Jalisco
Los tastoanes ''aguantan vara''
Los tastoanes defendieron el territorio ''Caxcán'', cuando las huestes de Nuño de Guzmán intentaban hacerse de los territorios de la Nueva Galicia
GUADALAJARA, JALISCO (25/MAR/2013).- Se oye el chasquido de una rama flaca golpeando un par de piernas.
¡Chas! ¡Zas! ¡Zis, zas! ¡Chas! ¡Zas! ¡Zis, zas!
La rama se rompe y el hombre sigue golpeando con el pedazo de vara seca que le quedó entre las manos.
Se escuchan gruñidos aislados y, aunque queditos, los grititos de dolor.
¡Gr...! ¡Ay! ¡Ugh! ¡Ay! ¡Ugh!
Los receptores del daño son menos de veinte. Forman parte de una representación que evoca un episodio de La Conquista española, una batalla que se trabó el 25 de marzo de 1530 en lo que hoy es Tonalá, y que se celebra en el municipio desde hace dos siglos. En esa fecha, los tastoanes defendieron el territorio "Caxcán", cuando las huestes de Nuño de Guzmán intentaban hacerse de los territorios de la Nueva Galicia.
De acuerdo con la tradición, los conquistadores enviaron a "Santo Santiago" a apoderarse del territorio. El hombre que golpea con la rama las piernas de los tastoanes interpreta el papel de un "Santiago". Su trabajo consiste en acomodar bien el golpe.
Por momentos, los tastoanes se apeñuscan en el círculo que los curiosos trazaron en torno a ellos y luego abandonan el grupo para brincar de dolor tras recibir con estoicismo su dosis de ramazos. Todos llevan máscaras de colmillos picudos y largos cabellos rubios. Sin embargo, en sus ropas se resume su valor. Pese al calor, unos visten gabardina cuyos faldones les rozan los tobillos; otros calzan botas que les llegan hasta las rodillas. Los más guerreros optan por descubrirse las pantorrillas.
Su baile se acompaña de la chirimía y el redoble del tambor. También del asombro de los asistentes. Cuando los golpes se acentúan, un grupo de niños se incorpora y se unta a la pared de la capilla de la Cruz Blanca. "Yo no me siento porque luego me ponen un palazo en los pies", dice uno.
Al principio, el "Santiago" no se veía tan malo. Llegó montando un caballo blanco y no hizo alboroto cuando se apeó. De bigote bien nutrido, sombrero texano, botas picudas, pantalón y camisa color blanco, nomás se plantaba como karateka para pegar mejor. Con 40 años de edad, tenía 25 años esgrimiendo la vara, aprendiendo que lo más importante "es que entre el golpe, sin importar el lugar en el que caiga el fregadazo".
El "Santiago" no sabe a qué se debe la celebración; pero lo que sí sabe es que gana el "Santiago". Dice que si hay 15 "Santiagos" en el municipio, él es el más longevo, el que pega más duro. Por eso se cansa. Por eso tose y traga buches de aire mientras entra su relevo a seguir repartiendo dolor.
Entre las personas se escuchaban comentarios: "¡Mira las piernas de ese güey!", "¡ya no les peguen!", ¡"Ya estuvo!", "¡qué tradición tan sádica!", "¡están mal de la cabeza!"
Jesús Delgado tiene 42 años como tastuán. Representa a Pitaloc. Recuerda que en 1530, el reinado de Cihualpilli conjuntaba a más de 20 mil indígenas que pelearon hasta que Santo Santiago apareció y evangelizó a los tastoanes. "Primero morir que ser pisoteados por los españoles. Así es esta danza tan arraigada que con gusto representamos".
Jesús Delgado tiene más partes descubiertas del cuerpo porque es el jefe y tiene que dar un testimonio muy fuerte de que es guerrero y no le teme a nada. "Morimos en la raya, y de esa manera tenemos que dar testimonio a los demás guerreros. No es payasada, aquí es en serio". En sus pantorrillas destacan las heridas cárdenas que le quedaron tras "la batalla".
