Sábado, 20 de Abril 2024
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Jalisco

Para una mayor reinserción, alistan licenciatura virtual en Puente Grande

La Fiscalía de Reinserción Social y la Universidad de Guadalajara trabajan en el proyecto, que se espera esté listo antes de que termine el año

El Informador

La Fiscalía de Reinserción Social y la Universidad de Guadalajara (UdeG) están en los detalles finales para iniciar la primera licenciatura virtual en el complejo penitenciario de Puente Grande. De acuerdo con el titular de esa Fiscalía, Antonio Zamudio Grave, estará lista antes de que concluya la administración en diciembre próximo.

Luis, un interno que ha concluido su secundaria y bachillerato en el penal, asegura que se inscribiría de inmediato. “Estamos esperando alguna licenciatura en línea. Es necesaria. Yo quiero porque me ha ayudado mucho el saber, de alguna manera me ha movido tantas cosas en mi ser, mi pensar, mi sentir. Todo lo que he aprendido aquí”.

Antonio Zamudio expone que ya hay cinco internos de Zapotlán el Grande cursando una licenciatura en línea. “Y tenemos toda la disposición y el apoyo de la UdeG para fomentar su interés por acrecentar ese acervo intelectual que buscamos fomentar en ellos (para una mejor reinserción social). En breve estaremos presentando un proyecto (está por definirse el tipo de carrera)”.

La nueva estrategia de reinserción en Jalisco prioriza un plan de actividades para otorgar beneficios de prelibertad. Y en ese sentido, cada vez más personas se suman para reducir su sentencia. En resumen, la apuesta es brindarles educación, pero también programas de trabajo y deporte.

“Aplicamos esos mismos ejes de reinserción, pero ahora se hace de manera más coordinada con diferentes dependencias, pero también ordenada para que los resultados sean óptimos. No estamos experimentando con temas… es un sistema perfectamente conformado”.

La activación de los presos es general, incluso, para quienes tienen complicaciones para desarrollar actividades físicas. Para ellos están habilitados talleres de ajedrez y dominó, incluso se les permite practicar caminata. Por ejemplo, en el último año, ocho de cada 10 internos del complejo penitenciario han accedido a esa activación. “Eso significa que las personas buscan en el deporte no sólo una distracción sino preocuparse por su salud”.

Más de 3 mil presos reciben educación en Puente Grande

Hoy, los internos pueden estudiar el nivel básico o bachillerato, pero antes de diciembre próximo se incluirá la primera licenciatura virtual. EL INFORMADOR/G. Gallo

Jorge tiene 25 años de edad, y cinco de ellos los ha vivido en prisión. Un familiar suyo lo demandó y su situación legal se agravó tanto que terminó en Puente Grande. El golpe de realidad que recibió en 2012 fue “duro, seco”, pues de un día a otro perdió escuela, su trabajo y la convivencia con sus amigos y parientes.

Como muchos de sus compañeros, Jorge combatió la depresión que le causó el encierro llenando sus días de actividades. Consiguió trabajo en las áreas de deporte y bibliotecas, hasta inició un negocio de venta de bolsas. Pero su verdadera catarsis fue el estudio.

“Me acerqué al área escolar y desde el principio me dieron un excelente trato. Un desarrollo fundamental para mí: desde la atención, la canalización. Noté que le dan seguimiento a cada alumno. Por ejemplo: si faltaba porque tenía visita o cualquier cosa, me mandaban llamar o iban directamente a mi celda: ‘Oye, ¿qué pasó? ¿Estás bien?’”.

Actualmente hay tres mil 036 internos de 12 prisiones estatales que se encuentran recibiendo educación. Desde la más elemental, o alfabetización, hasta bachillerato. Incluso, la Fiscalía de Reinserción Social reporta cinco internos del Centro Integral de Justicia ubicado en Zapotlán el Grande que cursan una licenciatura en línea.

