- “El Felizómetro”
Ya se había inventado “el risámetro”; ahora está en proceso “el felizómetro”…
(“El Risámetro”, para los que son “de Chabelo p’acá”, era un programa radiofónico de concurso: el público enviaba chistes -por correo: ¡eran otros tiempos…!-, algunos humoristas los recreaban a su estilo, un aparato -“el risámetro”, precisamente- medía la intensidad de las risas y aplausos del público en el estudio, y en función de esa intensidad se enviaba al remitente del chascarrillo una recompensa en metálico).
“El Felizómetro”, actualmente en el laboratorio, medirá -como un termómetro, presumiblemente- el nivel de “felicidad y bienestar” de los ciudadanos, al efecto de determinar, mediante parámetros menos burdos, vulgares y groseros que los convencionales -los ingresos de las personas, por ejemplo-, la calidad de vida de los habitantes de un país.
-II-
La propuesta surgió (“para variar…”) en “La Mañanera” del lunes. Sería -textualmente- “nuestro modelo alternativo (…); a diferencia de lo que se hacía antes, de que imponían hasta el plan de desarrollo que se tenía que aplicar en México, ahora ya no; ahora es propio; es un modelo surgido de nuestra experiencia, de las necesidades de nuestro pueblo, de nuestros recursos y de la potencialidad que tiene México, que es mucha, para fortalecer su economía”.
El bienestar -o su sinónimo, la comodidad- admite parámetros universales, objetivos, mensurables; de ordinario está asociado a la salud, primordialmente, y a los recursos económicos disponibles; a menos riqueza, a más carencias, menos bienestar. La felicidad está asociada a infinidad de factores; el bienestar, uno de ellos; basta, empero, un duelo, una pena, una decepción, un quebranto para empañarla.
-III-
Hay datos duros. Por ejemplo, la información del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en el sentido de que solo en el mes de abril, a causa de la pandemia del coronavirus, se perdieron 555 mil 247 empleos: algo que incidirá, necesariamente, en el bienestar y la felicidad de dos millones y medio de personas: los desempleados… y sus dependientes económicos. Y hay pronósticos inquietantes: el de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) en el sentido de que en México, como secuela de la susodicha pandemia, casi siete millones y medio de personas pasarán al nivel de pobreza, y que ésta, que afecta al 41.9% de la población actual, este mismo año alcanzará al 48.9%: ¡casi la mitad!
(Por cierto: aún no se informa si “el felizómetro”, en su momento, se aplicará en la boca, en la axila… o dónde).