México
Los candidatos, a la caza de los votantes independientes
La nueva reforma electoral redujo el tiempo de campañas: 90 días de contienda para elegir al nuevo Presidente de México
CIUDAD DE MÉXICO (30/MAR/2012).- No hay fecha que no llegue ni plazo que no se cumpla: hoy iniciaron las campañas electorales que definirán el próximo primero de julio al futuro habitante de Los Pinos. Con un electorado que todavía no calienta motores y con una cuarta parte de éstos todavía en el tránsito hacia la definición de su voto, Josefina Vázquez Mota, Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, principalmente, buscarán conquistar el sufragio del llamado “electorado independiente”. Es decir, todos esos votantes que no expresan simpatía o identidad partidista, sino que simplemente emiten su voto en consonancia con sus necesidades y las propuestas que emanan de los candidatos.
Este rango de votantes, asociado a la clase media, es sumamente volátil y suele cambiar su voto con suma facilidad. Estudios señalan que alrededor de 60% del padrón electoral en México, responde a estas características, y la tercera parte no han decidido su voto. De la misma manera, si no logran convencerse de alguna opción partidista, seguramente engrosarán las filas del abstencionismo o del voto nulo.
Hasta el momento, según las encuestas más importantes del país, Enrique Peña Nieto ha dominado el sector de los votantes independientes. Sin embargo, dentro de este círculo de electores, su ventaja no es tan amplia como lo es en electorado abierto.
De la misma manera, en las últimas semanas nos percatamos de un acercamiento gradual de Vázquez Mota en este electorado, mientras que el candidato de las izquierdas mantiene su popularidad cercana a 20%, tanto en el electorado abierto como entre los independientes.
Analistas y comentaristas políticos han sostenido a últimas fechas que la estrategia amorosa de Andrés Manuel, precisamente tiene el objetivo de seducir a estos independientes. Estos votantes razonan su preferencia electoral en referencia a la dicotomía cambio-continuidad, por lo que son sumamente sensibles a las propuestas y su orientación de voto suele ser pragmática e individualista (¿qué me beneficia a mí y a mi familia?).
Las condiciones electorales con respecto a 2006, son totalmente distintas. Por un lado, la reforma electoral consensuada en 2007 y aprobada en 2008 y, que contó con el apoyo de todas las bancadas legislativas, dificulta la construcción de una estrategia ágil y eficaz para reducir desventaja en las encuestas. Está prohibida la llamada “guerra sucia”, aquella que tanto impacto tuvo sobre Andrés Manuel en 2006. Los candidatos tienen que seguir un proceso tortuoso para subir spots a radio y televisión, lo que dificulta su tiempo de maniobra y su reacción ante sucesos inesperados de la campaña. Así, será una campaña donde difícilmente los candidatos podrán dar golpes de timón y aprovechar eficazmente los deslices de sus adversarios. En el mismo tenor, al tener pocas oportunidades de enfrentarse y reclamarse, los debates tendrán una importancia mucho mayor: serán espacios privilegiados para la confrontación en una campaña de poco contraste.
La fotografía de arranque favorece al candidato priista. Dependiendo la medición de su preferencia, la distancia se coloca entre 16 y 22 puntos. Ninguna encuesta pone a Peña Nieto en segundo lugar, parece haber un consenso en que el priista arranca con ventaja. Josefina Vázquez Mota parte de la segunda posición, aunque con una desaceleración en el vertiginoso proceso de crecimiento que experimentó su candidatura después de la designación de su partido. Ella y su equipo han tenido errores costosos, lo que explica el enfriamiento de su candidatura. En tercer lugar, y a más de 20 puntos del priista, sale Andrés Manuel quien necesita un golpe de timón muy eficaz en los primeros días de campaña, para modificar esa fase de estancamiento que presenta su candidatura.
También se renuevan las cámaras, y cualquier partido que anhele contar con mayoría en el Congreso, necesitará cuando menos 42% de los votos el primero de julio. Ningún partido ha gozado de mayoría parlamentaria desde 1997, cuando el PRI perdió esa posición en las elecciones intermedias de la Presidencia de Ernesto Zedillo.