Además de esas herramientas, avaladas por instituciones como la Secretaría de Educación, el Instituto de Formación para el Trabajo y los Centros de Capacitación para el Trabajo Industrial (Cecati), la Fiscalía habilitó un taller de preparación que los mismos internos se encargan de impartir: el “Proyecto Comparte”.

Fue así como Jorge, primer lugar en las evaluaciones del nivel bachillerato, conoció el dibujo arquitectónico. “Tomé los dos cursos y la verdad están muy buenos porque el señor tiene prácticamente toda su vida de arquitecto, y tenía la facilidad de enseñarnos. La paciencia, las escalas, todo”. Su primer acercamiento con la arquitectura le ha sembrado la idea de estudiar una ingeniería.

Además del dibujo, los internos aprenden música, pintura y mecánica.

“Echamos a andar un taller de papiroflexia y uno de pintura que se llama ‘apreciación y estética de la pintura’. Las herramientas las proporciona la misma institución. Y en tanto se hace el trámite nosotros conseguimos padrinos: los mismos compañeros del área de trabajo social, de psicología o la misma Subdirección técnica apoyan”, cuenta el responsable de la Coordinación de Educación en el Sistema Penitenciario, José María Guerra Reynoso.

Hoy suman cinco grupos de internos que reciben talleres de parte de sus propios compañeros; cada uno tiene al menos 25 integrantes. “Ha causado buen impacto a la población, se han interesado bastante en este programa y ahora quienes tienen otro tipo de habilidades ofrecen sus servicios”.

Yoga… ¡en prisión! 

Parecía una propuesta “excelente”: atender la ansiedad que sufren algunos de los internos del complejo penitenciario de Puente Grande con una disciplina que los activa física y mentalmente, y que además reduce el estrés. Las áreas técnicas del penal tocaron base en cada dormitorio y la respuesta fue favorable: decenas de personas accedieron de inmediato a tomar clases de yoga.

“Nos apoyó una persona que nos daba clases en dormitorios especiales, como el dormitorio cero, donde hay algunos enfermos mentales; o en el dormitorio uno, donde hay personas que no pueden salir a convivir con la demás población por ser casos especiales”, explica José María Guerra Reynoso, coordinador de Educación en el Sistema Penitenciario.

Ahora, los primeros en ser invitados a estos talleres son los de reciente ingreso. Y allí, en prisión, hay tres días de la semana que, entre ocho y 10 de la mañana, se imparten estas clases. “Vienen con sus cobijas dobladas para colocarlas en un espacio que les asigna el instructor y se van contentos”.

Seguimiento
La Fiscalía de Reinserción Social lleva el seguimiento de más de cinco mil internos que han recibido su libertad o lograron el beneficio de una libertad anticipada. Todos deben demostrar al Estado que desarrollan una actividad productiva, que están empleados o autoempleados.
Según el fiscal Antonio Zamudio, el índice de reincidencia es “muy bajo”.

Numeralia

3 mil 36 servicios educativos a internos de las prisiones de Jalisco.

Mil 353 capacitaciones laborales.

5 internos cursando licenciatura en línea.

Deportes habilitados
• Futbol.
• Frontón.
• Básquetbol. 
• Voleibol. 
• Lucha libre.
• Gimnasio.
• Box.
• Atletismo. 
• Ajedrez.
• Dominó.
• Otras actividades: Rallys deportivos, torneos de baile urbano, tablas rítmicas, clases de zumba y aeróbics.

 

El 85% de las personas privadas de su libertad también practica algún deporte, como parte de los programas de reinserción. EL INFORMADOR/G. Gallo

Aplican reformas

Desde su aprobación, en octubre de 2012, la Ley de Ejecución de Penas del Estado establece que las personas que se encuentran en prisión deben tener garantizada la educación, la preparación para el trabajo y el deporte como estrategias de reinserción. Lo mismo obliga la Ley Nacional de Ejecución Penal, aprobada en junio de 2016. De esa forma, además de acelerar su proceso para reintegrarse a la sociedad, los internos mantienen su mente ocupada y se evitan problemas.

