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Morelia, un recinto cultural

La capital michoacana resguarda las tradiciones purépechas y coloniales del México antiguo

MORELIA, MICHOACÁN (03/OCT/2010).- Hablar de Morelia, Michoacán, es referirse a una de las ciudades más representativas en cuestión cultural e histórica de México. Sus raíces son la muestra más contundente de una urbe que conserva aún ese toque ancestral. Su arquitectura, tradiciones y contexto en general, dan como resultado un recinto donde el aire, sencillamente se respira diferente.

Su historia inicia con el desarrollo de asentamientos de vestigios humanos en el siglo VII en el valle de Guayangareo que fueron vinculados con la cultura teotihuacana. Años después, los purépechas llegaron y aunque no realizaron asentamientos importantes, sí forman parte de la historia de este municipio. A finales del siglo XIV, los pirineas o matlatzincas se establecieron ahí, con el permiso de los líderes gobernantes purépechas de Tzintzuntzan.

La historia de esta capital, tiene una fuerte afinidad con el periodo de la Independencia de México. Morelia dio a luz a personajes tan importantes de México como José María Morelos y Pavón, Agustín de Iturbide, Josefa Ortiz de Domínguez y José Mariano Michelana. Por ello, se considera una ciudad que fue cuna también de la historia de la Independencia de México, que sigue manteniendo firmes sus raíces, tradiciones y su particular estilo, que fusiona los conceptos de una metrópoli, con lo ancestral de su origen.

Palacio de Gobierno

Esta bella obra arquitectónica es uno de los emblemas más representativos de la ciudad de Morelia. El Palacio de Gobierno de la capital michoacana, fue creado bajo las órdenes del rey Carlos II en el año de 1760, y fue hasta 1770 cuando se inauguró. Originalmente fue utilizado para albergar el Seminario Tridentino, que fue inaugurado en ese mismo año por el obispo de Michoacán Pedro Sánchez de Tagle. En él se impartían clases de griego, latín, francés, castellano, filosofía, derecho y sagradas escrituras. Este emblema histórico de Morelia, fue testigo de la educación de personajes célebres  de la historia de México como José María Morelos y Pavón, Agustín de Iturbide, José Michelana y Melchor Ocampo, entre otros.

En el año de 1810, cuando la lucha de Independencia pasaba por su mayor apogeo, el recinto fue clausurado, y fue hasta el año de 1819 cuando volvió a abrir sus puertas. Años más tarde, en 1859, fue expropiado como cuartel, cuando el general Epitafio Huerta se estableció en la ciudad durante la Guerra de Reforma. Posteriormente, en 1863 se le restituyó al clero, aunque sólo duró cuatro años con ese uso, después las tropas republicanas tomaron Morelia y convirtieron este edificio en la sede definitiva del Poder Ejecutivo del Estado.

Su estructura enmarca un sitio que denota historia. Cuenta con tres fachadas de tendencia barroca. En su interior, se puede apreciar un estilo elegante y serio, basado en la arquitectura de arquería. Alberga tres patios, el principal está confeccionado con siete arcos divididos en sus dos pisos; en la planta alta, aún se conservan las obras pictóricas del artista Alfredo Zalce, que proyectan los momentos más importantes de una parte de la historia de Michoacán, así como de la Revolución Mexicana. La vista que ofrece esta segunda planta del patio principal, es un deleite, pues se pueden apreciar las torres de catedral.

Casa Museo José María Morelos y Pavón

Esta hermosa finca marcada con el número 323 de la calle Morelos, es un espacio que no puede dejar de visitar. La arquitectura barroca que la forja, le otorga a este museo un verdadero goce visual. La residencia fue adquirida por José María Morelos y Pavón en el año de 1801, y su edificación data de 1758. Morelos utilizó esta mansión como su hogar durante varios años y actualmente es un museo.

En su interior, se pueden apreciar pinturas que junto con fotografías, muebles y objetos de época, relatan la vida del insurgente. Dentro de los múltiples objetos, destaca una casaca militar incompleta que le perteneció; estuvo en España por algunos años y en 1910, con motivo del Centenario de la Independencia, fue devuelta a México. Este museo también guarda el archivo del Arzobispado de Michoacán.

El corazón de la ciudad

Así definen los habitantes de la capital michoacana al Acueducto de Morelia, sin lugar a dudas el ícono más representativo de esta urbe. Esta magnífica obra fue construida en 1705, pero décadas más adelante, debido a las malas condiciones de funcionamiento, los habitantes imperaban un acueducto más eficiente, que tuviera la capacidad de abastecer de agua a todos los ciudadanos.

Bajo esta necesidad, el arzobispo Fray Antonio de San Miguel mandó construir uno más grande que -además de abastecer a toda la ciudad del vital líquido- dejara un bello recuerdo en las personas que lo conocieran. Está edificado en cantera rosa traída de Loma de Santa María y su estructura se compone de 253 arcos; durante varios años cumplió con su función de llevar agua a las familias de Morelia, misma que provenía de los manantiales del rincón de San Miguel.

Fue hasta finales del siglo XIX, cuando su servicio fue insuficiente y pasó a ser sólo una bella obra representativa de la ciudad moreliana.

Qué visitar

Los atractivos turísticos que Morelia ofrece son varios. Hay lugares que definitivamente vale la pena no dejar de visitar: Palacio de Gobierno, Casa Museo José María Morelos y Pavón, la Catedral de Nuestra Señora de Guadalupe, Planetario Felipe Rivera, así como el club de golf Tres Marías, son algunos de ellos. En cuanto a diversión y entretenimiento, Morelia cuenta con un sinfín de sitios como: bares, restaurantes y lugares de recreación, así como diferentes actividades de tipo cultural.

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