Así, hay que prepararse para 90 días de discursos, spots y escándalos. Las distancias en las encuestas y la relativa comodidad del candidato puntero, son elementos que seguramente harán de esta campaña electoral la antesala a unos comicios muy distintos a los que vivimos en 2000 y 2006, cuando el Partido Acción Nacional llegó a Los Pinos.
GUÍA
Habrá 200 mil spots al día
¿Qué tan confiable es la ventaja de Enrique Peña Nieto en las encuestas?
El candidato del tricolor Peña Nieto posee una ventaja considerable en las encuestas, que va desde 18 a 23 puntos, según la encuestadora consultada. Sin embargo, un elemento central de la democracia es la incertidumbre y, por lo tanto, las campañas se vuelven periodos fundamentales capaces de cambiar las tendencias electorales.
¿Cómo condiciona la reforma electoral de 2007 las campañas de los candidatos?
En mucho. La reforma de 2007-2008, no permite que los candidatos saquen provecho a estrategias indispensables, sobre todo para candidatos que van abajo en las encuestas, como son la agresiva estrategia de contraste o el manejo coyuntural de spots en radio y televisión. De entrada, parecería que las reglas del juego favorecen al candidato que va a arriba en las preferencias, en este caso Peña Nieto; sin embargo, también tiene el elemento de imposibilitar respuestas rápidas ante errores propios. Los tiempos se acortan y el margen de maniobra de los candidatos, es muy limitado.
Que las campañas duren menos, ¿a quién favorece?
La lógica diría que al puntero, sin embargo, no necesariamente. Las primarias republicanas en Estados Unidos nos enseñan que salir todos los días en televisión y la exposición mediática, no asegura un crecimiento sostenido de alguna candidatura. Es más, en el caso de los republicanos, es fácil percatarse de un efecto inverso: el hartazgo del electorado. Ante esto, los candidatos no tienen posibilidad de errores, están obligados a ser rápidos, certeros y eficaces.
¿Cuántos spots de radio y televisión habrá en estos tres meses?
Solamente en las campañas federales estaremos en presencia de 17 millones 229 mil 645 spots. Si le sumamos los spots por campañas estatales, legislativas locales y de munícipes, la cifra de spots rebasa los 45 millones. Con relación a la campaña presidencial, el PRI tendrá cinco millones 804 mil spots; el PAN podrá poner al aire cuatro millones 651 mil spots; y la izquierda un poco más de tres millones. De estas tres plataformas, tendremos más de 200 mil spots al día.
ANÁLISIS
Balances de la reforma: la libertad y la equidad
Enrique Toussaint (periodista)
El eje conductor de la reforma electoral de 2007 fue la equidad. Tras una elección plagada de irregularidades, con intervención del Ejecutivo y con la extralimitación política de los poderes fácticos, el país se encontraba en un panorama de claro regresionismo democrático. Los críticos de la reforma de 2007, quienes acusan que la nueva normativa viola la libertad de expresión, se olvidan de las múltiples deficiencias de la reforma electoral que acarreamos desde 1996: la inequidad en el acceso a los recursos; el empoderamiento de los medios de comunicación; y la spotización o la falta de contenido en las campañas. Analicemos cada uno de estos elementos, para sacar conclusiones de los éxitos y fracasos de la reforma.
En el tema de la inequidad presupuestal, la reforma electoral ha hecho poco. La importancia de los resultados electorales para determinar el coeficiente presupuestal, provoca que sea muy difícil que los partidos pequeños puedan competir en circunstancias de mediana igualdad. La reforma electoral, tanto de 1996 como de 2007, instaura el estatus quo tripartidista, tanto en el acceso a los recursos como en el ascenso de la barrera porcentual para crear partidos y en la prohibición de las candidaturas independiente. En este sentido, la reforma de 2007 es aún más partidocrática que la de 1996.
