Cultura

Andrés Mérida y Chico Repullo ponen su toque español al Cabañas

Ferviente seguidor de la mezcla artística y de la experimentación plástica, el pintor Andrés Mérida se define a sí mismo como “fusionista”

GUADALAJARA, JALISCO.- Los artistas españoles Andrés Mérida (Cádiz, 1964) y Chico Repullo (Málaga, 1956) dan a conocer a la sociedad tapatía sus respectivas creaciones en pintura y escultura, expuestas en el Instituto Cultural Cabañas, donde los visitantes podrán gozar hasta el próximo 8 de noviembre de un ambiente donde imperan la pasión, la calidez y la fantasía típicas de Andalucía.

Fusión

Ferviente seguidor de la mezcla artística y de la experimentación plástica, el pintor Andrés Mérida se define a sí mismo como “fusionista”. Fiel a sus temáticas de siempre -el flamenco y el mundo taurino, sobre todo-, salidas del folclore andaluz, este artista de proyección internacional ha exportado su particular iconografía por medio mundo. Desde que realizara su primera exposición individual en Málaga en 1994, sus ya emblemáticos toreros y gitanos han adornado las paredes de las galerías más exclusivas de Hong Kong, Praga, Miami o Nueva York.

A pesar de sus continuos proyectos en el extranjero, siempre arrastra orgulloso su condición de andaluz. “Los artistas expresan aquello que les impacta y, en mi caso, se trata de mi cultura”.

Mérida atribuye parte del éxito de su obra a que es “muy colorista”. La crítica ha señalado que “entre la mística del Greco y el etnicismo de Modigliani, con las figuras desfiguradas por una verticalidad gótica en el delirio evanescente de escapar a la realidad, hay una poética del color que vertebra la pintura de Andrés Mérida, una espeleología mineral de la paleta explorando los matices telúricos”.

Este artista gaditano de nacimiento pero afincado en Málaga y formado en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla asegura disfrutar plenamente al combinar su particular universo inconográfico con todo lo que descubre a su paso.

Las 23 piezas de su autoría expuestas en el Instituto Cultural Cabañas dan fe de su especial preocupación por la composición. “Es una de mis bases junto con el color”, afirma.

La figuración es otro de los rasgos que distinguen su obra, pletórica de costumbrismo, con un personal expresionismo, que a veces se permite rozar el surrealismo. Toreros en la angustiosa espera del paseíllo, cantaores rompiendo la noche con sus voces desgarradas; toros eternos, arlequines y ladrones de sueños que escalan con nocturnidad las tapias encaladas de la realidad, muestran un mundo diferente, un universo distinto, el recreado con sus pinceles por Andrés Mérida.

La belleza de lo simple

El escultor Chico Rebullo (José Luis Gutiérrez Rebullo) expone en el Instituto Cultural Cabañas seis obras de las 22 que completan la colección Sinergia Tubular, un conjunto de piezas figurativas de diseño vanguardista elaboradas a partir de una ingeniosa combinación de materiales reciclados.

“El material que utilizo suele ser fibrocemento reforzado, combinado con acero. Algunos aceros son pulidos, hay otros mecanizados. Busco la combinación de materiales y en esta colección lo que he intentado, como casi todos los escultores modernos, es experimentar con materiales alternativos, ya que el tema de la fundición resulta muy costoso”, señala Rebullo.
Las figuras son esculpidas y ensambladas a partir de elementos tubulares, creando diversas formas circulares con una configuración muy aérea que, en ocasiones, parece desafiar la gravedad, resaltando la agresividad de las aristas vivas que se funden en perfecta simbiosis con los elementos curvos.

A nivel artístico, dice dejarse influenciar por la obra de creadores como Chillida, Mariscal o Henry Moore, pero enraizada en los elementos más cotidianos, como la luz, el mar, la playa, el amor, pasando por la economía, la tecnología o el mundo del motor.

Las esculturas de aparente sencillez de Rebullo -“me gusta reivindicar la belleza de lo simple”, dice- sintonizan con el mundo que le rodea y le emociona, sin olvidarse de ponerle música para completar del todo la sinergia entre su vida y obra.

Música y canciones de su juventud, cuando era un muchacho rockero que amaba el deporte hasta el punto que durante gran parte de su vida ha sido profesor de windsurf y squash en negocios que le ayudaron a ir tirando al tiempo que no abandonaba una vocación artística nacida en la escuela, donde ganaba premios de dibujo, modelaba barro y pintaba sin parar. No era extraño; por sus venas corre sangre de artistas: su bisabuela era prima de Pablo Picasso.

Tampoco es casualidad que algunas de sus obras recuerden a las piezas de un motor. Durante años se ha dedicado a restaurar coches antiguos, específicamente los de la década de los sesenta, desde modelos Porshe a Volvo.

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