Vida eterna

Los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por unanimidad, acaban de tomar una decisión de trascendental importancia: resolvieron declarar como inconstitucional la cláusula de “vida eterna” para los partidos políticos, conocida así popularmente.

Se trata del quinto párrafo del artículo 96 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, el Cofipe, que establecía que los partidos grandes podían “regalar” votos a los partidos pequeños con los que integraran una coalición, para que alcanzaran 2% mínimo de votación que se exige para que un partido logre o mantenga su registro.

En las elecciones del año 2000, cuando las coaliciones eran escasas y participaron 11 partidos políticos en el proceso, la mayor parte no alcanzó registro, pero en 2003 y en 2006 las coaliciones hasta de cuatro partidos le dieron permanencia a la “chiquillada”, es decir, a Convergencia, Nueva Alianza, Alternativa, Partido del Trabajo e incluso el Verde Ecologista.

La noticia es buena por donde se le vea, aunque por supuesto, no todos coincidan.

Primero: la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el máximo órgano jurisdiccional en nuestro país, sigue siendo una alternativa para dirimir este tipo de controversias, y eso no significa otra cosa que seguridad y certeza para los mexicanos y respeto y defensa de la Constitución; en otras palabras, con acciones como ésta se fortalece el Estado de derecho.

Segundo: con respecto a la resolución en sí, se termina esa relación perversa entre partidos grandes y chicos, definida por dirigentes de los pequeños y por el mismo presidente de la Corte, Genaro Góngora Pimentel, como una especie de contrato “lesivo y leonino” para los que tienen menos votos.

Tercero: en contraste, significa que los partidos pequeños prácticamente desaparecerán de la mano de las coaliciones, porque aunque se utilicen mutuamente, luego de la resolución de la Corte no será atractivo buscar alianzas; para los partidos que son minoría, coaligarse no significa más garantía de permanencia.

Cuarto: si desaparecerán partidos pequeños y será cada vez más difícil lograr el registro provisional, ya no se diga obtener mínimo 2% de la votación para confirmarlo, se reducirá de manera importante el gasto público en esa materia.

Y, quinto (sin que sea este recuento exhaustivo): se evitará que se creen partidos políticos como negocios familiares, como ya ha sucedido, con la consecuente sangría al erario público… por nada.

Esta democracia imperfecta que tenemos en México dio un paso trascendente con esta resolución y es, dentro de todo, una buena noticia. Los partidos políticos, grandes y pequeños, ya no son inmortales, y quizá esto pueda servir (sexto) para que reflexionen y modifiquen su modus operandi.

LAURA CASTGRO GOLARTE / Periodista.
Correo electrónico: lauracastro05@gmail.com

Temas

Sigue navegando