Al final del espectáculo, los participantes se despiden.
-Muchas gracias -dice uno de ellos.
-¿Te dolió? -le pregunta un niño.
-Cómo crees. Soy guerrero.
¡Chas! ¡Zas! ¡Zis, zas! ¡Chas! ¡Zas! ¡Zis, zas!
La rama se rompe y el hombre sigue golpeando con el pedazo de vara seca que le quedó entre las manos.
Se escuchan gruñidos aislados y, aunque queditos, los grititos de dolor.
¡Gr...! ¡Ay! ¡Ugh! ¡Ay! ¡Ugh!
Los receptores del daño son menos de veinte. Forman parte de una representación que evoca un episodio de La Conquista española, una batalla que se trabó el 25 de marzo de 1530 en lo que hoy es Tonalá, y que se celebra en el municipio desde hace dos siglos. En esa fecha, los tastoanes defendieron el territorio "Caxcán", cuando las huestes de Nuño de Guzmán intentaban hacerse de los territorios de la Nueva Galicia.
De acuerdo con la tradición, los conquistadores enviaron a "Santo Santiago" a apoderarse del territorio. El hombre que golpea con la rama las piernas de los tastoanes interpreta el papel de un "Santiago". Su trabajo consiste en acomodar bien el golpe.
Por momentos, los tastoanes se apeñuscan en el círculo que los curiosos trazaron en torno a ellos y luego abandonan el grupo para brincar de dolor tras recibir con estoicismo su dosis de ramazos. Todos llevan máscaras de colmillos picudos y largos cabellos rubios. Sin embargo, en sus ropas se resume su valor. Pese al calor, unos visten gabardina cuyos faldones les rozan los tobillos; otros calzan botas que les llegan hasta las rodillas. Los más guerreros optan por descubrirse las pantorrillas.
Su baile se acompaña de la chirimía y el redoble del tambor. También del asombro de los asistentes. Cuando los golpes se acentúan, un grupo de niños se incorpora y se unta a la pared de la capilla de la Cruz Blanca. "Yo no me siento porque luego me ponen un palazo en los pies", dice uno.
Al principio, el "Santiago" no se veía tan malo. Llegó montando un caballo blanco y no hizo alboroto cuando se apeó. De bigote bien nutrido, sombrero texano, botas picudas, pantalón y camisa color blanco, nomás se plantaba como karateka para pegar mejor. Con 40 años de edad, tenía 25 años esgrimiendo la vara, aprendiendo que lo más importante "es que entre el golpe, sin importar el lugar en el que caiga el fregadazo".
El "Santiago" no sabe a qué se debe la celebración; pero lo que sí sabe es que gana el "Santiago". Dice que si hay 15 "Santiagos" en el municipio, él es el más longevo, el que pega más duro. Por eso se cansa. Por eso tose y traga buches de aire mientras entra su relevo a seguir repartiendo dolor.
Entre las personas se escuchaban comentarios: "¡Mira las piernas de ese güey!", "¡ya no les peguen!", ¡"Ya estuvo!", "¡qué tradición tan sádica!", "¡están mal de la cabeza!"
Jesús Delgado tiene 42 años como tastuán. Representa a Pitaloc. Recuerda que en 1530, el reinado de Cihualpilli conjuntaba a más de 20 mil indígenas que pelearon hasta que Santo Santiago apareció y evangelizó a los tastoanes. "Primero morir que ser pisoteados por los españoles. Así es esta danza tan arraigada que con gusto representamos".
Jesús Delgado tiene más partes descubiertas del cuerpo porque es el jefe y tiene que dar un testimonio muy fuerte de que es guerrero y no le teme a nada. "Morimos en la raya, y de esa manera tenemos que dar testimonio a los demás guerreros. No es payasada, aquí es en serio". En sus pantorrillas destacan las heridas cárdenas que le quedaron tras "la batalla".
Al final del espectáculo, los participantes se despiden.
-Muchas gracias -dice uno de ellos.
-¿Te dolió? -le pregunta un niño.
-Cómo crees. Soy guerrero.