Suplementos

Que hable el mudo

“Ábrete a la escucha. Ábrete a la comprensión profunda de las personas y de sus dificultades”

El gran don de la palabra que hemos recibido, no debe ser sólo para gesticular sonidos, debe ser por excelencia nuestra manera de expresar lo que somos, y de alguna manera develar lo que podemos y queremos alcanzar, el don de la palabra es comenzar a dialogar con esa parte de eternidad que todos poseemos.

El texto de la creación que nos narra el libro del Génesis en donde se nos presenta la creación obra de Dios procedente de su voluntad y su poder a través de su palabra, lleva en el texto sagrado una frase tan expresiva al final de cada uno de los días en los que se ha expresado la creación de todo cuanto existe diciendo: “Y vio Dios que era bueno”.

El pasaje evangélico de san Marcos, texto de este domingo, concluye la perícopa con una frase que hace una clara alusión a la creación cuando nos manifiesta el asombro de la multitud ante las obras de Jesús diciendo: “¡Qué bien lo hace todo!”. La presencia de Jesús es esta nueva creación, por lo mismo es conveniente darle la palabra a los protagonistas, ¡Qué hable el mudo!

Le llevaron al sordo y mudo

Le llevaron a Jesús a un hombre que por su limitación auditiva no había oído hablar de Jesús, pero que por la providencia y gracia de sus acompañantes, no sólo le escucha sino que se encuentra con él, un encuentro propiciado y efectivo, le llevaron a un hombre sordo y mudo y le suplicaron que le impusiera las manos, el sordo no sabe quien es él, pero los que le acompañan lo saben perfectamente, por eso le sirven de interlocutores.

La distancia entre la sordera y mudez del hombre y la presencia de Jesús se ve superada con el gesto altamente metodológico de Jesús que realiza para curarle: dedos en las orejas, saliva en la lengua, uso de una fórmula misteriosa, se pone en movimiento toda la acción de Dios.

Este es el diálogo que era necesario para dar a conocer al sordo y mudo que estaba con el Señor de la creación, el pasaje del Génesis en la creación poéticamente nos presenta al Dios creador que forma al hombre del barro de la tierra, y con su palabra unifica la Trinidad con aquel “hagamos”, aquí el sordo y mudo, es llevado al momento de la creación con los dedos puestos en sus oídos y la lengua que ha sido tocada, y la voz que clama: “Effetá” “¡Ábrete!”.

Ante la acción creadora de Jesús que sana al enfermo, la multitud concluye como en la obra semanal de la creación primera: “¡Qué bien lo hace todo!”.

Se le soltó la traba de la lengua

El recién curado se ha encontrado con un milagro más grande aún, que el poder oír y hablar, ya que lo primero que oye es la voz de Dios y lo primero que habla es la alabanza a Dios, en acción de gracias por lo recibido.

Nuestra capacidad de escucha a la que probablemente nos hemos habituado tanto, nos puede hacer perder nuestra capacidad selectiva, no basta poder oír, es necesario saber escuchar, y atender. Y en cierta manera, darnos también la capacidad de elegir en medio de esta sinfonía de sonidos y voces, que es lo que por ningún motivo hemos de dejar de escuchar.

De esta escucha atenta, y en cierta medida selectiva, se generara la calidad de nuestra voz, que se suelte toda traba, fruto de nuestros miedos o indiferencia, que se suelte nuestra falta de arrojo para defender nuestra fe, que se libere nuestra lengua y proclame la grandeza de la creación de la cual somos parte y obra magnifica del tacto creador de Dios.

Como canta el dicho popular, no hay peor sordera que la del que no quiere oír, ni peor mudez del que teme hablar. Por eso hoy con el sordo y mudo que le presentan a Jesús también vayamos nosotros necesitados de ser tocados en nuestra lengua ya no por la braza ardiente que impulsó al profeta Isaías a proclamar su palabra, o la lengua tocada por Jesús de aquel impedido físicamente para pronunciar palabra, vayamos presurosos a dejarnos tocar por el Cuerpo que nos alimenta, en la Eucaristía que no sólo nos toca, sino que nos nutre.

Hoy somos muchos sordos a la Palabra de Dios y con ella a la de nuestros hermanos, así como mudos y tartamudos a proclamar su Palabra y junto con ello denunciar las injusticias en las que se encuentran miles de personas, que en medio de la miseria también les hemos robado la voz, su derecho a ser escuchados, expulsados de la tribuna del ámbito social. Es tiempo que se abran nuestros oídos a la Voz y las voces que claman, y que se suelte la lengua y proclame sin cesar, es tiempo que comencemos a escuchar y hablar, los que creemos oírlo y decirlo todo, es el tiempo de que hable el mudo.

Temas

Sigue navegando