Botón de muestra: el transporte público...
—II—
El tema es ilustrativo. A diferencia de otros, oportunistas, coyunturales, como la seguridad y el empleo, en los que el margen de maniobra de munícipes y diputados —los cargos públicos que se renovarán en estas elecciones intermedias— es muy limitado, el transporte público, una de las necesidades básicas de todas las comunidades, es un servicio que esencialmente debe prestar la autoridad civil... aunque de ordinario se concesione a particulares.
A la vista de la inconformidad generalizada porque la movilidad urbana es un problema que tiende a agudizarse a medida que se acrecienta la perversa inercia del crecimiento desordenado de la ciudad y la insuficiencia de las medidas orientadas a resolverlo, los “suspirantes” al Gobierno municipal juegan alegremente uno de sus ases: “No al Macrobús; sí a la ampliación del Tren Ligero”.
—III—
Al margen de que las bondades del Macrobús, en su primera etapa, pudieran probarse —hasta ahora, salvo prueba en contrario, las opiniones están divididas—, el director del sistema, Diego Monraz, daba cifras: cada kilómetro de Tren Ligero cuesta 600 millones de pesos: con ese dinero se pueden construir 16 kilómetros de Macrobús.
Por supuesto, un candidato no se detiene en esas pequeñeces. Un candidato, en vísperas de las elecciones, cree que debe dar la sensación de tener una varita mágica, capaz de hacer realidad las fantasías que ofrece... No faltarán incautos que, al precio de remate al por estos días y por tiempo limitado hasta el 5 de julio, se cotizan en el mercado (“¡Lléveselas, estamos en promoción, a voto por cabeza...!”) se las compren.
JAIME GARCÍA ELÍAS