En el tema del empoderamiento de los medios de comunicación, la reforma electoral sí impacta en el núcleo duro de su fortaleza: cada elección, los partidos se convertían en vehículos que llevaban carretadas de dinero público a los medios de comunicación. Con la reforma de 2007, y la imposibilidad de comprar spots en radio y televisión, se rompió la parte “legal” del chantaje que pueden ejercer los medios sobre los partidos, aunque quedaron lagunas en la supervisión de los acuerdos “por debajo del agua” que construyen partidos y televisoras para violar el monopolio de compra de spots del IFE, realidad que no es propia de la reforma de 2007. La prohibición de compra de spots corrigió una perversión arraigada en algunas democracias liberales como la mexicana o la estadounidense: corporaciones, que legalmente no cuentan con derechos políticos, compren tiempo en medios de comunicación y busquen orientar las preferencias electorales. Así, en un país con tantas inequidades, asimetrías y distintos empoderamientos de actores económicos, sociales y políticos, esta regulación tiende a generar un piso mínimo de igualdad.
En el caso de la spotización, la reforma electoral de 2007 no ha podido detener el proceso de degradación del debate público. Una de las ventajas que vendieron los promotores de la reforma, fue que los partidos estarían obligados a imprimirle contenido a sus plataformas en medios de comunicación, debido a la prohibición de campañas sucias en radio y televisión. Sin embargo, no sólo no se ha logrado el avance hacia la construcción de un debate político con contenido y con ejes programáticos, sino que incluso los spots en los medios masivos se volvieron aburridos, parcos y sin espontaneidad; demasiado institucionales y con poca información. Así, el objetivo de mejorar la calidad de la información política en México, no se cumplió con la reforma de 2007.
La reforma de 2007 polariza opiniones entre sus férreos enemigos y sus acríticos promotores, la línea intermedia parece desaparecer. Como señaló el ex consejero presidente del IFE, José Woldenberg, en un artículo donde debate la reforma de 2007: “Una vez que se construya un basamento de equidad, lo demás debe pertenecer al reino de la libertad”. En un país como México, con tantas asimetrías económicas, sociales y políticas, la igualdad es un principio electoral deseable, por encima, en algunos casos, incluso de la libertad de expresión. La reforma de 2007 ya fue una apuesta en este sentido, ahora falta, como dice el propio Woldenberg, “devolverle el sentido común a las elecciones”.
LOS EXPERTOS
¿Qué necesitan hacer para ganar?
“Habrá que ver qué tan bien van dirigidos los misiles contra Peña”
Jorge Alatorre Flores,
académico de la UdeG.
La ventaja de Peña Nieto es sólida, pero no lo suficiente como para garantizar su acceso indiscutible a la silla presidencial. Ha quedado claro, a juzgar por la precampaña panista, que los blanquiazules son capaces de utilizar ataques arteros y guerra sucia, incluso entre sus propios militantes; nada extrañaría que en plena campaña pretendan replicar estos ataques contra el abanderado del PRI y sacarle a esta altura algo que lo pudiera desbancar de esa posición.
El candidato del PRI requiere de un alto número de eventos controlados para contrarrestar aquellos donde eventualmente lo van a “despeinar” como el debate o filtraciones por YouTube, que igual van dirigidas a un sector muy focalizados con opiniones mayoritariamente formadas.
Aparentemente sus capacidades para improvisar y debatir dejan mucho que desear; la comparación de los números de su gestión o el contexto en que ésta se presente; la asociación con políticos de trayectorias cuestionables; la asociación con formas añejas de ejercer el poder. Sin embargo, estas debilidades ya han impactado en sectores que no necesariamente le iban a otorgar su apoyo.
Dentro de estas reformas los tiempos escasos de campaña favorecen a los candidatos con mayor presencia mediática, ya que esto les posibilita alcanzar mayores audiencias en tiempos reducidos. Guerra sucia habrá, lo importante es ver qué tan bien dirigidos van esos misiles, que tan contundentes son y si efectivamente impactan sobre potenciales electores de Peña Nieto.
“Los segundos son los que más tienen que arriesgar”
David Gómez Álvarez,
académico del ITESO.
