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Arroyo San Juan Cacoma

El rodar de agua se dejó escuchar, el sendero nos acercó al arroyo que corría entre fresnos y medianas piedras, haciendo preciosos saltitos de tramo en tramo

GUADALAJARA, JALISCO (11/OCT/2015).- En la admirable Sierra Cacoma nacen y manifiestan belleza más de dos centenas de arroyos, entre ellos el encantador Arroyo San Juan Cacoma.

El “Plan que manifiesta los lugares y demás de que se compone y contiene esta feligresía de Autlán 1777” dice: “Antigüedades. En este curato no se perciben vestigios de antigüedades a excepción del pueblo muy antiguo, y ya totalmente destruido, arruinado y despoblado, llamado Cacoma, que estaba fundado sobre unas lomas. Y se viene en conocimiento de haber sido muy a menos… todavía permanecen árboles de durazno, membrillo, y rosa de Castilla. Se percibe en este sitio el lugar de la iglesia, y aún existen los batientes de las puertas, sin otra señal ni vestigio alguno. En este lugar o sitio, se dice por cosa muy válida, y muchos lo tienen por verdadero, que hay un tesoro grande, reservada su riqueza para que dé Dios quiera manifestarla. El origen de esta credulidad, proviene de que dicen, que un niño de seis meses, estando otros hablando de los tesoros y riquezas, él dijo, estando en la Europa, que entre los tesoros el de Cacoma. De aquí han tomado fundamento muchos que se han dedicado a buscarlo con todo afán y exigencia, aún viniendo de lejanas tierras. El tesoro dicen que es de mina de plata, persuadiéndose a ello por estar el referido sitio circundado de algunos mineralitos que se hallan en otras jurisdicciones”.

En 1825, Victoriano Roa refirió: “La mayor parte de los cerros que se hallan en derredor del valle de Autlán tienen muchas vetas de oro, plata y cobre, que no están en corriente porque la escasez de su ley no costea los gastos que exige su labor… Las corrientes que se desprenden de la cañada de Ayutita, riegan los sembrados de caña, dan movimiento a tres tahonas consecutivas que mueven los metales de las haciendas de S. Francisco”. Y en 1890, Cacoma fue registrada como mineral, con las minas: La Palestina y La Purísima, ambas de oro y, el minero era A. Mardueño. Cacoma pudo haber pertenecido a San Francisco por su cercanía, los cerros: Las Joyas de los Zapotes y Las Vigas, los separan.

Del Puerto Cacoma, seguimos por el camino serrano, que fue descendiendo y mostrándonos el encantador Cerro las Vigas, tapizado de coníferas, Al llegar a unos gruesos encinos, animados por orquídeas, observamos en la parte baja de la garganta unos bonitos tejados, diseminados por el Arroyo San Juan Cacoma, que canturreaba felicidad a la garganta y a sus moradores, el pequeño poblado era, Cacoma. Al bajar seguimos gozando de insólitas vistas boscosas, diversos follajes cubrían los mágicos pliegues, no había claros.

El rodar de agua se dejó escuchar, el sendero nos acercó al fabuloso Arroyo San Juan Cacoma, que corría entre fresnos y medianas piedras, haciendo preciosos saltitos de tramo en tramo. Al cruzarlo, nos detuvimos para percibirlo mejor, nos descalzamos y arriscamos los pantalones, caminamos por su lecho una corta distancia y nos sentamos en unas piedras para contemplar su vibrante paraje. El canto de agua era acompañado por la música de los diversos follajes y por el trinar de algunos pájaros. Encantador arroyo.

Seguimos la brecha, que fue siguiendo el curso del Arroyo, serpenteando suavemente la cañada y, a corta distancia estábamos en San Juan Cacoma, hogares a las veras del Arroyo, sombreados por palmas, tabachines y mezquites, sus corredores animados por macetas floridas, un puente peatonal los comunica.

De San Juan, bordeamos el atractivo Cerro la Angostura, de dos mil 200 metros de altura, con pliegues arbolados. En una bifurcación, un letrero indicaba una flecha y abajo: “A TALPA”, señalamiento para los peregrinos, Camino que va a Santa Mónica, el cual seguimos, el otro lleva a Pabelo. Miramos encinos con helechos y unas praderas con arbustos cubiertos por enredaderas, que revelaban el cauce del Arroyo Santa Mónica. Arroyo abajo, fincas con duraznos, peras, rosales, chipiles y colorines.

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