Viernes, 26 de Julio 2024
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Cristo es la luz

Presentación del señor

Por: EL INFORMADOR

Repartir tamales el 2 de febrero simboliza compartir la alegría de haber recibido al Niño Jesús.  /

Repartir tamales el 2 de febrero simboliza compartir la alegría de haber recibido al Niño Jesús. /

LA PALABRA DE DIOS

• PRIMERA LECTURA:

Malaquías 3, 1-4


“He aquí que yo envío a mi mensajero. Él preparará el camino delante de mí”.

• SEGUNDA LECTURA:

De la carta a los hebreos 2, 14-18

“Jesús no vino a ayudar a los ángeles, por eso tuvo que hacerse semejante a sus hermanos en todo”.

• EVANGELIO:

San Lucas 2, 22-40

“Este Niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento de muchos en Israel, como signo que provocará contradicción, para que queden al descubierto los pensamientos de todos los corazones”.

• Cuarenta días después


Hoy confluyen en esta fecha las tradiciones de la Iglesia y las propias de nuestra nación; hoy se nos da la luz que ha nacido de lo alto, Cristo el Salvador, y con ello tradicionalmente bendecimos las velas, las candelas, que nos recuerdan lo que Dios nos da con su luz, fiesta de la Candelaria.

Hoy se nos darán los prometidos tamales en pago de la rosca regia que se departió el 6 de enero; la fe, como un don, también es una exigencia, y quién mejor que los que fueron agraciados con el niño en la rosca lo podrán explicar, cuando hoy salden su deuda en la distribución de los tamales.

Estas tradiciones nos deben ayudar a entender lo esencial, llamados a ser testigos de la luz que hemos recibido por nuestra fe, y así vivir la exigencia de la caridad dándonos.

Tradicionalmente al partir la rosca, antes se dejaba también un pedazo para el primer pobre que llegara a pedir ayuda, y de aquí se desprendía el compromiso de los tamales a quien le correspondiera el niño, el 2 de febrero; si Cristo se nos ha dado por nuestra salvación, yo que he recibido a Cristo, simbolizado en el niño, debo darme a los demás en generosidad, para así ser luz por mi fe desde la caridad, y prueba de eso es que soy capaz de compartir dando de comer a los demás.

GUADALAJARA, JALISCO (02/FEB/2014).- En este domingo el culto litúrgico se viste de gala para celebrar la presentación del hijo de Dios en el templo de Jerusalén. Al evangelista San Lucas ha correspondido la gracia de dar a conocer este acontecimiento en el inicio de la vida del Señor Jesús.

María y José, fieles a la ley: “todo primogénito varón será consagrado al Señor y también para ofrecer, como dice la ley, un par de tórtolas o dos pichones”, acuden al templo.

Por la puerta del templo de Jerusalén y al encuentro del sumo sacerdote esos humildes esposos caminaban ante la indiferencia de los demás, pues ignoraban el misterio allí presente.

A José y a María no les obligaba la presentación porque el niño no era hijo de hombre, si, el hijo de Dios consustancial al Padre, pero por obediencia y humildad lo hicieron.

María no debía ser purificada porque concibió no por obra de varón, si no que el Espíritu Santo descendió sobre ella y el niño era hijo del Altísimo y nació siguiendo ella virgen.

Mas la luz del Altísimo llegó a dos almas privilegiadas; a un profeta que vivía esperando al mesías, el Salvador, y así llegó a la ancianidad en firme esperanza, y la profetiza Ana, de 84 años. Ellos sí reconocieron al Salvador.

Simeón tomó al niño y exclamó: “Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo según me lo habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos; luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo Israel”.

Porque Cristo es la luz, en este día el pueblo fiel entra al templo en solemne procesión con una vela (candela) encendida en las manos; es el día solemne de la Candelaria.

Ana, la profetiza, torna entre todos los ahí presentes y les da la alegre noticia de que ese niño es el Rey y Sacerdote, que viene por primera vez al templo para el levantado.

Esta fiesta es para dar gracias al Señor por haber recibido nosotros la luz de Cristo y, como Ana, alumbrar a otros; llevar la alegre noticia de que en medio de todas las angustias y tristezas de este tiempo está entre nosotros el Salvador Dios, cerca, pronto al perdón y a la misericordia

José R. Ramírez M.


ESTE ES EL DÍA


A través de la historia de la humanidad, para muchos de sus miembros, la existencia, presencia y acción de Dios en su vida, lejos de ser una bendición, de traerle el gozo, la paz y felicidad verdaderas, lo han considerado como un estorbo, una carga y hasta como la causa de sus fracasos e infelicidad.

Hay quienes lo manifiestan y difunden, tratando de influenciar en otros y convencerlos de su forma de pensar y de ver las cosas, muchas veces cargados de una gran soberbia y con argumentos y postulados que destilan odio y veneno.

Otros, no reniegan de su fe ni de Dios, pero sí, por conveniencia, temores, respeto humano o hasta vergüenza, no la exteriorizan y prefieren profesar una religiosidad sin vida, basada en ritos. Se dicen cristianos sí, pero su cristianismo no es auténtico porque no abarca todas las áreas de su existencia, y la fe y la vida cristiana o es total o no es tal, no admite parcialidades. El mismo Jesucristo lo proclamó así: "El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama"(Mt.12, 30).

No se puede pues, insistimos, ser cristiano y vivir en la medianía, en la mediocridad, en la tibieza; es una contradicción. El libro del Apocalipsis del Apóstol San Juan, en su capítulo 3, verso 15, lo reitera y advierte al respecto: "Conozco tus obras y no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Pero eres sólo tibio; ni caliente ni frío. Por eso voy a vomitarte de mi boca". ¡Qué advertencia más tremenda!

Por lo demás, el ser cristiano auténtico, es decir, el seguir a Cristo de verdad, es concomitante a sufrir burlas, críticas, vejaciones, desprecios, ofensas, violencia, persecuciones. Así lo anunció el mismo Cristo, cuando Pedro le preguntó qué recompensa recibirían aquellos que habían dejado todo por seguirlo: "Les aseguro que todo aquel que haya dejado casa o hermanos o hermanas o madre o padre o hijos o tierras por mí y por el Evangelio, recibirá en el tiempo presente cien veces más en casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras, junto con persecuciones, y, en el mundo futuro la vida eterna"(Mc. 10, 28-30).

Hoy, pues, hermano(a), es un buen día, para que a ser discípulo de Jesús, a seguirlo, sin importar las consecuencias de ello, ya que lo harás con la fortaleza y el poder de su Espíritu, y no con la tuya propia, con las que enfrentarás lo que se presente y saldrás siempre victorioso, y con ello, entonces sí habrá en tu corazón la paz y el gozo auténticos.

Hoy es el día en el que Él te da una oportunidad de que cambies tu jerarquía de valores y lo pongas en primer lugar, como el centro, la razón y quien le da sentido a tu vida, como lo hizo el anciano Simeón de que nos habla el Evangelio de hoy.

Francisco Javier Cruz Luna

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