Todas las encuestas ponen a la candidata panista Josefina Vázquez Mota en segundo lugar, lo que la obliga a una campaña de conquista acelerada del voto independiente en zonas del país donde la indecisión sigue siendo una constante. Ante esto, a pesar de que la reforma electoral antepone ciertos dispositivos que limitan la capacidad de maniobra de los candidatos, Vázquez Mota tiene que emprender una campaña sustentada en propuestas arriesgadas, que rápidamente hagan una diferencia en el electorado. En el mismo tenor, en términos de propuesta electoral y de generación de agendas políticas, la reforma electoral no acorta el alcance y la profundidad del mensaje de los candidatos, por lo que entender el marco electoral de otra forma, sería equivalente a “autoimponerse” límites artificiales y sin sustento.
De la misma manera, la mala planeación de la elección interna panista provocó que tras su nominación, la candidata tuviera que enfrentar el periodo de “veda” electoral, lo que claramente desaceleró la potencia con la que inicio su precampaña. En el mismo sentido, la candidata tendrá que ser creativa para ser eficaz en la emisión de su mensaje, ya que las campañas se recortaron y sólo durarán 90 días.
“Andrés Manuel necesita contraste”
Jaime Preciado Coronado,
académico de la UdeG.
La estrategia de Andrés Manuel López Obrador de dejar de lado el discurso polarizador y abrazar una narrativa de corte reconciliadora y amorosa, todavía no tiene impactos tan amplios en la percepción de la opinión pública. De la misma manera, sus posicionamientos en torno a temas polémicos de la agenda nacional no reúnen aún a movimientos sociales portadores de una agenda de “izquierda social”. Sin embargo, lo que sí puede levantar al voto indeciso, es la apuesta del equipo del candidato de las izquierdas, por adelantar la conformación de su gabinete y, así, incluir a figuras de la talla de Elena Poniatowska, Rogelio Ramírez de la O, Marcelo Ebrard y el propio Juan Ramón de la Fuente.
Para conquistar al votante indeciso, Andrés Manuel necesita una estrategia más agresiva, que no signifique confrontación, pero sí de contraste y diferenciación con candidatos de más de lo mismo. En la medida en que el electorado no encuentra diferencias claras entre su apuesta en términos de políticas públicas y visión nacional, y la que emprenden los candidatos del PAN y del PRI, la izquierda pierde arrastre. Andrés Manuel tiene que ganar la iniciativa en tres programas nacionales en rubros sensibles de la opinión pública: inseguridad, empleo y pobreza.
Este rango de votantes, asociado a la clase media, es sumamente volátil y suele cambiar su voto con suma facilidad. Estudios señalan que alrededor de 60% del padrón electoral en México, responde a estas características, y la tercera parte no han decidido su voto. De la misma manera, si no logran convencerse de alguna opción partidista, seguramente engrosarán las filas del abstencionismo o del voto nulo.
Hasta el momento, según las encuestas más importantes del país, Enrique Peña Nieto ha dominado el sector de los votantes independientes. Sin embargo, dentro de este círculo de electores, su ventaja no es tan amplia como lo es en electorado abierto.
De la misma manera, en las últimas semanas nos percatamos de un acercamiento gradual de Vázquez Mota en este electorado, mientras que el candidato de las izquierdas mantiene su popularidad cercana a 20%, tanto en el electorado abierto como entre los independientes.
Analistas y comentaristas políticos han sostenido a últimas fechas que la estrategia amorosa de Andrés Manuel, precisamente tiene el objetivo de seducir a estos independientes. Estos votantes razonan su preferencia electoral en referencia a la dicotomía cambio-continuidad, por lo que son sumamente sensibles a las propuestas y su orientación de voto suele ser pragmática e individualista (¿qué me beneficia a mí y a mi familia?).
