Ideas

Un mexicano confeso

Sí que he pecado; de todo he podido hacer menos matar. Así se declara el humilde pordiosero que peregrina por las inundadas calles de una ciudad repleta de santos inocentes.

En un México que todo lo malo lo hacen los demás, menos yo. Desde la corrupción hasta los peores desenfrenos del alma, los ejecutan los de enfrente. A mí que me esculquen. Que no he robado nada.

>

Por Dios, señor, qué hipócritas somos. A nadie nos gusta confesar nuestras inmundas fechorías. Pero si apuntar,  con el dedo acusador al otro,  que es un vil pecador. >

El “me a culpa” no es un hábito adquirido en el mexicano, ni siquiera tiene un modesto espacio en el museo de nuestra insigne historia nacional.

El trato grosero y descarado a la mujer, es obra de mi vecino; el ladrón es un nefasto arrabalero que transita hambriento frente a mi casa, y si me descuido agarra lo que puede.  El mentiroso es mi compadre, que alardea de todo lo que ni tiene ni hace. Y qué decir de mi comadre, que tiene todo, hasta el descaro de quejarse de su marido todo el día. >

Me confieso inoportuno y abusivo, inconforme con mi salario y barbero con mi patrón. Reconozco que le escondo la lana a mi vieja, y que me lo gasto en la parranda con mis cuates.

Soy mexicano ¿y qué? a mí no me digan qué hacer, porque hago lo que se me pega la gana. Al fin y al cabo las autoridades me “la pelan”. Tengo parientes políticos y abogados por montones. >

No niego que mi sueño sea vivir del presupuesto, con un “huesito que roer”, y si de aviador me invitan, aprendo pronto a cobrar sin trabajar.

Me confieso ignorante, pero si se trata de aparentar que sí sé, pues lo que invento lo hago parecer como si supiera.

Que me perdonen los curas, pero no me arrodillo ni en el confesionario, a mí que me abran las puertas del Santuario de Guadalupe para llorar mis penas y pedir rescate para aliviar mis males.

Mi esperanza está en hacerme rico, comprarme lo que quiera y tener hartas viejas, pero que no se entere la mía.

Con varias chelas encima, veo campeona a mi Selección de fútbol, y que no se rajen mis Chivas.

El ¡Viva México! apenas si lo siento cuando viajo y extraño mis tortillas y frijoles, pero con unas copas, lo grito con gusto en los festejos patrios.

Me encanta mi país, pero si puedo,  me pelo para probar el sueño americano y regresar con una camionetota, una botella de whisky y dolaritos para que se note que ya deje la miseria de mi pueblo.

Yo soy buena persona, mi mamita lo sabe bien, y que mis hijos me perdonen si no les he dado lo que han querido.

¿Qué no tengo carácter? jajaja, eso dice el que no me conoce. Si me buscan, me encuentran.

Si de pintores hablamos, yo sí sé pintarme a mí mismo.

Sigue navegando