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Aire de Mundial

Hace 48 años, Guadalajara vivía la emoción de albergar su primer Mundial de futbol.

La Perla Tapatía recibió en 1970 a los combinados de Brasil, Rumania, Checoslovaquia e Inglaterra.

Los ingleses llegaban como campeones vigentes, pero Brasil acaparó casi inmediatamente el afecto de los aficionados tapatíos.

También es cierto que la comitiva inglesa no hizo mucho por darse a querer. El entrenador Alf Ramsey fue protagonista de algunos desplantes con la prensa tapatía, y según reportaba EL INFORMADOR Bobby Moore, capitán del equipo, afirmaba que había estado más a gusto en la cárcel en Colombia que en la calurosa Guadalajara.

Es que, en efecto, en su camino a México, Moore tuvo oportunidad de conocer el sistema penitenciario colombiano. En Bogotá, el jugador del West Ham fue acusado injustamente de haber robado un brazalete y fue retenido por casi una semana antes de poder reunirse con sus compañeros.

La Selección de Rumania también se granjeó la desconfianza de la prensa y el público local, tal vez a causa de su exceso de recelo. En una ocasión el entrenador de los rumanos hizo que sus jugadores entrenaran con los números cambiados por temor de ser espiado.

Los brasileños, por su parte, demostraban ser tan hábiles para las relaciones públicas como para el futbol. Antes de llegar a Guadalajara la “Seleção” estuvo en Guanajuato, y Pelé dejó ahí como recuerdo uno de sus zapatos para que se convirtiera en parte de un monumento.

Guadalajara vibraba. El Estadio Jalisco fue ampliado y frente al coloso de la Calzada Independencia se inauguró la escultura “Monumento al Futbol”. Los “colombófilos”de la ciudad eran convocados para cooperar con sus palomas, que serían soltadas antes de cada partido. Periodistas y aficionados de todo el mundo se dieron cita en la ciudad, conviviendo con la afición local.

A pocos días del inicio de la justa mundialista los aficionados del Guadalajara recibieron una mala noticia: Alberto Onofre quedó fuera de la Selección mexicana luego de sufrir una fractura de tibia y peroné en la pierna izquierda.

La tristeza duró poco. Se respiraba aire de Mundial, esa mezcla de tensión, emoción y alegría anticipada que los seguidores del futbol viven cada cuatro años.

Brasil estableció su base en las “Suites Caribe”, donde vivieron con desenfado, pero con disciplina la víspera del inicio del torneo. Los jugadores formaron un periódico mural, el masajista del equipo tocaba una campana cuando a los periodistas les quedaban sólo 15 minutos para entrevistar a los futbolistas, y Pelé tocaba la guitarra y componía canciones.

Un día antes del inicio del Mundial el equipo brasileño improvisó una fiesta colectiva con aficionados, jugadores y cuerpo técnico. A alguien se le ocurrió preguntar a los seleccionados cómo se habían preparado para la justa. “Así, batucando”, respondieron. Así, “batucando”, iniciaron el torneo, y así se coronaron campeones.

Hoy, mientras se acerca la Copa del Mundo de Rusia, Guadalajara vuelve a respirar ese aire festivo y sueña con convertirse en 2026 en una de las pocas ciudades en el mundo que pueden llamarse tres veces mundialistas.

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