Las condiciones electorales con respecto a 2006, son totalmente distintas. Por un lado, la reforma electoral consensuada en 2007 y aprobada en 2008 y, que contó con el apoyo de todas las bancadas legislativas, dificulta la construcción de una estrategia ágil y eficaz para reducir desventaja en las encuestas. Está prohibida la llamada “guerra sucia”, aquella que tanto impacto tuvo sobre Andrés Manuel en 2006. Los candidatos tienen que seguir un proceso tortuoso para subir spots a radio y televisión, lo que dificulta su tiempo de maniobra y su reacción ante sucesos inesperados de la campaña. Así, será una campaña donde difícilmente los candidatos podrán dar golpes de timón y aprovechar eficazmente los deslices de sus adversarios. En el mismo tenor, al tener pocas oportunidades de enfrentarse y reclamarse, los debates tendrán una importancia mucho mayor: serán espacios privilegiados para la confrontación en una campaña de poco contraste.
La fotografía de arranque favorece al candidato priista. Dependiendo la medición de su preferencia, la distancia se coloca entre 16 y 22 puntos. Ninguna encuesta pone a Peña Nieto en segundo lugar, parece haber un consenso en que el priista arranca con ventaja. Josefina Vázquez Mota parte de la segunda posición, aunque con una desaceleración en el vertiginoso proceso de crecimiento que experimentó su candidatura después de la designación de su partido. Ella y su equipo han tenido errores costosos, lo que explica el enfriamiento de su candidatura. En tercer lugar, y a más de 20 puntos del priista, sale Andrés Manuel quien necesita un golpe de timón muy eficaz en los primeros días de campaña, para modificar esa fase de estancamiento que presenta su candidatura.
También se renuevan las cámaras, y cualquier partido que anhele contar con mayoría en el Congreso, necesitará cuando menos 42% de los votos el primero de julio. Ningún partido ha gozado de mayoría parlamentaria desde 1997, cuando el PRI perdió esa posición en las elecciones intermedias de la Presidencia de Ernesto Zedillo.
Así, hay que prepararse para 90 días de discursos, spots y escándalos. Las distancias en las encuestas y la relativa comodidad del candidato puntero, son elementos que seguramente harán de esta campaña electoral la antesala a unos comicios muy distintos a los que vivimos en 2000 y 2006, cuando el Partido Acción Nacional llegó a Los Pinos.
GUÍA
Habrá 200 mil spots al día
¿Qué tan confiable es la ventaja de Enrique Peña Nieto en las encuestas?
El candidato del tricolor Peña Nieto posee una ventaja considerable en las encuestas, que va desde 18 a 23 puntos, según la encuestadora consultada. Sin embargo, un elemento central de la democracia es la incertidumbre y, por lo tanto, las campañas se vuelven periodos fundamentales capaces de cambiar las tendencias electorales.
¿Cómo condiciona la reforma electoral de 2007 las campañas de los candidatos?
En mucho. La reforma de 2007-2008, no permite que los candidatos saquen provecho a estrategias indispensables, sobre todo para candidatos que van abajo en las encuestas, como son la agresiva estrategia de contraste o el manejo coyuntural de spots en radio y televisión. De entrada, parecería que las reglas del juego favorecen al candidato que va a arriba en las preferencias, en este caso Peña Nieto; sin embargo, también tiene el elemento de imposibilitar respuestas rápidas ante errores propios. Los tiempos se acortan y el margen de maniobra de los candidatos, es muy limitado.
Que las campañas duren menos, ¿a quién favorece?
La lógica diría que al puntero, sin embargo, no necesariamente. Las primarias republicanas en Estados Unidos nos enseñan que salir todos los días en televisión y la exposición mediática, no asegura un crecimiento sostenido de alguna candidatura. Es más, en el caso de los republicanos, es fácil percatarse de un efecto inverso: el hartazgo del electorado. Ante esto, los candidatos no tienen posibilidad de errores, están obligados a ser rápidos, certeros y eficaces.
¿Cuántos spots de radio y televisión habrá en estos tres meses?
Solamente en las campañas federales estaremos en presencia de 17 millones 229 mil 645 spots. Si le sumamos los spots por campañas estatales, legislativas locales y de munícipes, la cifra de spots rebasa los 45 millones. Con relación a la campaña presidencial, el PRI tendrá cinco millones 804 mil spots; el PAN podrá poner al aire cuatro millones 651 mil spots; y la izquierda un poco más de tres millones. De estas tres plataformas, tendremos más de 200 mil spots al día.
