Aunque algunos no le dan el beneficio de la duda y aseguran que pactó con grupos extremistas como Pro-Vida o confesionales como la Iglesia Católica, Plascencia tiene una oportunidad de demostrar si puede construir una presidencia propia y sin compromisos inconfesables o maximatos políticos.
Porque el próximo ombudsman nunca fue el favorito y su elección fue más producto de los jaloneos y desacuerdos entre fracciones del Senado, que de un consenso que considerara al suyo como el mejor perfil para la comisión.
Plascencia apareció siempre como candidato de “la continuidad” y ningún grupo político estaba por eso. El PRI y el PRD pactaron cerrarle el paso a Raúl Plascencia, que si bien tenía la simpatía de los sectores más de derecha en el blanquiazul, tampoco era la primera opción del PAN y del Gobierno que hubieran preferido a Javier Moctezuma.
Manlio Fabio Beltrones buscó impulsar a Mauricio Farah —con quien trabajó su hija y luego su yerno—, pero sabedor de que los priistas no tendrían los votos para sacarlo —tres cuartas partes de 120 senadores—, mantuvo a Farah como carta visible pero impulsó en la negociación final a Luis Raúl González Pérez.
El senador Fernando Castro Trenti habló con Carlos Navarrete para pedirle que PRI y PRD unieran votos y apoyaran a González Pérez, en la lógica de que ellos no sacarían a Emilio Álvarez Icaza, que estaba “vetado” por la mayoría de panistas, ni el PRI podría impulsar sólo al abogado de la UNAM. El pacto se hizo y priistas y perredistas buscarían cerrarle el paso a Plascencia y con él a los grupos de ultraderecha, para impulsar, decían, a un “candidato de centro”.
La mañana del 5 de noviembre, horas antes de la votación en el pleno, Castro Trenti buscó a Navarrete por instrucciones de Manlio para “amarrar” el acuerdo por González Pérez. “Nos vamos con Emilio”, respondió a las 8 am Navarrete. Cuando el priista preguntó por qué rompían el acuerdo, Navarrete dijo: “Pablo (Gómez) dice que no podemos darles el cargo a los barones de la UNAM”.
Así, las cosas se acomodaron a favor de Plascencia; al ver que no podrían sacar a su candidato los priistas se dividieron. Los menos decidieron votar por Álvarez Icaza y la mayoría optó por alinearse hacia la derecha. Cuando se le preguntó a un senador del PRI por qué en todo caso no se cargaron hacia Álvarez Icaza, respondió: “Nunca iba a ganar sin los votos que el PAN no le daría y apoyarlo era desperdiciar el voto y abrirle el paso a Plascencia”. Eso hizo al final la bancada perredista.