“Neu-ro-lin-... ¿qué?”

ENTRE VERAS Y BROMAS              

¿Eso querían?... ¿Eso trataban de dar a entender cuando pedían, imploraban,  exigían incluso que los candidatos elevaran el nivel de las campañas?... ¿Ya están satisfechos?... Con el nivel cultural y dialéctico que finalmente se alcanzó, ¿se diluyen, por fin, los pavorosos fantasmas del abstencionismo y el voto nulo que amenazaban la “fiesta cívica” —según San Lucas— del próximo 5 de julio?...

—II—

Todas las instancias posibles, desde el Instituto Electoral hasta la Comisión Estatal de Derechos Humanos, han tomado cartas en el asunto. Todas han recibido quejas formales. Todas, oficial u oficiosamente, se han pronunciado a favor de que cesen las “guerras de lodo” entre los candidatos de los dos “principales” (?) partidos políticos...

Por supuesto, la comedida y reiterativa demanda de que la estrategia del golpe bajo y la descalificación artera, de la maledicencia y la calumnia, se sustituyera por una estrategia basada en propuestas concretas, que se trataría de hacer realidad ya en el ejercicio de gobierno, es, en el fondo, inaceptable. De la misma manera que un mago no explica sus trucos, un candidato no puede darse el lujo de poner sobre la mesa nada más que simples generalidades: salud, empleo, seguridad, educación... No puede ir más lejos, so pena de que los demás candidatos le copien sus propuestas.

—III—

En el entendido, pues, de que los candidatos deben comportarse durante las campañas como los jugadores de dominó, que no enseñan sus fichas, o como los de pókar, que no enseñan sus cartas, sorprendió la protesta de los subalternos de un candidato a la Presidencia Municipal de Guadalajara —a quien llamaremos Fulano de Tal— contra sus adversarios políticos, a los que acusa de distribuir mantas con leyendas como “Fulano no es adicto”, “Fulano no es narco”, “Fulano no está vinculado al crimen organizado”. Si dijera lo contrario —“Fulano es narco”—, tal vez se le estaría calumniando o difamando. Si se dice que no es —explican los denunciantes— “en materia de neurolingüística, la palabra ‘no’ desaparece, y la frase significa lo contrario de lo que expresa”.

Por supuesto, cualquiera que, a todo eso, replique con el clásico “No entendí”, estará diciendo, en términos de la tal neurolingüística —que, según eso, vendría a ser la ciencia de decir una cosa para sugerir la opuesta— que, en realidad, sí entendió...

(Más claro, ni el agua).
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