México
Temas para meditar
Estados Unidos, a los países que considera clientes políticos, pretende tratarlos como criados, obligándolos a una servidumbre feudal
Carlos, el actual príncipe de Gales, hijo de Isabel II reina de Inglaterra, cuando acceda al trono llevará el nombre de Carlos III. Desgraciadamente para él, su nombre lleva una especie de maldición, puesto que los dos reyes ingleses que llevaron el mismo nombre fueron desafortunados. Carlos I, hijo de María Estuardo reina de Escocia, quien fue ejecutada por su prima Isabel Y de Inglaterra, fue llevado a la horca por Oliverio Cromwell que lo derrotó el la guerra civil de aquel tiempo exhibiendo en una picota su cabeza. Cuando su padre Carlos II llegó al poder, cobró debida venganza mandando exhumar los restos de Cromwell, cuyo cadáver fue mostrado en la plaza pública donde fue decapitado, al igual que lo fue su padre. Este rey fue un espíritu mezquino y vengativo, que para salir de una de sus deudas vendió al gobernador William Penn todo el territorio de Pennsylvania en la cantidad de 75 mil dólares.
Estados Unidos, a los países que considera clientes políticos, pretende tratarlos como criados, obligándolos a una servidumbre feudal en virtud de la ayuda económica que les proporciona. Para ellos, América Latina no ha pasado de ser un puñado de repúblicas bananeras y su traspatio político. Sólo Cuba se ha podido sustraer a ese trato, pero... ¡a qué precio!
Santo Tomás de Aquino escribió en su “Suma Teológica”: “De la misma manera que es lícito y conveniente amputar un brazo a un miembro a una persona para salvarle la vida y la salud al resto del cuerpo, lo es también eliminar al criminal pervertido mediante la pena capital, para salvar al resto de la sociedad”.
Al comprobarse las limitaciones de la razón humana, la filosofía suele cobijarse en la fe, a menudo en una especie de deísmo abstracto. Lo que jamás admite la filosofía es la autoridad intelectual del dogma. Ya es muy difícil evadir la conclusión que, por su inflexibilidad para con sus propios fieles, la Iglesia bien puede provocar un cisma. Por motivos muy similares a los que ahora agitan a los católicos norteamericanos —divorcio, dogmas, jerarquía—, Roma perdió Inglaterra hace 450 años en el reinado de Enrique VIII. Las condiciones previas para un cisma similar están dadas en los Estados Unidos. Si no para hoy, para mañana.
La frenética música moderna son ritmos ácidos que exigen el desenfreno individual, salvaje; son el regreso a la tribu, el clan, a los vínculos más viejos y olvidados de la sangre.
Venciendo casi indescriptibles limitaciones que la vida le infligió, Frida Kahlo fue capaz de elaborar una obra de consumada coherencia, en la que la fantasía y la invención son formas extremas de la introspección, de la exploración del propio ser, del que la artista extrae en cada cuadro, en cada dibujo o boceto, un estremecedor testimonio sobre el sufrimiento, los deseos y los más terribles avatares de la condición humana. Sus pinturas, a las que difícilmente se les puede llamar bellas, perfectas o seductoras, sin embargo sobrecogen y conmueven como la de un Munch, o la de Goya, o como la música de Beethoven de los últimos años, o ciertos poemas del agonizante poeta peruano César Vallejo.
Estados Unidos, a los países que considera clientes políticos, pretende tratarlos como criados, obligándolos a una servidumbre feudal en virtud de la ayuda económica que les proporciona. Para ellos, América Latina no ha pasado de ser un puñado de repúblicas bananeras y su traspatio político. Sólo Cuba se ha podido sustraer a ese trato, pero... ¡a qué precio!
Santo Tomás de Aquino escribió en su “Suma Teológica”: “De la misma manera que es lícito y conveniente amputar un brazo a un miembro a una persona para salvarle la vida y la salud al resto del cuerpo, lo es también eliminar al criminal pervertido mediante la pena capital, para salvar al resto de la sociedad”.
Al comprobarse las limitaciones de la razón humana, la filosofía suele cobijarse en la fe, a menudo en una especie de deísmo abstracto. Lo que jamás admite la filosofía es la autoridad intelectual del dogma. Ya es muy difícil evadir la conclusión que, por su inflexibilidad para con sus propios fieles, la Iglesia bien puede provocar un cisma. Por motivos muy similares a los que ahora agitan a los católicos norteamericanos —divorcio, dogmas, jerarquía—, Roma perdió Inglaterra hace 450 años en el reinado de Enrique VIII. Las condiciones previas para un cisma similar están dadas en los Estados Unidos. Si no para hoy, para mañana.
La frenética música moderna son ritmos ácidos que exigen el desenfreno individual, salvaje; son el regreso a la tribu, el clan, a los vínculos más viejos y olvidados de la sangre.
Venciendo casi indescriptibles limitaciones que la vida le infligió, Frida Kahlo fue capaz de elaborar una obra de consumada coherencia, en la que la fantasía y la invención son formas extremas de la introspección, de la exploración del propio ser, del que la artista extrae en cada cuadro, en cada dibujo o boceto, un estremecedor testimonio sobre el sufrimiento, los deseos y los más terribles avatares de la condición humana. Sus pinturas, a las que difícilmente se les puede llamar bellas, perfectas o seductoras, sin embargo sobrecogen y conmueven como la de un Munch, o la de Goya, o como la música de Beethoven de los últimos años, o ciertos poemas del agonizante poeta peruano César Vallejo.