Cultura
Expresión joven en un metro cuadrado
El Hotel Demetria expone una muestra colectiva en su Feria de Arte Contemporáneo para promover nuevos talentos
GUADALAJARA, JALISCO (13/FEB/2014).- Por segunda ocasión, el Hotel Demetria abre un escaparate para el talento joven tapatío en la Feria de Arte Contemporáneo "Un metro cuadrado" (UN_M2), una muestra de 30 piezas de diferentes artistas que resultaron seleccionados tras un concurso. La exposición se exhibe en el lobby del Demetria y permanecerá montada durante todo febrero.
La primera vez que se llevó a cabo esta convocatoria fue en septiembre de 2012, cuando participaron más de 100 personas. En esta ocasión se inscribieron cerca de 260 y los 30 finalistas fueron elegidos por un jurado interno comandado por el curador radicado en Los Ángeles César García, director en jefe del colectivo The Mistake Room, y quien ha trabajado para el Museo Nacional de Historia y Arte Católicos en Nueva York, entre otros.
Los participantes propusieron una pieza artística con sólo dos requisitos: que sea una obra bidimensional de un metro cuadrado y que el autor tenga entre 18 y 34 años.
"Para nosotros es muy importante promover a estos jóvenes. Queremos dar una plataforma o una ventana que la sociedad pueda disfrutar, donde la gente pueda conocer estas obras y los chavos tengan un lugar donde exponer", platica Alejandra Cordero, coordinadora de medios del Hotel Demetria.
Todas las piezas tienen el mismo precio: 12 mil pesos. Otro de los objetivos es fomentar la compra de arte y el coleccionismo. Las ganancias por la venta de las obras son para los artistas. "Hay una obra ganadora que es el premio de adquisición y que se queda en el hotel, con un premio de 30 mil pesos".
Algunas propuestas
La mayoría de los participantes no son artistas de tiempo completo, platica Cordero. Está el ejemplo de Patricia Lomelí, una arquitecta de 24 años quien ha incursionado en la pintura y en el cine.
Lomelí decidió a entrar al concurso para entrar en contacto directo con los materiales, como lo refleja su pieza en madera y plafón titulada "Descripción gráfica de encuentros y desencuentros de dos amantes".
"La madera ha sido un material que ha acompañado al hombre a lo largo de la historia y se ha venido utilizando para construcciones y muchas cosas. Utilicé plafón para dar una apariencia que simule al concreto y hacer una analogía a lo efímero a partir de algo que quiere durar para siempre".
Ante el encuentro de estos dos materiales tan disímiles, la artista explora el concepto denominado movimiento brownoideo, una suerte de desplazamiento aleatorio que Julio Cortázar utiliza para describir el vuelo azaroso de las moscas en su novela "Rayuela".
Por su parte, Santiago Bautista estudia Animación Digital pero prefiere las expresiones plásticas: "Creo que el arte no tiene límites: puedes usar lo que quieras y hacerlo donde sea. Por lo mismo no creo que las carreras importen. Se puede hacer arte con todo".
Cuando se enteró de la convocatoria de "Un metro cuadrado", estaba trabajando en una serie titulada "Inmensidad", que lo inspiró a realizar su pieza en madera.
"Intenté buscar cómo meter en un metro cuadrado la inmensidad. Al final yo llegué al concepto de la totalidad, un concepto zen que busca la iluminación. Para ellos no hay Dios, sólo la totalidad. Entonces tienes que aumentar tu nivel de conciencia hasta llegar a sentirlo todo. La totalidad es lo que hay en esta obra: no tiene ningún tipo de espacio ni de tiempo".
La diseñadora Karen Oetling lleva un tiempo dedicándose al arte. Ha participado en exposiciones colectivas como la de carteles inspirados en la vida y obra de José Guadalupe Posada, que se llevó a cabo el año pasado en el Museo Nacional de Arte al cumplirse 100 años de su fallecimiento.
"He dibujado y pintado prácticamente desde que tengo memoria", comenta. "En el diseño, respondes más a una necesidad específica. En muchas ocasiones, también al cliente, y a veces vas a crear algo que no precisamente sea tu estilo. En el arte tienes la posibilidad de hacer lo que quieres expresar tú en el mundo".
Su pieza "Oro negro" es una interpretación de la dependencia de la sociedad contemporánea al petróleo, al que representa como un "mar voluminoso" a través de una explosión monocromática en negro sobre la cual flota una pequeña moneda.
