Deportes
* “Ya la vimos...”
A propósito por Jaime García Elías
Para los técnicos de futbol, los campeonatos son como la casa del jabonero del refrán: en ellos, “el que no cae, resbala”...
(Pregúntenle, si no, a Héctor Medrano).
*
Cuando el Querétaro consiguió el ascenso --el retorno, en su caso-- al circuito máximo del futbol mexicano, Héctor se convirtió en “El Muchacho de la Película”. Sucedió así, entre otras cosas, porque los “Gallos Blancos” no eran los grandes favoritos para conquistar la promoción... Sin embargo, desde el primer momento se hicieron tres advertencias, derivadas de la experiencia de episodios similares. Una, que muchos de los héroes de esa conquista, recibirían como recompensa el desempleo. Otra, que el técnico tendría que someterse a un examen a título de suficiencia especialmente severo. Una más, que el equipo entraría a la danza, obligado a bailar con la más fea.
No tuvo que pasar mucho tiempo para que todas esas previsiones se confirmaran: antes de que la campaña comenzara, los dirigentes del equipo se apresuraron a “reforzarlo”, con el consiguiente sacrificio de varios jugadores que participaron en la campaña que culminó con el ascenso. La paciencia de los dirigentes con respecto a Medrano duró cinco fechas: puesto que el equipo no gana, y puesto que la regla indica que “cuando un equipo se muere, el técnico es el culpable”, Héctor ya fue cesado del cargo. La tercera profecía --llamémosla así a beneficio de inventario-- resplandece en los tabuladores del Torneo de Apertura: en la tabla de promedios, determinante para el descenso, el Querétaro es el equipo más dejado de la mano de Dios.
*
También el siguiente capítulo de la historia resulta previsible: de entre todos los técnicos actualmente en receso (Alfredo Tena, Quirarte, Romano, Yayo de la Torre, Gallego, Pékerman, etc.) que probablemente han estado “zopiloteando” en diferentes plazas, por sí mismos o por medio de sus “representantes”, moviendo sus hilos para recordar a los directivos el extenso catálogo de sus virtudes (“experimentado, trabajador, estudioso...”) y para reiterarles que están a su disposición, irán saliendo los reemplazos que se necesiten: hoy en Querétaro, mañana en el Guadalajara, pasado en el Santos Laguna, más tarde en los “Tigres”, y así sucesivamente.
(En efecto: como cuando se apaga la luz en la sala y aparece el león de la Metro en la pantalla, lo que sigue es el rumor con el viejo chascarrillo: “Vámonos: esta película ya la vimos”).
(Pregúntenle, si no, a Héctor Medrano).
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Cuando el Querétaro consiguió el ascenso --el retorno, en su caso-- al circuito máximo del futbol mexicano, Héctor se convirtió en “El Muchacho de la Película”. Sucedió así, entre otras cosas, porque los “Gallos Blancos” no eran los grandes favoritos para conquistar la promoción... Sin embargo, desde el primer momento se hicieron tres advertencias, derivadas de la experiencia de episodios similares. Una, que muchos de los héroes de esa conquista, recibirían como recompensa el desempleo. Otra, que el técnico tendría que someterse a un examen a título de suficiencia especialmente severo. Una más, que el equipo entraría a la danza, obligado a bailar con la más fea.
No tuvo que pasar mucho tiempo para que todas esas previsiones se confirmaran: antes de que la campaña comenzara, los dirigentes del equipo se apresuraron a “reforzarlo”, con el consiguiente sacrificio de varios jugadores que participaron en la campaña que culminó con el ascenso. La paciencia de los dirigentes con respecto a Medrano duró cinco fechas: puesto que el equipo no gana, y puesto que la regla indica que “cuando un equipo se muere, el técnico es el culpable”, Héctor ya fue cesado del cargo. La tercera profecía --llamémosla así a beneficio de inventario-- resplandece en los tabuladores del Torneo de Apertura: en la tabla de promedios, determinante para el descenso, el Querétaro es el equipo más dejado de la mano de Dios.
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También el siguiente capítulo de la historia resulta previsible: de entre todos los técnicos actualmente en receso (Alfredo Tena, Quirarte, Romano, Yayo de la Torre, Gallego, Pékerman, etc.) que probablemente han estado “zopiloteando” en diferentes plazas, por sí mismos o por medio de sus “representantes”, moviendo sus hilos para recordar a los directivos el extenso catálogo de sus virtudes (“experimentado, trabajador, estudioso...”) y para reiterarles que están a su disposición, irán saliendo los reemplazos que se necesiten: hoy en Querétaro, mañana en el Guadalajara, pasado en el Santos Laguna, más tarde en los “Tigres”, y así sucesivamente.
(En efecto: como cuando se apaga la luz en la sala y aparece el león de la Metro en la pantalla, lo que sigue es el rumor con el viejo chascarrillo: “Vámonos: esta película ya la vimos”).