México

¿Primitivos o conscientes?

Es claro que de alguna forma quisieron deslindar al equipo y a los directivos de la libertad de expresión que alguien sí se atrevió a ejercer

Cuando Rashard Mendenhall, el corredor de los Acereros de Pittsburgh, dio a conocer a través de la red social de Twitter su reacción por los festejos que hizo la gente en Estados Unidos después de conocer la muerte de Osama Bin Laden, de inmediato el señalado fue él, al ser cuestionado y criticado por algunos medios de comunicación y seguidores del equipo. Fue tan incómoda la opinión de este jugador de futbol americano, que el presidente de la institución deportiva para la que trabaja mandó un comunicado lo más parecido a una justificación, mencionado que no comprendían lo que el joven quiso expresar en sus comentarios.

Es claro que de alguna forma quisieron deslindar al equipo y a los directivos de la libertad de expresión que alguien sí se atrevió a ejercer. Al igual que Rashard, muchos no dieron crédito a los festejos que provocó el anuncio de la muerte de Bin Laden, porque quizás la noche del pasado domingo fueron más allá y pensaron anticipadamente lo que hoy se le cuestiona a la administración del presidente Barack Obama: ¿Porqué no juzgar al terrorista y a los miembros de su red como dicta la Constitución de Estados Unidos? ¿Porqué y con quién pactaron que el cuerpo se arrojara al mar? ¿Esta muerte anunciada esconde una amenaza terrorista? No olvidemos que después de los atentados del 11 de septiembre lo que invadió al mundo fue el miedo ¿y qué provoca el miedo? Control, y ahora gran parte de los habitantes del vecino país y del mundo están esperando las temibles consecuencias que este hecho pueda generar.

Pero volviendo al festejo, el análisis que hacen expertos de estas reacciones sociales, es que la celebración fue a modo de solidaridad, de tener la oportunidad de vomitar la impotencia que se guardó en el corazón de los americanos por casi 10 años y de decirle al mundo que la justicia aunque tarde, llega. Sin embargo, esa solidaridad es una expresión más primitiva que consciente.

Como primitivas fueron también las eufóricas manifestaciones de comunidades árabes que quemaron banderas estadounidenses aquel septiembre de 2001, luego de darse a conocer que las Torres Gemelas se habían reducido a nada. El pasado domingo en la madrugada otro lugar que fue visitado para festejar el triunfo fue en la calle Inwood, en Dallas, Texas, donde vive el ex presidente George Bush. Ahí llegaron texanos vitoreando la guerra contra el terrorismo y alabando al iniciador de la persecución de Obama.

Por las calles algunos carros aún conservan el marcador: Obama 1, Osama 0. Si la fiesta por la muerte del terrorista es buena o no, la parte primitiva nos aleja de la conciencia, la única que puede permitirnos ver la miseria humana desde otro ángulo, se le conoce también como misericordia. Termino con la frase de un abuelo a su pequeña nieta: “Mijita, a los muertos no hay que tenerles miedo... a los vivos sí”.

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