ANÁLISIS
Balances de la reforma: la libertad y la equidad
Enrique Toussaint (periodista)
El eje conductor de la reforma electoral de 2007 fue la equidad. Tras una elección plagada de irregularidades, con intervención del Ejecutivo y con la extralimitación política de los poderes fácticos, el país se encontraba en un panorama de claro regresionismo democrático. Los críticos de la reforma de 2007, quienes acusan que la nueva normativa viola la libertad de expresión, se olvidan de las múltiples deficiencias de la reforma electoral que acarreamos desde 1996: la inequidad en el acceso a los recursos; el empoderamiento de los medios de comunicación; y la spotización o la falta de contenido en las campañas. Analicemos cada uno de estos elementos, para sacar conclusiones de los éxitos y fracasos de la reforma.
En el tema de la inequidad presupuestal, la reforma electoral ha hecho poco. La importancia de los resultados electorales para determinar el coeficiente presupuestal, provoca que sea muy difícil que los partidos pequeños puedan competir en circunstancias de mediana igualdad. La reforma electoral, tanto de 1996 como de 2007, instaura el estatus quo tripartidista, tanto en el acceso a los recursos como en el ascenso de la barrera porcentual para crear partidos y en la prohibición de las candidaturas independiente. En este sentido, la reforma de 2007 es aún más partidocrática que la de 1996.
En el tema del empoderamiento de los medios de comunicación, la reforma electoral sí impacta en el núcleo duro de su fortaleza: cada elección, los partidos se convertían en vehículos que llevaban carretadas de dinero público a los medios de comunicación. Con la reforma de 2007, y la imposibilidad de comprar spots en radio y televisión, se rompió la parte “legal” del chantaje que pueden ejercer los medios sobre los partidos, aunque quedaron lagunas en la supervisión de los acuerdos “por debajo del agua” que construyen partidos y televisoras para violar el monopolio de compra de spots del IFE, realidad que no es propia de la reforma de 2007. La prohibición de compra de spots corrigió una perversión arraigada en algunas democracias liberales como la mexicana o la estadounidense: corporaciones, que legalmente no cuentan con derechos políticos, compren tiempo en medios de comunicación y busquen orientar las preferencias electorales. Así, en un país con tantas inequidades, asimetrías y distintos empoderamientos de actores económicos, sociales y políticos, esta regulación tiende a generar un piso mínimo de igualdad.
En el caso de la spotización, la reforma electoral de 2007 no ha podido detener el proceso de degradación del debate público. Una de las ventajas que vendieron los promotores de la reforma, fue que los partidos estarían obligados a imprimirle contenido a sus plataformas en medios de comunicación, debido a la prohibición de campañas sucias en radio y televisión. Sin embargo, no sólo no se ha logrado el avance hacia la construcción de un debate político con contenido y con ejes programáticos, sino que incluso los spots en los medios masivos se volvieron aburridos, parcos y sin espontaneidad; demasiado institucionales y con poca información. Así, el objetivo de mejorar la calidad de la información política en México, no se cumplió con la reforma de 2007.
La reforma de 2007 polariza opiniones entre sus férreos enemigos y sus acríticos promotores, la línea intermedia parece desaparecer. Como señaló el ex consejero presidente del IFE, José Woldenberg, en un artículo donde debate la reforma de 2007: “Una vez que se construya un basamento de equidad, lo demás debe pertenecer al reino de la libertad”. En un país como México, con tantas asimetrías económicas, sociales y políticas, la igualdad es un principio electoral deseable, por encima, en algunos casos, incluso de la libertad de expresión. La reforma de 2007 ya fue una apuesta en este sentido, ahora falta, como dice el propio Woldenberg, “devolverle el sentido común a las elecciones”.
LOS EXPERTOS
¿Qué necesitan hacer para ganar?
“Habrá que ver qué tan bien van dirigidos los misiles contra Peña”
Jorge Alatorre Flores,
académico de la UdeG.