De hecho, el estatuto local considera al trabajo, la capacitación, la educación, la salud y el deporte como la “base” del sistema penitenciario. Los inspectores generales de cada centro están obligados a coordinar con instituciones académicas, de salud y cultura para garantizar que las personas privadas de su libertad tengan herramientas para una reinserción exitosa.

Y en ese sentido, son cada vez más los internos que deciden integrarse. De acuerdo con la Fiscalía de Reinserción Social, hay actualmente una población físicamente activa de 11 mil 945 personas en el núcleo de prisiones estatales de Puente Grande. Esto es, que 85 de cada 100 internos participan en una de las 12 actividades habilitadas en ese espacio.

Un ejemplo es el Centro de Sentenciados, pues cuenta con un diamante de beisbol que eventualmente es visitado por equipos externos, quienes compiten en partidos amistosos contra una selección equipada y uniformada de internos.

Carlos Antonio Zamudio Grave, fiscal de Reinserción Social, destaca que el “último eslabón en la cadena de seguridad” está bien cubierto al ofrecer un plan de actividades a cada persona recluida.

“En 2017 se establecieron más de tres mil 141 servicios educativos para la población penitenciaria: un 22% de los más de 14 mil internos. Y en el tema de trabajo, estamos hablando de 11 mil 200 personas que tienen una actividad al interior de los centros, tanto en autoempleo como en empleo formal dentro de la Industria Jalisciense de Reinserción Social (Injalreso)”.

Las secretarías de Salud, Trabajo y Cultura de Jalisco, explica, colaboran con la Fiscalía de Reinserción para que quienes están privados de su libertad aprendan oficios que van desde carpintería, plomería y electricidad, hasta pintura y otras expresiones artísticas. Felipe de Jesús, por ejemplo, es el pitcher oficial del equipo de beisbol del Centro de Sentenciados, y además el único artesano de hueso en la prisión.

GUÍA

Dejar de discriminar

En el desarrollo de la glosa ciudadana por su Quinto Informe de Gobierno, el gobernador Aristóteles Sandoval destacó que la estrategia de reinserción social que se aplica en Jalisco tiene como meta que las personas que salen de una cárcel dejen de ser discriminados, y reconoció a los empresarios que les han dado empleo. “Y a los demás, sensibilizarlos para que nos sigan generando condiciones. Es gente que demostró que se puede reinsertar, que tuvo un trabajo, que tuvo disciplina, que cumplió con todo lo que se le establecía y que puede salir, sin duda, a ser una persona productiva en su sociedad”.

Reducen los altercados 

Desde que las dependencias encargadas del deporte, la salud, el trabajo, la educación y la cultura se involucran en el proceso de reinserción social, los pleitos en el interior del núcleo penitenciario han disminuido.

María del Carmen Rodríguez Ruiz, subdirectora técnica de la Comisaría de Prisión Preventiva, expone que al proporcionarles más herramientas de desarrollo, el temperamento de los internos es más tranquilo. “Cuando están ocupados se sienten atendidos y les facilitamos que su familia pueda estar viniendo a verlos, claro que hay una respuesta positiva por parte de ellos y la población se siente tranquila”.

Al tener atención psicológica, de trabajo social y oportunidades de crecimiento intelectual, artístico o deportivo, las personas que se encuentran en prisión maduran y sus probabilidades de reinsertarse en la sociedad crecen.

“En el curso de inducción que les damos, les pedimos que entre ellos se ayuden. Que si se notan deprimidos nos avisen. Ellos son parte importante de avisarnos quiénes no están bien. Trabajamos con ellos en psicología; si están enfermos, en el área médica; si tiene una situación familiar, por medio de Trabajo Social las áreas multidisciplinariamente los apoyamos”.

Para atender los problemas de depresión, el sistema carcelario ofrece cursos de autoestima y los funcionarios acuden diariamente a los dormitorios que, por situaciones especiales, no conviven con el resto de la población. El fin es lograr un exitoso proceso de reinserción para que desaparezcan los estigmas negativos que sufren las personas con antecedentes penales.

