Oreja y rabo en el Capitolio

Por Diego Petersen Farah
diego@informador.com.mx

Los presidentes no acuerdan, sólo firman; los presidentes no reclaman, sólo plantean. Por eso cuesta tanto trabajo dimensionar los resultados de las giras presidenciales, más aún como fue el caso de la gira de Calderón a Washington, cuando lo único que no hubo en la gira fue firmas. No se acordó nada, ni mejores condiciones para los mexicanos que trabajan allá, ni el paso de transportes, ni apoyos militares a la guerra al narco. Nada, sólo aplausos de unos y malas caras de otros, pero en política hay aplausos que valen más que otros y malas caras que se reciben mejor que mil sonrisas.

Calderón logró dos cosas en esta gira a Washington. La primera fue el reconocimiento y respaldo tácito a su lucha frontal contra el narcotráfico. No hay que confundirse, el recibimiento de Estado que le dieron al Presidente es el mismo que le hubieran dado a cualquier presidente de este país. México es unas de las cinco relaciones más importantes para Estados Unidos, y para México, Estados Unidos es la relación más importante. Una visita de Estado que involucra a estos dos países no podía ser de otra manera, pero Calderón logró imponer su discurso y sus temas, entre ellos la guerra al narco, y salió bien librado de ello.

El segundo punto es que empató los cartones con los republicanos. La frontera es un dolor de cabeza por el número de personas que pasan de acá para allá, y por el número de armas que viene de allá. La migración no es sólo un problema de México, por esa frontera pasan todos los centroamericanos, y el tráfico de armas es continental.

De las 700 mil armas anuales que pasan la frontera, la mitad se queda en México y el resto sigue su camino hacia un destino en América Central o del Sur. Más temprano que tarde la solución será correr la puerta hacia América Latina del Bravo al Suchiate. Es decir, que la integración de México hacia América del Norte implique estandarización de políticas migratorias y un acuerdo laboral que despresurice la frontera México-Estados Unidos. Pero, por lo pronto, lo que logró el Presidente de México fue poner el dedo en la yaga en dos temas que son especialmente sensibles para los republicanos: migración y armas, pero dejó contentos a los demócratas y felices a los mexicanos.

La decisión de la reforma laboral y migratoria la terminará tomando la economía estadounidense, a pesar de los políticos de ambos lados de la frontera. La resistencia de los políticos de derecha gringa a la apertura laboral es directamente proporcional a la resistencia de los políticos nacionalistas mexicanos a la integración económica.

Ambas cosas terminarán imponiéndose por razones de pesos. El trafico de armas, por el contrario, aunque es también un tema económico, tiene una alto componente ideológico, lo cual lo vuelve mucho más complejo de atajar.

Calderón habló en inglés, en el Capitolio de Washington, pero su destinatario era la clase política mexicana. Por eso la furia de los republicanos equivale a oreja y rabo.

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