Proceso desaseado

El proceso electoral del 5 de julio próximo se enfila para ser considerado como el más desaseado de los últimos tiempos.
Cuando faltan menos de 45 días para los comicios, se puede adelantar que las denuncias, acusaciones, filtraciones, videos y demás implementos de la guerra sucia desatada entre partidos y candidatos lo comprueba.

Eso sin que se descarten los sucesos que con gran frecuencia se presentan el día de los comicios con los llamados ratones locos, robo de urnas, alteración de padrón, sustracción de actas y sumas sin cuadrar.

Reducir el tiempo de campañas y proscribir la guerra sucia dentro de la reforma electoral no parecen haber tenido el efecto esperado, ni mucho menos que sea el Instituto Federal Electoral (IFE) el que distribuya los tiempos en radio y televisión.

Acortar las campañas no evitó el aturdimiento que sufre la ciudadanía con los cientos de miles de anuncios de los partidos y de sus candidatos, que lanzan promesas que jamás serán cumplidas y que ofertan al por mayor.

Prometer no empobrece, dar es lo que aniquila, reza el viejo adagio que partidos y candidatos hacen suyo, para intentar convencer del respaldo a un electorado escéptico que se rehúsa acudir a las urnas.

Sin embargo, con todo y lo divertido que resulta para la ciudadanía ver a los políticos en situaciones comprometidas, ser satirizados o simplemente burlados, con los distintos exhortos y promesas que lanzan partidos y candidatos, o hasta con lo dispendioso de las campañas que van acompañadas de regalos como despensas, materiales de construcción, camisetas, camisas, cuadernos, lápices y otros utensilios, las encuestas adelantan que la concurrencia a las urnas será por debajo de 50%, una cifra modesta comparativamente con el costo del proceso electoral.

Y con todo y las constantes descalificaciones, diatribas y sátiras que se lanzan y se han lanzado en contra de los adversarios, resultados varios dan cuenta que la guerra sucia no siempre provoca la reversión del voto, o que los acusados o exhibidos sean los perdedores.
Tres casos concretos ocurridos en comicios locales recientes muestran cómo el electorado no se guía precisamente por ese tipo de denuncias o las hace suyas para definir su voto.

Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca, es uno de los mandatarios estatales más golpeado por sus adversarios. Las denuncias, sin pruebas la mayor parte de ellas, han sido obuses usados una y otra vez en su contra, sin que arrojen los resultados esperados.

El desalojo de maestros, la golpiza a adversarios durante su campaña electoral, los excesos de algunos de sus colaboradores, son algunas de las denuncias que cotidianamente se usan en contra del mandatario oaxaqueño.

Ulises ganó su elección por un puñado de votos sobre su adversario Gabino Cué, promovido por una gran alianza. Tres años después sorprendió en la elección estatal, al ganar los principales ayuntamientos y dominar con mayoría abrumadora el Congreso del Estado.

Igual sucedió con el gobernador de Puebla, Mario Marín, de quien se comentan atrocidades y fue absorbido por la vorágine del caso Lydia Cacho y la verborrea del empresario textilero Kamel Nacif.

Hasta antes de ello, Marín era visto como un gobernante mediano, sin grandes pretensiones y que con ese cargo había logrado la meta de su vida.
Marín ganó con amplitud la elección de 2004, pero en 2007 se encontraba en su peor momento, por lo que se advertía una derrota contundente para su partido, lo que no sucedió en las urnas, cuando recuperó los ayuntamientos importantes y ganó la mayoría en el Congreso estatal.

Eugenio Elorduy mantuvo a los bajacalifornianos en un estado de tensión durante su Gobierno, los cárteles de la droga ratificaron su posesión del territorio y su partido (PAN) consiguió consolidarse en el Gobierno por seis años más.

Hasta antes de la elección del 5 de julio de 2009, el proceso electoral de 2006 está considerado como el más cruento en cuanto a guerra sucia se refiere.
En aquel entonces el priista Roberto Madrazo fue objeto de misiles de todo tamaño que finalmente lo debilitaron, ya que se le acusó de no pagar impuestos —lo que se comprobó más tarde que era falso—, de no cumplir con sus promesas y de autoerigirse como candidato presidencial de su partido.
Felipe Calderón fue golpeado con las adjudicaciones de contratos a la empresa de su cuñado Hildebrando Zavala.

Andrés Manuel López Obrador fue exhibido como un peligro para México y por sus nexos con los perredistas que mantuvieron relaciones con el empresario Carlos Ahumada.

*DAVID Monreal es de los políticos que tira la piedra y esconde la mano. Alcalde de Fresnillo y sospechoso de vinculaciones con la delincuencia organizada, al descubrirse droga en una bodega que mantiene en copropiedad con su hermano Cándido, pide que la gobernadora Amalia García solicite licencia para separarse de su cargo y someterse a una investigación por parte de la PGR sobre la fuga de 53 reos de una cárcel zacatecana.

Su hermano Ricardo Monreal se despojó, supuestamente, del fuero para someterse a esa investigación, aunque no se le requiere para nada, ya que los sospechosos son sus hermanos Cándido y el alcalde David que prefiere mantenerse en su cargo público.

*MORELOS estrena procurador en la persona de Pedro Luis Benítez, quien sustituyó a Francisco Coronato Rodríguez, renunciante al cargo desde el pasado 15 de mayo, cuando fue cesado el secretario estatal de Seguridad Pública hoy en arraigo y fueron descubiertos una serie de ilícitos, entre ellos la muerte de 11 jóvenes.

RAMÓN ZURITA SAHAGÚN / Periodista.
Correo electrónico: ramonzurita44@hotmail.com
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