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¿Por qué a unos sí, y a otros no?
La respuesta de Jesús fue siempre enseñarles todo el peso de la Ley, ya que ante la Ley de Dios ninguno puede justificarse
¿Será posible que Dios trate de manera diferente a las personas? ¿Habrá gente a la que Dios trate mejor? ¿Será cierto eso de que Dios tiene sus “consentidos?”. La lectura del evangelio del día de hoy nos ayudará a saber si esto es cierto.
Jesús fue interrogado por muchas personas, y con todo tipo de preguntas; unas fueron hechas de buena voluntad y otras eran perversamente astutas, con el fin de hacerlo tropezar. San Lucas nos cuenta que en una ocasión un doctor de la Ley se acercó para ponerlo a prueba, y por eso le preguntó lo que tenía que hacer para heredar la Vida Eterna.
La pregunta parecía sincera e inocente, pero encubría el deseo de iniciar una polémica sobre los mandamientos de Dios y su interpretación. La respuesta de Jesús fue teológicamente correcta, ya que se refirió a la Ley, pero esto molestó al interrogador, ya que esperaba alguna falla de Jesús; por eso insistió, ahora con el tema de discutir quién era el prójimoa quien se debería amar.
Lo que me llama la atención es que en otras ocasiones, cuando la persona se acercaba a Jesús para conocer la Vida Eterna, Jesús no le mencionaba la Ley, sino que le perdonaba sus pecados. ¿Por qué a unos sí, y a otros no? ¿Por qué a unos les mencionaba las demandas de la Ley, y a otros les ofrecía la gracia y la misericordia?
La clave está en la actitud del que se acercaba a Jesús: para el orgulloso, Jesús siempre le respondía con la Ley, y para el humilde, Jesús le respondía siempre con la gracia. Los orgullosos eran aquellos que se sentían seguros de que Dios los iba a aceptar, por la simple razón de que eran un poco mejor que la mayoría de las personas, y en sju soberbia suponían que Dios estaba casi en deuda con ellos.
Por eso la respuesta de Jesús para ellos siempre fue enseñarles todo el peso de la Ley, ya que ante la Ley de Dios ninguno puede justificarse. Por ejemplo, el que no roba, miente, o el que no mata, adultera, y así sucede con todos; por eso la Bibli dice que no hay justo, ni uno solo. La Ley no excusa a nadie, ya que nadie puede llenar todos los requerimientos de Dios para ser perfecto.
Debido a ello Dios envió a su Hijo, para que fuera Él quien viviera una vida una vida perfecta y agradable a Dios, y de esa manera se convirtiera en el único hombre capaz de haber vivido una vida santa, y por ello fuera un digno sustituto para morir por los pecados de la humanidad. Esta salvación está a nuestro alcance, pero sólo puede recibirse a través de tener un corazón humilde delante de Dios.
La gente que llegó humilde ante Jesús nunca fue rechazada. Muchos de ellos se sentían tremendamente culpables por sus pecados; otros estaban llenos de enfermedades o de demonios, y otros tenían graves problemas con sus semejantes; por eso, en su necesidad alcanzaron misericordia, ya que no esperaban nada, pero recibieron gracia en vez de los requisitos de la Ley.
Las cosas no han cambiado el día de hoy. Hay personas que se acercan a Dios (incluso llegan a un templo), asumiendo interiormente que todo lo han hecho bien, y creyendo que Dios les está esperando para admirarles o agradecerles la visita. Lamentablemente para ellos, van a salir igual o peor de como llegaron. Por otra parte, hay quienes se saben deudores ante Dios, y no se atreven a levantar su mirada hacia Él, pero de todos modos se acercan y son quienes reciben perdón y misericordia de parte de Dios. La diferencia está en la actitud.
En caso de que usted decida visitar el día de hoy la casa de Dios, ¿ya decidió cuál va a ser su actitud? Recuerde que eso seguramente hará la diferencia.
Ángel Flores Rivero
iglefamiliar(arroba)hotmail.com
Jesús fue interrogado por muchas personas, y con todo tipo de preguntas; unas fueron hechas de buena voluntad y otras eran perversamente astutas, con el fin de hacerlo tropezar. San Lucas nos cuenta que en una ocasión un doctor de la Ley se acercó para ponerlo a prueba, y por eso le preguntó lo que tenía que hacer para heredar la Vida Eterna.
La pregunta parecía sincera e inocente, pero encubría el deseo de iniciar una polémica sobre los mandamientos de Dios y su interpretación. La respuesta de Jesús fue teológicamente correcta, ya que se refirió a la Ley, pero esto molestó al interrogador, ya que esperaba alguna falla de Jesús; por eso insistió, ahora con el tema de discutir quién era el prójimoa quien se debería amar.
Lo que me llama la atención es que en otras ocasiones, cuando la persona se acercaba a Jesús para conocer la Vida Eterna, Jesús no le mencionaba la Ley, sino que le perdonaba sus pecados. ¿Por qué a unos sí, y a otros no? ¿Por qué a unos les mencionaba las demandas de la Ley, y a otros les ofrecía la gracia y la misericordia?
La clave está en la actitud del que se acercaba a Jesús: para el orgulloso, Jesús siempre le respondía con la Ley, y para el humilde, Jesús le respondía siempre con la gracia. Los orgullosos eran aquellos que se sentían seguros de que Dios los iba a aceptar, por la simple razón de que eran un poco mejor que la mayoría de las personas, y en sju soberbia suponían que Dios estaba casi en deuda con ellos.
Por eso la respuesta de Jesús para ellos siempre fue enseñarles todo el peso de la Ley, ya que ante la Ley de Dios ninguno puede justificarse. Por ejemplo, el que no roba, miente, o el que no mata, adultera, y así sucede con todos; por eso la Bibli dice que no hay justo, ni uno solo. La Ley no excusa a nadie, ya que nadie puede llenar todos los requerimientos de Dios para ser perfecto.
Debido a ello Dios envió a su Hijo, para que fuera Él quien viviera una vida una vida perfecta y agradable a Dios, y de esa manera se convirtiera en el único hombre capaz de haber vivido una vida santa, y por ello fuera un digno sustituto para morir por los pecados de la humanidad. Esta salvación está a nuestro alcance, pero sólo puede recibirse a través de tener un corazón humilde delante de Dios.
La gente que llegó humilde ante Jesús nunca fue rechazada. Muchos de ellos se sentían tremendamente culpables por sus pecados; otros estaban llenos de enfermedades o de demonios, y otros tenían graves problemas con sus semejantes; por eso, en su necesidad alcanzaron misericordia, ya que no esperaban nada, pero recibieron gracia en vez de los requisitos de la Ley.
Las cosas no han cambiado el día de hoy. Hay personas que se acercan a Dios (incluso llegan a un templo), asumiendo interiormente que todo lo han hecho bien, y creyendo que Dios les está esperando para admirarles o agradecerles la visita. Lamentablemente para ellos, van a salir igual o peor de como llegaron. Por otra parte, hay quienes se saben deudores ante Dios, y no se atreven a levantar su mirada hacia Él, pero de todos modos se acercan y son quienes reciben perdón y misericordia de parte de Dios. La diferencia está en la actitud.
En caso de que usted decida visitar el día de hoy la casa de Dios, ¿ya decidió cuál va a ser su actitud? Recuerde que eso seguramente hará la diferencia.
Ángel Flores Rivero
iglefamiliar(arroba)hotmail.com