México

Trigo sin paja

Ahora, cuando la política falla, lo religioso vuelve; los impresionantes renacimientos religiosos que vemos en todas partes pertenecen a esta lógica

Es buena costumbre la de subrayar los libros, y todavía es mejor la de saber dónde subrayarlos. Esto lleva tiempo, muchos años; es como el destilado o el cernido de la experiencia literaria, la del lector, y es una como antología mínima y muy de fondo del escritor sometido a la lectura devota.

Cuando tomo de mis estantes un libro subrayado hace 40 años, me avergüenzo y me digo: “¿Cómo es posible que yo hubiera subrayado semejantes banalidades?” Mi padre me decía: “Dime qué subrayas en un libro y te diré quién eres de verdad y qué grado de evolución has alcanzado”.

Sólo cuando se llevan muchos años de leer atina uno con los párrafos donde los autores ilustres han desembocado en lo mejor de sí mismos, en sus momentos estelares, en las consideraciones o emociones de valencia universal.

Es un deleite repasar los libros leídos e ir tropezando con ideas e imágenes que uno vuelve a hacer propias y que abren de nuevo el surtidor de la conciencia.

La inautenticidad del intelectual en la vida pública de México se refleja en la devaluación del discurso, en el triunfo del estereotipo y de la vacuna retórica, en la palabra muerta del slogan y en el lugar común sobre las ideas.

Con el correr de los años, cada vez se acentúa más en nuestro país la vigencia indeseable de un periodismo estercolero.

Ahora, cuando la política falla, lo religioso vuelve; los impresionantes renacimientos religiosos que vemos en todas partes pertenecen a esta lógica. Los períodos de crisis —económica, social, política— ven la vuelta de lo religioso bajo sus formas más dudosas y de mayor peligro.

Unas relaciones tranquilas entre política y religión son absolutamente utópicas. La memoria de su historia conflictiva está latente en la historia de la Humanidad. ¿Qué hacer? No revivir jacobinismos, sino pugnar por una separación total, para que las relaciones entre lo divino y lo humano no aviven rescoldos de violencia.

Dignas para la reflexión son las siguientes palabras de Octavio Paz: “Después del juicio final, lo mismo en el cielo que en infierno, no habrá futuro. En la eternidad no sucede nada porque todo es. Triunfo del ser sobre el devenir”.

Del mismo pensador que mereció el Premio Nobel de Literatura, son estos conceptos: “El tema del mercado tiene una relación muy estrecha con el deterioro del medio ambiente. La contaminación, no sólo infesta el aire, a los ríos y a los bosques, sino a las almas.

Una sociedad poseída del frenesí de producir más para consumir más tiende a convertir las ideas, los sentimientos, el arte, el amor, la amistad y las personas mismas en objetos de consumo.

Todo se vuelve cosa que se compra, se usa y se tira al basurero. Ninguna sociedad había producido tantos desechos como la nuestra. Desechos materiales y morales”.

Es humillante para la conciencia humana advertir que nuestro mal espiritual es incurable. Desde dentro han tratado de sanarnos todas las religiones y, desde fuera, los diversos sistemas y doctrinas. Todo lo hemos corrompido.

Un hermano es un amigo que Dios nos da; un amigo es un hermano que elegimos.

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