Entretenimiento
Rivera Garza regresa a la FIL con nuevo libro bajo el brazo
En cuanto a la estructura narrativa, la autora hace gala de eso que llama “escrituras colindantes” y “el combinar la escritura de la antropología con la ficción”
GUADALAJARA, JALISCO.- Con La frontera más distante (Tusquets), libro que compila más de una decena de relatos cuyos personajes deambulan por los "ominosos y extraños parajes del fin del mundo", la reconocida escritora tamaulipeca Cristina Rivera Garza (Matamoros, 1964) regresa a las estanterías del país y también a la
Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara este próximo primero de diciembre tras una breve ausencia en las últimas ediciones. A esta cita acudirá para hacer la presentación de su última obra en el marco del acontecimiento de mayor relevancia en las letras hispanas.
Rivera Garza cuenta en entrevista telefónica desde la Ciudad de México, que las historias de su último trabajo han sido concebidas bajo una dirección bien definida -el enigma, las situaciones al límite-, aun cuando cada uno de los 11 relatos que se integran a La frontera más distante datan de diversas fechas -cuatro de ellos protagonizados por la detective que apareció en La muerte me da, su anterior publicación-, el más antiguo de 2001. "Son textos que han ido creciendo a la par, a lado de otros libros que he ido publicando en ese tiempo", advierte.
En lo que concierne a la estructura narrativa, la ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2001 hace gala de eso que llama "escrituras colindantes", es decir, textos que se proponen, dentro de sus retos formales, "el combinar la escritura de la antropología con la ficción", por ejemplo.
Aclara que en este libro hay un intento de trabajar con la "frase más ceñida", así como una ardua labor con cuestiones de edición para conseguir una yuxtaposición de cronologías, de tal manera que se puedan formar "atmósferas no demasiado diáfanas" hasta colocarse en "los intersticios de varios géneros", moverse en "la coyuntura de diferentes estilos".
Por el lado del tema de los relatos, dice que "me interesa mucho, viviendo en una época como en la que vivimos, en la que todo se está trastocando y volteando patas para arriba, plantear cómo concluimos las cosas y cómo creamos las fábulas de lo que todavía desconocemos. Más que apreciarlo como una tragedia en el sentido griego del término, hay una curiosidad muy atenta de mi parte hacia lo que sucede con los elementos extraños de la vida que escapan a nuestra capacidad de lectura. La frontera más distante es una invitación a experimentar cuán cercano está todo, incluso lo lejos. Es un recorrido sobre episodios cotidianos vistos como algo que se acaba todos los días, desde el amanecer hasta el anochecer. Y también como una manera de aproximarnos, cada vez más, hacia todo aquello que entendemos cada vez menos".
En La frontera más distante "hay un rango de emoción bastante amplio", dice la autora. Y concluye que el proceso de lectura se cumple cuando se da cuenta de qué tratan sus libros una vez que escucha los comentarios. "Quiero cumplir con un libro que cubra todas las características que yo le adscribo a la literatura: una crítica constante, un juego lúdico y una atención puntual por el entorno".
Rivera Garza cuenta en entrevista telefónica desde la Ciudad de México, que las historias de su último trabajo han sido concebidas bajo una dirección bien definida -el enigma, las situaciones al límite-, aun cuando cada uno de los 11 relatos que se integran a La frontera más distante datan de diversas fechas -cuatro de ellos protagonizados por la detective que apareció en La muerte me da, su anterior publicación-, el más antiguo de 2001. "Son textos que han ido creciendo a la par, a lado de otros libros que he ido publicando en ese tiempo", advierte.
En lo que concierne a la estructura narrativa, la ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz en 2001 hace gala de eso que llama "escrituras colindantes", es decir, textos que se proponen, dentro de sus retos formales, "el combinar la escritura de la antropología con la ficción", por ejemplo.
Aclara que en este libro hay un intento de trabajar con la "frase más ceñida", así como una ardua labor con cuestiones de edición para conseguir una yuxtaposición de cronologías, de tal manera que se puedan formar "atmósferas no demasiado diáfanas" hasta colocarse en "los intersticios de varios géneros", moverse en "la coyuntura de diferentes estilos".
Por el lado del tema de los relatos, dice que "me interesa mucho, viviendo en una época como en la que vivimos, en la que todo se está trastocando y volteando patas para arriba, plantear cómo concluimos las cosas y cómo creamos las fábulas de lo que todavía desconocemos. Más que apreciarlo como una tragedia en el sentido griego del término, hay una curiosidad muy atenta de mi parte hacia lo que sucede con los elementos extraños de la vida que escapan a nuestra capacidad de lectura. La frontera más distante es una invitación a experimentar cuán cercano está todo, incluso lo lejos. Es un recorrido sobre episodios cotidianos vistos como algo que se acaba todos los días, desde el amanecer hasta el anochecer. Y también como una manera de aproximarnos, cada vez más, hacia todo aquello que entendemos cada vez menos".
En La frontera más distante "hay un rango de emoción bastante amplio", dice la autora. Y concluye que el proceso de lectura se cumple cuando se da cuenta de qué tratan sus libros una vez que escucha los comentarios. "Quiero cumplir con un libro que cubra todas las características que yo le adscribo a la literatura: una crítica constante, un juego lúdico y una atención puntual por el entorno".