México

Encabeza Norberto Rivera liturgia de Viernes Santo

En el inicio del rito, el cardenal Norberto Rivera Carrera ingresó en silencio a la Catedral y en la Basílica, ministros se postraron en el piso en señal de duelo

CIUDAD DE MÉXICO.- El cardenal Norberto Rivera Carrera y el rector de la Basílica de Guadalupe, Diego Monrroy Ponce, encabezaron en la Catedral de la ciudad de México y en la Basílica de Guadalupe, respectivamente, sendas liturgias de la pasión de Jesús, donde destacaron la importancia de la muerte de Cristo, al dar su vida “por amor” a la gente.

En la Catedral, Rivera Carrera recordó que el Viernes Santo, representa un día de luto para la Iglesia católica y resaltó que la muerte siempre será una tragedia para ésta y resaltó como el hijo de Dios sacrificó su vida.

“Jesús quiso someterse a la muerte, una muerte de cruz por amor, con plena conciencia y entera libertad dijo: a mí nadie me quita la vida, yo la doy cuando yo quiero”.

Resaltó la importancia de la cruz al igual de Diego Monrroy Ponce, quien dijo que esta implica sufrimiento y señaló que en este marco se celebra la Pascua aún a través de las humillaciones, vergüenzas y escándalos en estos días, Jesús es glorificado por su padre.

La liturgia de la pasión consta de cinco partes principales: el ingreso en silencio, la celebración de la palabra, la oración por todo el mundo, la adoración de la cruz y la comunión.

En el inicio del rito, el cardenal Norberto Rivera Carrera ingresó en silencio a la Catedral y en la basílica, ministros se postraron en el piso en señal de duelo por la muerte de Cristo.

Para esta liturgia, es tradición que las iglesias luzcan sin flores ni velas o adornos. Las lecturas dan sentido a la voz de los profetas que anuncian los padecimientos del Mesías y en el Evangelio, según San Juan, se relata cómo en el sufrimiento de Jesús las profecías se cumplen.

Posteriormente, de acuerdo al rito católico, los fieles oran por todo el mundo y piden por las necesidades del mundo, oran por el pueblo judío, por los no creyentes y los no católicos.

Según lo establecido en estos casos, desde el fondo del templo, una cruz entra en procesión hasta el altar, la cual en la Catedral de la Ciudad de México estuvo encabezada por el cardenal Rivera Carrera y en la Basílica por Diego Monrroy.

La tradición de la adoración de la cruz viene de Jerusalén desde el siglo seis, y representa la fe del pueblo en la cruz como símbolo de la redención.

Finalmente, sin la liturgia eucarística se ofrece la comunión, el altar se reviste con sencillez, se ofrece el presantificado a los fieles y se retira la asamblea en silencio.

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