Cambio de era: liberalismo social

El triunfo de Barack Obama en la elección que lo llevará a ser el presidente número 44 de los Estados Unidos marca un punto de inflexión en la historia de aquella nación, y por su repercusión, en el mundo entero. Es claro el fin de la época del conservadurismo, con sus banderas de desregulación, imperio del mercado, que se tradujo en políticas que desarrollaron un sofisticado sistema financiero, capaz de generar valor a partir de las transacciones de bonos y papeles de dudoso sustento.

Lo que aún no es claro, es el perfil de lo que viene, tanto en la política interna de nuestros vecinos, como en la reconstrucción del sistema financiero y la necesaria reestructuración del ejes del poder global. Pero ese espacio de incertidumbre ha sido llenado plenamente por la construcción de una gran expectativa de cambio, que ayer fue respaldada por una participación política que no tiene precedentes.

Una aspiración que transformó la forma de hacer política en una nación que se sacude en una crisis económica, abriendo la puerta a una acción política de masas, de grandes concentraciones, como la que vimos anoche en Chicago, en un mitin con un líder carismático en que se deposita la esperanza. Ha ganado la opción más liberal con el respaldo de dos grandes minorías: la raza negra y los hispanos que registraron la mayor participación en las urnas jamás vista.
Responder a esta gran expectativa de los ciudadanos de dentro y fuera de los Estados Unidos es una enorme responsabilidad que ahora está en los hombros de Barack Obama, que además contará con un capital político enorme por la legitimidad de su victoria debido a la participación histórica, como porque tendrá una mayoría demócrata en ambas cámaras, con lo que adquiere una gran capacidad de maniobra.

La agenda de asuntos internos como de temas de política exterior que debe atender el nuevo presidente es de gran complejidad: la crisis financiera y económica; la salida de una guerra onerosa; la construcción de nuevos sistemas de política social para los Estados Unidos, y la reconstrucción de las relaciones de poder en el mundo, son sólo algunos de los temas.

El reto para México es lograr que los asuntos de nuestro interés, como la migración, se introduzcan en la agenda de prioridades, cosa que sólo será posible con el apoyo de la población mexicana que vive en los Estados Unidos, y que serán un voto muy importante desde ahora para una posible reelección del nuevo presidente.

El voto latino es una realidad política a la que nuestro país debe das mucha mayor atención, como a la tarea de fortalecer nuestra acción en el exterior.
El liderazgo de los Estados Unidos será reformado, las relaciones regionales serán motivo de una revisión a partir de las necesarias reformas financieras que vendrán en los próximos meses para reactivar la actividad económica y el comercio en el mundo. Un nueva generación con una visión más abierta y tolerante marcará una distancia de la tradicional posición de aislamiento. Está el espacio abierto para iniciar una nueva con personas liberales y socialmente más comprometidas encabezadas por Barack Obama.

LUIS SALOMÓN / Doctor en Derecho.
Correo electrónico: lsalomon@iberlinks.com.mx
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