"Lejos de la reforma energética, nuestro día a día está realmente dependiendo de este elemento, y entonces se me hace algo importante, un foco de atención (...) sin darnos cuenta seguimos así, y ese sistema va a estallar relativamente pronto".
EL INFORMADOR / BRENDA RAMOS
La primera vez que se llevó a cabo esta convocatoria fue en septiembre de 2012, cuando participaron más de 100 personas. En esta ocasión se inscribieron cerca de 260 y los 30 finalistas fueron elegidos por un jurado interno comandado por el curador radicado en Los Ángeles César García, director en jefe del colectivo The Mistake Room, y quien ha trabajado para el Museo Nacional de Historia y Arte Católicos en Nueva York, entre otros.
Los participantes propusieron una pieza artística con sólo dos requisitos: que sea una obra bidimensional de un metro cuadrado y que el autor tenga entre 18 y 34 años.
"Para nosotros es muy importante promover a estos jóvenes. Queremos dar una plataforma o una ventana que la sociedad pueda disfrutar, donde la gente pueda conocer estas obras y los chavos tengan un lugar donde exponer", platica Alejandra Cordero, coordinadora de medios del Hotel Demetria.
Todas las piezas tienen el mismo precio: 12 mil pesos. Otro de los objetivos es fomentar la compra de arte y el coleccionismo. Las ganancias por la venta de las obras son para los artistas. "Hay una obra ganadora que es el premio de adquisición y que se queda en el hotel, con un premio de 30 mil pesos".
Algunas propuestas
La mayoría de los participantes no son artistas de tiempo completo, platica Cordero. Está el ejemplo de Patricia Lomelí, una arquitecta de 24 años quien ha incursionado en la pintura y en el cine.
Lomelí decidió a entrar al concurso para entrar en contacto directo con los materiales, como lo refleja su pieza en madera y plafón titulada "Descripción gráfica de encuentros y desencuentros de dos amantes".
"La madera ha sido un material que ha acompañado al hombre a lo largo de la historia y se ha venido utilizando para construcciones y muchas cosas. Utilicé plafón para dar una apariencia que simule al concreto y hacer una analogía a lo efímero a partir de algo que quiere durar para siempre".
Ante el encuentro de estos dos materiales tan disímiles, la artista explora el concepto denominado movimiento brownoideo, una suerte de desplazamiento aleatorio que Julio Cortázar utiliza para describir el vuelo azaroso de las moscas en su novela "Rayuela".
Por su parte, Santiago Bautista estudia Animación Digital pero prefiere las expresiones plásticas: "Creo que el arte no tiene límites: puedes usar lo que quieras y hacerlo donde sea. Por lo mismo no creo que las carreras importen. Se puede hacer arte con todo".
Cuando se enteró de la convocatoria de "Un metro cuadrado", estaba trabajando en una serie titulada "Inmensidad", que lo inspiró a realizar su pieza en madera.
"Intenté buscar cómo meter en un metro cuadrado la inmensidad. Al final yo llegué al concepto de la totalidad, un concepto zen que busca la iluminación. Para ellos no hay Dios, sólo la totalidad. Entonces tienes que aumentar tu nivel de conciencia hasta llegar a sentirlo todo. La totalidad es lo que hay en esta obra: no tiene ningún tipo de espacio ni de tiempo".
La diseñadora Karen Oetling lleva un tiempo dedicándose al arte. Ha participado en exposiciones colectivas como la de carteles inspirados en la vida y obra de José Guadalupe Posada, que se llevó a cabo el año pasado en el Museo Nacional de Arte al cumplirse 100 años de su fallecimiento.
"He dibujado y pintado prácticamente desde que tengo memoria", comenta. "En el diseño, respondes más a una necesidad específica. En muchas ocasiones, también al cliente, y a veces vas a crear algo que no precisamente sea tu estilo. En el arte tienes la posibilidad de hacer lo que quieres expresar tú en el mundo".
Su pieza "Oro negro" es una interpretación de la dependencia de la sociedad contemporánea al petróleo, al que representa como un "mar voluminoso" a través de una explosión monocromática en negro sobre la cual flota una pequeña moneda.
"Lejos de la reforma energética, nuestro día a día está realmente dependiendo de este elemento, y entonces se me hace algo importante, un foco de atención (...) sin darnos cuenta seguimos así, y ese sistema va a estallar relativamente pronto".
EL INFORMADOR / BRENDA RAMOS