La ventaja de Peña Nieto es sólida, pero no lo suficiente como para garantizar su acceso indiscutible a la silla presidencial. Ha quedado claro, a juzgar por la precampaña panista, que los blanquiazules son capaces de utilizar ataques arteros y guerra sucia, incluso entre sus propios militantes; nada extrañaría que en plena campaña pretendan replicar estos ataques contra el abanderado del PRI y sacarle a esta altura algo que lo pudiera desbancar de esa posición.
El candidato del PRI requiere de un alto número de eventos controlados para contrarrestar aquellos donde eventualmente lo van a “despeinar” como el debate o filtraciones por YouTube, que igual van dirigidas a un sector muy focalizados con opiniones mayoritariamente formadas.
Aparentemente sus capacidades para improvisar y debatir dejan mucho que desear; la comparación de los números de su gestión o el contexto en que ésta se presente; la asociación con políticos de trayectorias cuestionables; la asociación con formas añejas de ejercer el poder. Sin embargo, estas debilidades ya han impactado en sectores que no necesariamente le iban a otorgar su apoyo.
Dentro de estas reformas los tiempos escasos de campaña favorecen a los candidatos con mayor presencia mediática, ya que esto les posibilita alcanzar mayores audiencias en tiempos reducidos. Guerra sucia habrá, lo importante es ver qué tan bien dirigidos van esos misiles, que tan contundentes son y si efectivamente impactan sobre potenciales electores de Peña Nieto.
“Los segundos son los que más tienen que arriesgar”
David Gómez Álvarez,
académico del ITESO.
Todas las encuestas ponen a la candidata panista Josefina Vázquez Mota en segundo lugar, lo que la obliga a una campaña de conquista acelerada del voto independiente en zonas del país donde la indecisión sigue siendo una constante. Ante esto, a pesar de que la reforma electoral antepone ciertos dispositivos que limitan la capacidad de maniobra de los candidatos, Vázquez Mota tiene que emprender una campaña sustentada en propuestas arriesgadas, que rápidamente hagan una diferencia en el electorado. En el mismo tenor, en términos de propuesta electoral y de generación de agendas políticas, la reforma electoral no acorta el alcance y la profundidad del mensaje de los candidatos, por lo que entender el marco electoral de otra forma, sería equivalente a “autoimponerse” límites artificiales y sin sustento.
De la misma manera, la mala planeación de la elección interna panista provocó que tras su nominación, la candidata tuviera que enfrentar el periodo de “veda” electoral, lo que claramente desaceleró la potencia con la que inicio su precampaña. En el mismo sentido, la candidata tendrá que ser creativa para ser eficaz en la emisión de su mensaje, ya que las campañas se recortaron y sólo durarán 90 días.
“Andrés Manuel necesita contraste”
Jaime Preciado Coronado,
académico de la UdeG.
La estrategia de Andrés Manuel López Obrador de dejar de lado el discurso polarizador y abrazar una narrativa de corte reconciliadora y amorosa, todavía no tiene impactos tan amplios en la percepción de la opinión pública. De la misma manera, sus posicionamientos en torno a temas polémicos de la agenda nacional no reúnen aún a movimientos sociales portadores de una agenda de “izquierda social”. Sin embargo, lo que sí puede levantar al voto indeciso, es la apuesta del equipo del candidato de las izquierdas, por adelantar la conformación de su gabinete y, así, incluir a figuras de la talla de Elena Poniatowska, Rogelio Ramírez de la O, Marcelo Ebrard y el propio Juan Ramón de la Fuente.
Para conquistar al votante indeciso, Andrés Manuel necesita una estrategia más agresiva, que no signifique confrontación, pero sí de contraste y diferenciación con candidatos de más de lo mismo. En la medida en que el electorado no encuentra diferencias claras entre su apuesta en términos de políticas públicas y visión nacional, y la que emprenden los candidatos del PAN y del PRI, la izquierda pierde arrastre. Andrés Manuel tiene que ganar la iniciativa en tres programas nacionales en rubros sensibles de la opinión pública: inseguridad, empleo y pobreza.