase de Enrique Alfaro después de saludar a Gerardo de la Cruz. Le refrendó “todo su respaldo”, para que tenga “todo lo necesario para cumplir con su función”. En otros términos, Alfaro velará porque el fiscal Anticorrupción cuente con presupuesto, con recursos humanos y estructurales.
Depende pues, del próximo gobernador, que la lucha anticorrupción sea real y no de ornato, ya que los diputados que crearon la figura no se ocuparon de dotarla de herramientas.

¿No se repiten los viejos esquemas? ¿Es la forma ideal de financiar lo que tanto se ha reclamado? El tiempo lo dirá.

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