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AMLO en Jalisco

Muy mal sabor de boca me deja la visita del Presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, a Jalisco. Está de gira, recorre la República para agradecer a sus votantes en mítines en los que refrenda su vocación, sus dudas o sus proyectos.

Se trata de saludar a muchos mexicanos de mano, tomarse fotos y conectar con su gente. Es una buena estrategia, le sale muy bien y no tiene nada de malo. Lo que es inquietante es su actuación institucional.

Ahí deja mucho qué desear. No sabemos qué acuerda. No aborda -públicamente, quiero decir- la dinámica política en cada estado, el papel de Morena en los congresos, compromisos presupuestales que trasciendan sus promesas o el rol de los coordinadores estatales.

Ayer, el Presidente electo usó la misma fórmula: una visita hecha para videítos, para fotos y para selfies. Un grupo de jaliscienses pidiendo justicia termina por tener un apretón de manos. Ni un solo compromiso, pero eso sí, mucho amor.

El abrazo a los dos políticos jaliscienses más importantes de hoy, fue tan amoroso que luce condescendiente. La imagen es amorosa, y su papel, el de pater familias

El gobernador electo y el gobernador constitucional, Enrique Alfaro y Aristóteles Sandoval, quedaron como figuras decorativas para la única declaración que dio López Obrador en Palacio. Desprecia a la prensa estatal y sólo permite que salga su filmación, la de su equipo. ¿Y sobre qué fue? Sobre la relación con Jalisco, sobre el presupuesto, sobre el cambio de época partidista en el Gobierno estatal, sobre el narcotráfico o el Ejército? No. Amoroso, mientras sobaba el hombro de Alfaro, el Presidente electo hablaba enternecido del mural de Orozco, de la escultura que recordaba a Miramón, de Benito Juárez (“bendito sea”, dijo), y del lugar (oficial) de Jalisco en la historia.

El abrazo a los dos políticos jaliscienses más importantes de hoy, fue tan amoroso que luce condescendiente. La imagen es amorosa, y su papel, el de pater familias. El que viene a conciliar, el que lleva a su próximo coordinador estatal, Carlos Lomelí, para que le vayan abriendo cancha.

En resumen: confirmamos que López Obrador es un gran promotor de su figura y es un político muy hábil. Pasó por Jalisco a dejar claro qué sigue y a recolocar a su alfil, sin necesidad de dejar información sustantiva, sin que nadie se entere de los acuerdos, con un enorme desprecio a la prensa local y recreándose con promesas de acciones gubernamentales cuando nadie le puede rebatir, porque sobre eso sólo habla cuando ya lo cobija en un acto amoroso su gente.

Eso inquieta.

Lo macabro:

La historia sobre el tráiler con cadáveres desnuda la irresponsabilidad gubernamental. Ahí sí. El gobierno no es el que comete los crímenes, pero sí es el que no sólo no sabe qué hacer ante su aumento, sino que agrava los problemas.

Una buena:

A veces nos ayudan, a veces ayudamos. Esta semana regresan 536 expertos mexicanos que fueron a combatir fuegos forestales a Canadá. Muchos de ellos son de Jalisco.

El pendiente:

Está por resolverse el juicio sobre tierras en Mezcala, un problema que lleva más de 19 años.

(ivabelle@gmail.com / @ivabelle_a)
 

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