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Los tres por encima de los “Adolfos”...

De los toros con verdad Por FRANCISCO BARUQUI M.

Madrid.-  El broche de la feria se empieza a cerrar.  Las corridas toristas dan el toque correspondiendo a la de Adolfo Martín, — algunos graciosamente los catalogan como los “victorinos” de los pobres —, la de esta ocasión, y debo decir que esperaba más, toda vez que un gran sector del público salió desencantado.

Desencantado, sí, cuando tanto en presentación como en cuanto a juego el calificativo de “desigual” cabe a la perfección.  Astados de distinto volumen y trapío; de diferentes hechuras, todos bien armados, dos con cabezas para susto, finas y afiladas puntas, que poco galoparon de salida más bien con trote porcino, que acudieron al castigo denotando falta de brío, lo que al salir de los puyazos justificaron la patente flojedad que derivaría en defensa ya en el último tercio.

A la corrida le faltó fondo y transmisión.  Tres parecían que tenían los remos como de plastilina y con otro más presentando complicaciones frenándose, esperando, midiendo y mirando, resultando el sexto el único claro y con son metiendo el morro con estilo, fijeza y clase de ahí…

De ahí, con mucho, el desencanto de que hice mención y que gracias a la disposición excelente de los toreros no se fue por la borda una tarde de la que, insisto y repito, por los toros se esperaba más… Mucho más.

Magnífico momento en el que está El Fundi. Y escribo esto porque cuando los toreros llegan a alcanzar el dominio total del oficio, lo que redunda en un sentido de madurez profesional con técnica y recursos bien asimilados, es cuando precisamente sacan el misterio de su mensaje artístico, de sentimiento, acorde a lo que su expresión de sensibilidad les inspira. Y es éste, ahora mismo, en el que está el maestro de Fuenlabrada.

Pechando con el lote más deslucido, imprimió a su actuación firmeza y determinación, luciendo toreo de poder con el primero, que era para lidiar y matar terminando de estocada tres cuartos caída.  Pitos al toro…

Con el cuarto, al que como a su anterior ni siquiera banderilleó, con empeño y exponiendo sacó varios naturales con la izquierda y ayudados por abajo con la derecha, aunque por ahí se le vencía el burel, intercalando un vistoso afarolado que antecedió al de pecho, cuando se escuchó una voz estentórea del tendido: “¡Vaya ruina, Adolfo…  Vaya ruina!”; todo lo había conseguido la entrega y exposición del Fundi que escuchaba la ovación, y perfilándose en corto y por derecho…  Pero que muy por derecho, con lo soberbio estoqueador que es, atacó dando el pecho, a matar o…  O morir, sepultando la hoja entera en todo lo alto saliendo prendido del talle de manera espeluznante haciendo concebir lo peor y siendo rematado en el piso llevándose el palizón y abierta toda la taleguilla por el frente…  ¡Vaya momento..!  El público todo entregado al torero como el torero se había entregado a él, exigiendo una oreja que fue de ley concedida resultando el triunfador.

Ganándose la substitución de Javier Valverde, volvió el riojano Diego Urdiales pleno de ilusión e intención de lograr un nuevo triunfo pero…  Pero se encontró con la endeblez del segundo con el que brilló de capote plasmando verónicas cadenciosas y templadas rematadas con media para la ovación.  El cárdeno, que fue la capa de todo el sexteto, requería más de caricia que de sometimiento; y así lo entendió Diego al emplearse en toreo a media altura por el derecho aguantando de verdad, tanto, que al quedársele en la mitad del pase, cogiendo el cuerno con la mano al tiempo mismo de dar el toque, guió al burel en el viaje, continuando por el izquierdo, perdiendo la zarga al rematar haciendo que humillara la res.  De media en sitio dobló para que Urdiales saludara merecidamente.

Con el quinto, el que mejor lámina y trapío lució por las hechuras que tenía pero que resultó muy parado, el diestro se empleó con voluntad pero sin lucimiento, cobrando media estocada de metisaca, dos viajes más escuchando un aviso y una media desprendida que bastó y... 

Y, la tenía difícil Talavante luego de su casi ausente actuación anterior en la que como lo escribí, no estuvo, que nada para recordar dejó, pero…  Tenía otra actitud que apareció desde un quite por gaoneras muy ceñidas rematadas con revolera que le valieron las palmas, luciendo luego en lances a pies juntos que se le corearon también luego de cerrar con recorte.  El piquero machacó las vértebras del “Adolfo” que salió del peto mermado y tambaleante, llegando a la muleta parado y frenadón, despenado con estocada entera fácil de ejecución siendo
pitado el toro empero…

Empero, con el que cerró plaza, un toro que tuvo son, recorrido y cadencia, luego de brindar al público, ya lo había sentido y sabía que podía cuajarlo, lo recibió en el centro del platillo dándose en toreo al natural con la zurda en la que el temple y la lentitud brillaron llegándole a los tendidos.  En un momento el astado lo alcanzó derribándolo, asiéndose Alejandro del cuerno para evitar la cornada, y levantándose para continuar por el derecho en una faena plena de valor y aguante, consintiendo y centrando al ejemplar ligándolo en pases despaciosos, rebozándose el torero que se había adueñado del cónclave.  Habiendo hecho gala de sitio y comprensión de las condiciones del cárdeno, cerró su obra con medios pases andándole con torería, y cuando tenía la oreja, se perfiló y dejando ver poca convicción para irse tras del acero, pinchó, — dándome la impresión Talavante que es a veces de esos artistas  que NO ENTRAN A MATAR, SINO…  SINO A VER SI MATAN…—, cobrando entera y dos golpes con la corta de descabellar perdiendo el trofeo que con la muleta bien se había ganado pero que no…  Que no supo cortarlo con la espada.

Saludando ante el batir de palmas del público que agradecía el brindis y la faena, deja otro sabor, muy distinto al que con antelación había dejado, para verle con interés e ilusión alternar el día seis con El Cid y Perera con los de Núñez del Cuvillo.  Cartel sin desperdicios, bien rematado como todos los de la feria de aniversario y…

Y para hoy, los esperados Victorinos, — tal parece que se trata de un corridón —, que cierran la feria con Manuel de Jesús El Cid, — que tantos e importantes triunfos ha conseguido con estos toros —, alternando con Antonio Ferrera y López Chávez.

Suerte en la final para todos… Y no tan solo suerte de la buena sino…  Sino de la mejor.

Correo electrónico: francisco@baruqui.com

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