Suplementos
Museo Cabo San Lucas
La escuela primaria Naciones Unidas fue transformada en un espléndido museo que abrió sus puertas el 9 de octubre de 2006
GUADALAJARA, JALISCO (13/ABR/2013).- El corazón de Cabo San Lucas late cultura, pues la escuela primaria Naciones Unidas fue transformada en un espléndido museo, que abrió sus puertas el 9 de octubre de 2006. Después de haber gozado de la bahía Santa María, regresamos a nuestra posada, ubicada en San José del Cabo, para alistarnos a ir al Museo Cabo San Lucas, población que tuvo tres asentamientos: el primero, antes de 1823, fue conocido como “La Cuadra”, rancho de Cipriano Ceseña, quien regenteaba un abarrote que avituallaba a locales y a navegantes, se localizaba por el arroyo del Salto Seco. Desde 1898, los huracanes fueron perjudicando las fincas paulatinamente y para 1918 se optó por cambiarse lejos de los médanos, pero las moradas sucumbieron por un fuerte torrencial, que culminó con una considerable inundación el 14 de septiembre de 1939. El tercer y último asentamiento fue en terreno alto y retirado de los médanos. No cabe duda que todo es un proceso, de aprendizaje y de tiempo, pilares de pronósticos muy probables.
Al llegar al poblado fuimos a la plaza Amelia Wilkes, inaugurada en 1987, gran profesora que fue recordada por sus 43 años de buena enseñanza primaria. La plaza se pavonea de tener en su parte alta al Museo Cabo San Lucas, la osamenta de un cetáceo nos dio la bienvenida, luego de mirar aquella estructura subimos gustosos seis peldaños para ingresar al fabuloso museo a través de una puerta arqueada, conformado por seis salas, iniciando con la Sala de Cosmología, con imágenes y escritos, uno de ellos respecto al tránsito de Venus por el disco solar, observado desde San José del Cabo (1769), por el astrónomo francés Chape D´Ateroche. Luego de apreciar el eclipse solar de 1991, pasamos a la Sala de Geología, donde un documento nos reveló que: “La tierra está en constante actividad. Nada es permanente sobre su superficie… la comprensión de los procesos geológicos nos permiten entender cómo han transformado las fuerzas naturales el medio físico. Así podemos explicar los orígenes y la distribución geográfica de las masas continentales y cuencas oceánicas que conocemos; y en particular el origen de la Península de Baja California”. Cómo las placas tectónicas fueron conformando la hermosa península hace unos 12 millones de años. Después entramos a la Sala de Paleontología, donde fuimos cautivados por la quijada de un equino (Equus Idahoensis) antepasado de la cebra. La sala aledaña fue dedicada a la arqueología, que ostenta de los vestigios óseos de una mujer pericú, los naturales pericúes habitaron la punta de la península, de Marinó a Tenecamú. Admiramos una mujer pericú a escala real y una reproducción de un hermoso dibujo, que realizó el inglés George Shelvocke (1721), un pericú en la playa, con un pescado sobre su hombro derecho y un arpón en su mano izquierda, al fondo el Cabo San Lucas. Una investigación de M. Ten Kate (1893) nos ilustró del profundo culto a los muertos.
Enseguida apreciamos la Sala de Biodiversidad, donde miramos pescados disecados animados por una ambientación marina. Un cartel con una ballena jorobada, nos contó: “Durante la época de invierno las ballenas dan a luz una cría, la cual mide cuatro m. y es amamantada cerca de seis meses, edad a la cual ya puede alimentarse por sí sola… principalmente sobre organismos que forman cardúmenes (anchovetas, sardinas y macarelas)”. La última sala fue dedicada a la historia, el espacio fue fragmentado cronológicamente, iniciando con los audaces navegantes, acompañados por algunos instrumentos, luego se abordó la flora y la fauna de la península, posteriormente, las misiones jesuitas, después se recrearon espacios rancheros con utensilios de diversas labores. Más adelante el resurgir de Cabo San Lucas, luego del chubasco de 1939. Otros espacios nos mostraron el progreso tecnológico con herramientas, máquinas y aparatos. Las fotografías nos fueron hablando… una de cierta barcaza empacadora de atún en 1917 y otra de un antiguo faro. Y una esquina nos expresó de lo difícil de la enseñanza en Los Cabos.
Al llegar al poblado fuimos a la plaza Amelia Wilkes, inaugurada en 1987, gran profesora que fue recordada por sus 43 años de buena enseñanza primaria. La plaza se pavonea de tener en su parte alta al Museo Cabo San Lucas, la osamenta de un cetáceo nos dio la bienvenida, luego de mirar aquella estructura subimos gustosos seis peldaños para ingresar al fabuloso museo a través de una puerta arqueada, conformado por seis salas, iniciando con la Sala de Cosmología, con imágenes y escritos, uno de ellos respecto al tránsito de Venus por el disco solar, observado desde San José del Cabo (1769), por el astrónomo francés Chape D´Ateroche. Luego de apreciar el eclipse solar de 1991, pasamos a la Sala de Geología, donde un documento nos reveló que: “La tierra está en constante actividad. Nada es permanente sobre su superficie… la comprensión de los procesos geológicos nos permiten entender cómo han transformado las fuerzas naturales el medio físico. Así podemos explicar los orígenes y la distribución geográfica de las masas continentales y cuencas oceánicas que conocemos; y en particular el origen de la Península de Baja California”. Cómo las placas tectónicas fueron conformando la hermosa península hace unos 12 millones de años. Después entramos a la Sala de Paleontología, donde fuimos cautivados por la quijada de un equino (Equus Idahoensis) antepasado de la cebra. La sala aledaña fue dedicada a la arqueología, que ostenta de los vestigios óseos de una mujer pericú, los naturales pericúes habitaron la punta de la península, de Marinó a Tenecamú. Admiramos una mujer pericú a escala real y una reproducción de un hermoso dibujo, que realizó el inglés George Shelvocke (1721), un pericú en la playa, con un pescado sobre su hombro derecho y un arpón en su mano izquierda, al fondo el Cabo San Lucas. Una investigación de M. Ten Kate (1893) nos ilustró del profundo culto a los muertos.
Enseguida apreciamos la Sala de Biodiversidad, donde miramos pescados disecados animados por una ambientación marina. Un cartel con una ballena jorobada, nos contó: “Durante la época de invierno las ballenas dan a luz una cría, la cual mide cuatro m. y es amamantada cerca de seis meses, edad a la cual ya puede alimentarse por sí sola… principalmente sobre organismos que forman cardúmenes (anchovetas, sardinas y macarelas)”. La última sala fue dedicada a la historia, el espacio fue fragmentado cronológicamente, iniciando con los audaces navegantes, acompañados por algunos instrumentos, luego se abordó la flora y la fauna de la península, posteriormente, las misiones jesuitas, después se recrearon espacios rancheros con utensilios de diversas labores. Más adelante el resurgir de Cabo San Lucas, luego del chubasco de 1939. Otros espacios nos mostraron el progreso tecnológico con herramientas, máquinas y aparatos. Las fotografías nos fueron hablando… una de cierta barcaza empacadora de atún en 1917 y otra de un antiguo faro. Y una esquina nos expresó de lo difícil de la enseñanza en Los Cabos.