Lunes, 21 de Octubre 2024
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Pequeño paraíso por siete dólares

La ciudad tiene un plan de creación de infraestructura para ser todavía mas amable con la bicicleta

Por: EL INFORMADOR

Relajado. El trazo de la vía para ciclistas hace disfrutable los paseos.  /

Relajado. El trazo de la vía para ciclistas hace disfrutable los paseos. /

GUADALAJARA, JALISCO (16/FEB/2014).- Huntington Beach, lugar del que no había escuchado nada antes, me lo presentó una amiga mía de la secundaria, quien vive en Fullerton, CA, y me dijo que era la playa donde veraneaba su esposo de chico, además era la playa de los surfistas, así que confié en ella y me lancé a conocerlo, y al llegar vi la típica estampa californiana: la playa con el muelle de madera y al final la fuente de sodas, llena de güeros con poca ropa, músculos marcados.

Estacionamos el carro. El pueblo era muy chico y pintoresco, con su avenida principal, tiendas para surfistas, cafés, tiendas de regalos y restaurantes.

Es increíble ver cómo un lugar chico, como es Huntington Beach, tiene todo tan bien organizado para andar en dos ruedas, la pista por donde van las bicicletas y al final la playa con sus casetas de salvavidas. Al bajar a esa área me encontré con un grupo de ciclistas urbanos, aluciné con lo padre que estaban sus bicicletas. Ellos eran de mediana edad y se me hizo curioso ver gente de esa edad con ese tipo de vehículo.

La playa estaba tranquila, no había mucha gente, supongo que porque era lunes. El día estaba nublado y hacía frío, pero aun así eso no impedía que hubiera mujeres asoleándose, y chicos practicando surf. Quise tocar el agua, lo cual al final me pareció horrible ya que estaba helada, a diferencia del agua de las playas mexicanas. A pesar del clima no se me quitaban las ganas de andar en bici, ya que mi plan desde antes de viajar era pasear sobre dos ruedas porque creo que es un buen momento para estar solo. Rentamos una bici en un local que también funcionaba como tienda de souvenirs, me pedían una identificación americana pero como no tenía, mi amiga me prestó la suya; por siete dólares la hora tomé la que mejor me parecía, así que empecé a andar, no sabía hacia dónde dirigirme. En cualquiera de los dos lados estaba la mancha asfáltica para las bicicletas, así que empecé a pedalear por esa cinta que bordeaba el mar. A unos 45 metros de distancia, del lado derecho, veía casas como sacadas de una serie de televisión, muy bonitas, con las que soñamos algunos, una casa frente al mar, los carros deportivos que hacen juego con esas casas y con jóvenes de bronceado permanente.  Del lado izquierdo el mar y una plataforma petrolífera, la pista bordeaba la PCH ( Pacific Coast Highway) que conecta San Francisco con Los Ángeles y San Diego.

Sintiendo la brisa sobre mi piel, empecé a pensar en que jamás me hubiera imaginado estar en Estados Unidos, porque me habían negado la Visa una vez, pero esa es otra historia, me daba cuenta de la seguridad que sentía al tener un carril trazado solo para bicicletas, lejos de los automóviles y la sorpresa de ver ardillas cruzando mi camino. No estaba saturado, así que se puede andar con tranquilidad, de vez en cuando me rebasa alguno que otro ciclista. Era un ambiente muy relajado. Recorrí, mientras mi mente volaba, alrededor de 17 cuadras hasta que llegue a una zona donde había bombas de petróleo y se terminaban las casas. Ahí di la vuelta y regrese de nuevo al muelle. Como no llevaba reloj, no sabía si ya había pasado la hora que tenía de máximo de tiempo en renta. Hubiera querido seguir andando, pero como mi amiga estaba embarazada no quería hacerla esperar más, así que regresamos la bicicleta, y emprendimos el regreso a Fullerton, no sin antes hacer unas compras.

A PEDALEAR

Ciudad amable con las bicicletas


 Huntington Beach cuenta con senderos de usos múltiples (carriles que son compartidos con los peatones y ciclistas) a lo largo de Pacific Coast Highway desde Warner Avenue hacia Brookhurst Street. La ciudad tiene un plan de creación de infraestructura para ser todavía mas amable con la bicicleta, con siete pistas adicionales, entre ellas una que guiaría a los ciclistas hasta la Reserva ecológica de Bolsa Chica, situada a unos tres kilómetros de la playa, y que es un santuario de aves.

Tapatío

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