Viernes, 26 de Abril 2024
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Un viaje a Veracruz del siglo XIX

En la estructura de la novela, Marie, nieta de la protagonista, descubre la historia a partir de las cartas de su abuela

Por: EL INFORMADOR

'Te querré más todavía', se trata de la primera novela de la escritora. ESPECIAL / ESPECIAL

'Te querré más todavía', se trata de la primera novela de la escritora. ESPECIAL / ESPECIAL

GUADALAJARA, JALISCO (09/ABR/2017).- La escritora mexicana Norma Blanco Maasberg publicó su primera novela, “Te querré más todavía”. La trama del libro se remonta al siglo XIX para narrar la historia de Catherine y Charles, franceses que llegan a Veracruz, donde la industria de la vainilla vive su esplendor. Contrasta el ambiente político, el clima duro de la región y las desventuras que acarrea la pasión.

En la estructura de la novela, Marie, nieta de la protagonista, descubre la historia a partir de las cartas de su abuela. Sobre la elección del tema y el lugar, Norma platicó en entrevista:

-El motivo principal es que yo nací en esta región. Empecé a escribir motivada por la nostalgia de salir de allí y al darme cuenta de lo singular del lugar (una colonia fundada por los franceses en el siglo XIX, donde se dio un proceso de hibridación con la cultura local). Comencé a investigar sobre el tema: uno de mis sueños era escribir una novela.

En la Ciudad de México entré a un taller de escritores y retomé el proyecto para hablar de casa, de lo que conozco, de lo que me apasiona.

 Fue un tema personal también, acababa de perder a mi madre y me di cuenta que con esa pérdida no volvería a escuchar sus historias, y quise rescatarlo. Es un conjunto de motivaciones.

-¿Cómo fueron las decisiones para contar la historia con ese formato, con esos personajes?

-Los personajes son ficticios, antes que nada. Si bien parto de anécdotas, también incluyo sentimientos, vivencias, incluso de amigos, situaciones actuales. De pronto en el proceso de escritura nos cuentan cosas y las incluimos, es un proceso de collage.

Algo que supe desde un inicio y que comprobé es que la naturaleza humana, la esencia, las pasiones, no cambian con el tiempo. Viendo la historia uno se da cuenta que en la filosofía, el arte, la literatura… cambian las formas, pero el fondo sigue siendo igual.

Decidí abordar el tema de las pasiones humanas, las pasiones carnales en este caso. Y también esta frustración que tienen los hombres al no conseguir el éxito económico, un vacío interior. Toda esa problemática humana en un contexto particular del trópico, un lugar donde hay desastres naturales constantes.

Eso es una realidad, el lugar existe, hay inundaciones, la gente se sobrepone por el espíritu de lucha. Somos personas que nos levantamos una y otra vez, eso trato de reflejar en la novela.

-De la esencia que mencionas, en literatura se suele decir que hay uno o dos temas desde Homero.  

-Exacto. A veces es difícil tratar de innovar, pero si llega uno a hacerlo es a veces sin percatarse, porque es difícil hacerlo. En este caso mis antecedentes, mis estudios, son en ciencias de la comunicación. Ejercí el periodismo, y lo que me atrae es hacer reportajes de fondo. Siento que el libro es un gran reportaje novelado. Mi objetivo fue recrear la atmósfera del lugar, hago descripciones muy detalladas del paisaje, de la región, del proceso de la vainilla, de la siembra, el secado. Es un reportaje novelado y sazonado por este par de historias paralelas de mujeres distintas en personalidad pero que comparten una pasión, una similitud de que en sus vidas hay una especie de triángulo amoroso.  

-En la novela sobresale la presencia de la vainilla, con esas descripciones de un ambiente que no conocemos a pesar de que el producto nos es muy cotidiano.

-Una de las cosas que me interesaba era hablar del proceso de transculturación, compartir esa historia: si bien la vainilla sí la conocían los totonacas, no la cultivaban como tal, sólo la recolectaban. Al llegar los franceses y asentarse, algunos comenzaron a sembrar caña de azúcar, tabaco. Se enteran por los totonacas de la vainilla y comienzan a recolectarla. Al regresar a Francia algunos se dieron cuenta de que un monje descubrió cómo polinizar las orquídeas artificialmente. La vainilla es una orquídea, así que quisieron intentarlo. Al volver a México compartieron los conocimientos con sus vecinos, los totonacas. La vainilla no dura ni un día abierta, si no llega un insecto a polinizarla no surge la vaina. Estos ramos de 12, 15 flores, se empiezan a polinizar artificialmente y empiezan a dar una gran cantidad de frutos que después son exportados. Este lugar permaneció de alguna manera aislado, la vía de comunicación era fluvial, no llegaba el tren, no tenían carreteras. Es interesante cómo a pesar del aislamiento comercian con Nueva Orleans, con Francia, llega una etapa de prosperidad. También coincidió con todo el campo mexicano, un tiempo de bonanza que se extendió hasta la segunda guerra mundial. 

-¿Qué aprendizaje tuviste al escribir tu primera novela, cuáles son tus proyectos a futuro?

-Un consejo que recibí de un amigo escritor y que pude corroborar: hay que escribir de lo que sabemos, de lo que nos gusta, de lo que nos apasiona, para hacer un buen trabajo. Hacerlo a mí manera, sin perder de vista que la intención es compartir con la gente lo que sucedió con el lugar, mientras nos deleitamos con el aroma de la vainilla. Hoy en día la literatura, lo que está más de moda es escribir frases cortas. Soy de la vieja escuela, me gustan las novelas llenas de descripciones, de personajes. Actualmente escribo otra novela de época, la diferencia es que mis personajes están en la ciudad. He incursionado en cuento, pero lo mío es la novela de época.

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