Con los diversos programas educativos, deportivos y laborales, autoridades pretenden una mayor reinserción social. EL INFORMADOR/G. Gallo

TESTIMONIOS

“Todo el día ocupado”

Trabajar en lo que sea para mantener su mente ocupada. Esa es la meta de Luis, quien ha vivido 10 de sus 37 años en Puente Grande. Era un “atrabancado” y se sentía “Juan Camaney”. Los señalamientos por robo de auto e intento de homicidio que tiene en contra lo han llevado a un proceso de reinserción al cual, dice, le ha dado la mano.

Desde que despierta, Luis arranca sus actividades. Trabaja en el área de eventos y es una de las personas a cargo de instalar los equipos de sonido cuando se realiza alguna actividad. También realiza cintos piteados, lava y plancha ropa y hasta corta el cabello.

“Procuro estar desocupado a las 10 de la mañana, que a veces hay evento. Ya tengo mi ropa tendida y me regreso, me voy a mi área de eventos (…) Por ahí de las dos de la tarde regreso a mi lista. A veces me salen dos-tres cortes de cabello. Si no, me pongo a bordar mis cintos. Como a las seis de la tarde ando bajando mi ropa, la doblo, la aparto, plancho, voy y entrego… y realizo una llamada a mi familia a ver cómo están mis hijos. Y me regreso a dormir”.

A esas actividades sumó la escuela. Decidió terminar la secundaria y siguió con la preparatoria. “Trato de llevármela tranquila, de mantener la mente bien ocupada para no divagar. Aquí de repente es fácil que la mente se vaya a otro lado”, dice desde el área escolar.

Cuando su realidad lo rebasa, Luis suele pedir apoyo a las áreas de psicología, sabe que allí lo van a atender. “Para mí ha sido personal el querer cambiar, tratar de ser otra persona porque ya me enfadé. Mi manera de pensar es otra. Mis hijos ya están grandes, tengo una nieta y trato de ser feliz con lo que tengo y lo que puedo”.

Por lo mismo, no construye castillos en el cielo ni piensa en qué hará una vez que se le conceda la libertad. Mientras eso sucede, piensa dar los menores problemas posibles.

Adopta el deporte como una terapia

Cristian “cayó” a prisión hace siete años y cinco meses. Lleva la cuenta exacta porque sólo le restan ocho meses para salir. Seis de esos años los ha vivido en el Centro de Sentenciados, espacio en el que adoptó el deporte como terapia para reducir los estragos del encierro.

Comenzó con el futbol, pero las redes de amistad que tejió en la cancha lo llevaron a probar otros deportes. Hoy, es uno de los coordinadores de las selecciones que hay en ese espacio.

“Estoy aquí por robo, por errores que comete uno. De repente te juntas con los amigos que te inclinan hacia otros lados. De eso aprende uno y aquí vamos echándole ganas a la vida. Tratamos siempre de mantenernos activos en el deporte”.

Las autoridades de, comenta, ofrecen cuantas facilidades sean posibles para mejorar su proceso de reinserción. Es así como se explican los guantes, pelotas, bates y uniformes que han ingresado a ese espacio. “Hacemos una solicitud escrita y ahí inicia el proceso”.

El diamante, las canchas de futbol y los equipos de gimnasio, entre otros, son responsabilidad de los mismos habitantes del Centro de Sentenciados. Son ellos quienes mantienen el pasto verde y uniforme. Porque son 14 equipos los que hay en ese centro, y cada uno representa a un dormitorio.

La terapia del deporte que Cristian adquirió en reclusión lo ha llevado a pensar en profesionalizarse. Porque siempre se imaginó estudiando contaduría o derecho, pero hoy se ve en el ramo de la cultura física. “No es de que quiera: lo voy a hacer. Es uno de mis propósitos para el corto plazo: en cuanto esté libre acomodarme afuera y ponerme a estudiar”.

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