Cultura

El impacto global de una obra

Benjamín Lara obtiene una medalla de plata en la Bienal de Arquitectura Jalisciense con un edificio amable con el medio ambiente

GUADALAJARA, JALISCO (29/OCT/2011).- El primer edificio en Guadalajara en certificarse en el sistema LEED (acrónimo de Leadership in Energy and Environmental Design) de estándares internacionales en materia de responsabilidad medioambiental y que responde a un diseño escultórico con cinco fachadas, convirtió a Benjamín Lara en el ganador de una medalla de plata en la pasada Bienal de Arquitectura Jalisciense.

Se trata del Corporativo Atmósfera, que a días de ser inaugurado cuenta ya con la aprobación y está a la espera del sello LEED, luego de haber mostrado que reúne el conjunto de normas exigido por el Consejo de la Construcción Verde de Estados Unidos, referentes al uso de energías alternativas, eficiencia en el consumo de agua, desarrollo sostenible y mejora en la calidad ambiental. “Son edificios que hacen algo por el planeta”, explica su autor y entonces cuenta los avatares que él y sus clientes enfrentaron cuando al inicio del proyecto, hace tres años, el país aún “no estaba preparado para recibir un edificio verde”.

Por principio, en la Constitución Mexicana “las normas no permitían producir energía eléctrica propia, ya que todo su manejo estaba en manos del Estado; pero gracias a Dios, el Presidente ha hecho modificaciones importantes y ya cuando menos se pueden hacer concesiones con las dependencias gubernamentales para generarla”.

Abriendo brecha en éste y otros aspectos, la elección del sitio también estuvo sujeta a los estándares LEED que piden que el inmueble se encuentre inserto en una área urbana que cuente con todos y cada uno de los servicios municipales, para evitarle “a la sociedad los costos de abastecimiento de agua, drenajes, luz, etcétera y además no invadir espacios de sembradíos o áreas forestales”. Así que una vez resuelto lo anterior –el edificio se ubica hoy día sobre la Avenida Pablo Neruda de la colonia Providencia–, comenzaron los desafíos del diseño.

“Para la certificación, la cantidad de cajones para los vehículos debe ser la del mínimo reglamentario, no te permiten ni uno más para fomentar otros tipos de transporte”. Por ello, las empresas inquilinas están comprometidas –bajo convenio escrito y firmado– a promover el uso de la bicicleta para los mandados cercanos, los empleados deben compartir automóviles y evitar salidas y trayectos innecesarios, y para ello se les proporcionó un baño con regadera y casilleros en la planta subterránea. Con la premisa de no privilegiar un medio de transporte sobre otro, “todos tienen las mismas posibilidades y los estacionamientos para las bicicletas tienen su espacio junto al de los coches abajo en el garage”.

Entonces vino el tema del micro clima inmediato de su entorno, el cual determinaría varias características, entre otras y además del programa general, la de los materiales y terminados constructivos: “Si las azoteas son las que calientan e irradian el calor que sentimos, porque en realidad las calles al estar sombreadas por los volúmenes de los edificios y los arbolados, no influyen tanto, entonces una de las cosas a cuidar son las superficies que los edificios tienen hacia la atmósfera”. Por eso todas las caras del corporativo están ajardinadas o hechas con materiales naturales, como madera, agua y piedra “que absorben parte de la radiación y no la reflejan”; además, el jardín en la azotea lleva el agua pluvial a una gran cisterna subterránea donde se almacena para su posterior uso y da una gran personalidad a esta quinta fachada.

En tanto que el aislamiento complementario para las laterales, sobre todo las de Oriente-Poniente, se resolvió a través del uso de pieles dobles que protegen el núcleo interior donde se localizan las áreas de trabajo y le dan condiciones térmicas que evitan la necesidad de clima artificial. “Casi todo el edificio se puede ventilar naturalmente –agrega Benjamín– y el aire acondicionado queda solo para ciertos momentos críticos del verano”.

Con los mismos criterios de eficiencia energética, el diseño arquitectónico previó el alcance de la luz natural durante la mayor parte del día. “Las luces se encienden solamente cuando es necesario y están colocadas en líneas que van del centro hacia el exterior para irlas prendiendo en los espacios en los que es necesario cuando va bajando la claridad. Eso te reduce las horas de consumo energético”, y además se trata de focos led que requieren de un número considerablemente bajo de watts.  

Pese a que hoy día levantar un edificio con estas características en nuestro país es complicado y costoso, la diferencia estriba “en el cliente, porque además de ser más allá de lo normal, es una decisión casi de buena onda de alguien que se la juega por su ciudad y por su gente”.

La congruencia

La solicitud de un edificio con las características y los estándares mencionados no fue iniciativa fortuita por parte del cliente que es Atmósfera, la empresa que representa la marca internacional Herman Miller de mobiliario y diseño en Guadalajara. “Sus productos, creados por gente conocida mundialmente, son todo un reto, y la otra parte es su filosofía con el medio ambiente”, explica el arquitecto.

En la actualidad, diversas piezas de la firma están producidas con altos porcentajes de materiales reciclables. “Tú puedes quitarle los componentes a un mueble, cambiarlos o sustituirlos por otros sin desechar el resto, y además los procedimientos de fabricación son muy responsables (en términos  de medio ambiente). Entonces cuando me dijeron ‘Queremos hacer el lugar de exhibición para nuestros muebles’, supe que el espacio debía ser congruente con eso”.

Benjamín aprovechó en ese momento lo aprendido en los viajes a los que ha dedicado una significativa parte de su vida. “He estado en muchos lados, me preocupa lo que está pasando con el planeta y creo que en eso los arquitectos tenemos una gran responsabilidad. No es que los demás (profesionistas) no la tengan, sino que el arquitecto, al manipular el medio, es responsable de cómo lo que hace va impactar a la sociedad en la que está y al planeta en general”.

En el interior del corporativo, los muebles y grifos de baño son de alto ahorro en el consumo de agua y los materiales son certificados: el acero en cuanto a su condición de fundido, las alfombras hechas con materiales reciclados, la madera proveniente de bosques de cultivo. “Al final es un edificio que a mí me gusta mucho porque es congruente con lo que vende”.

Aunado a todo, la estética y libertad espacial que impera en las cuatro plantas de oficinas, fueron elementos que pasaron inadvertidos por el jurado de la pasada Bienal de Arquitectura Jalisciense, dándole el turno a Benjamín Lara de llevarse una medalla de plata.

Ana Guerrerosantos

PARA SABER
Enamorado del arte

Benjamín Lara egresó de la Universidad de Guadalajara en 1988 en donde gozó del privilegio de tener a algunos de los maestros fundadores, como Horst Hartung y Bruno Cadore, “a quienes adopté como mis padres”.

Asegura que siempre ha estado apegado al arte; “alguna vez todo eso fue parte de la arquitectura”.

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