Ideas

* Jolgorio

La coronación de los Charros de Jalisco, por primera vez en su historia, en la Liga Mexicana del Pacífico, sacó de su letargo a los fantasmas del jolgorio tapatío… Desde los tiempos del Guadalajara “Campeonísimo” hasta la fecha, las ocasiones para entonar, a todo gaznate, el “¡Ay, Jalisco, no te rajes…!”, han sido un tanto esporádicas, aunque no han faltado representantes de la plaza, sobresalientes, incluso, a nivel internacional, en otros deportes; el “Canelo” Álvarez -heredero de las glorias de José Becerra y el “Alacrán” Torres, entre otros- sería, hoy, el ejemplo más notorio.

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Se dirá que la hegemonía de Jalisco en la Olimpiada Nacional, confirma que la Entidad sigue siendo cuna de campeones. La coronación de los “Charros”, por lo demás, ha dado pie a la conclusión de que en Jalisco están dadas las condiciones para que, además del futbol,  florezcan otros deportes. Ya dirán las estadísticas si el entusiasmo de los aficionados ha sido una constante de las últimas campañas… o sólo una calentura efímera, alimentada por el protagonismo adquirido a últimas fechas por los flamantes campeones. (La historia demuestra que entre los más entusiastas pasajeros de última hora en el carro de los triunfadores, sobresalen los advenedizos, oportunistas y mitoteros).

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Sin soslayar los beneficios económicos derivados de que la plaza tenga representantes exitosos en diversos deportes, hay algo más importante: los beneficios sociales que deja la práctica del deporte: de cualquier deporte.

En los tiempos en que Guadalajara se preciaba de ser “la capital futbolística de México”, abundaban las canchas, las ligas, los equipos, y, por ende, los futbolistas llaneros. O al revés: porque había legiones de aficionados prácticos, había canchas, ligas y equipos al por mayor.

A medida que la ciudad creció, las antiguas canchas fueron sacrificadas, reconvertidas en caseríos. Lo más lamentable, empero, fue que si los jóvenes de antaño dedicaban sus tiempos libres al futbol, los actuales, sin espacios suficientes y adecuados para orientar sus ocios al deporte, optaron por otros pasatiempos… no siempre tan sanos como aquél.

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Convendría, pues, que, además de treparse también -como sucederá, fatalmente…- al carro de los campeones, las autoridades civiles aprovecharan el envión social que significa la coronación de los “Charros”, para generar un entorno propicio para que el beisbol no se limite a ser un espectáculo, sino sea una opción real para la salud física y mental de los jóvenes.

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