Sábado, 21 de Junio 2025

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Vivir en paz

Por: EL INFORMADOR


Es un día en que todos queremos vivir la paz, la bendita paz.

No es tan sólo una bella propuesta, digna de un premio Nobel, es un estilo de vida, un modo de comportarse, es una actitud que conlleva al respeto y a la concordia en las relaciones humanas.

Es que abundan personas con deseos de venganza, con la ira en sus ojos, el odio que envenena su alma, viven atrapados en el deseo de discriminar y segregar a los que parecen estorbar.

Hay gente que no soporta a otros, que mira con desdén y coraje. Poseen una actitud displicente y con aires de grandeza. A los demás se les ve como poca cosa ¡No me importas, ni me interesas!, parecen gritar con su garganta los hombres que viven sumergidos en la intranquilidad.

La paz es una virtud, una gracia que reciben los humildes de corazón, pero también es una lucha, es una consecuencia del empeño por cuidar la armonía con los demás. Es un verdadero rechazo a la violencia y a la falta de respeto.

El hombre de paz quiere vivir en la verdad, no se abraza a la mentira ni mucho menos a la simulación.

La tranquilidad no se conquista con violencia ni con falsas propuestas, se establece a base de acuerdos y concordatos, que son fruto del diálogo y la disposición a ceder.

Es hipócrita la propuesta de justificar la violencia para ir en busca de la paz. La guerra sólo genera más guerra. El odio se nutre de los que tienen sed de venganza.

Si no somos capaces de vivir la paz en nuestra mente, en nuestra conciencia, cómo es que deseamos ir a cosechar paz en las calles, si ni siquiera en la propia cabeza se puede conciliar el sueño.

Es una fantasía pretender promover la paz con los gritos de la rabia y la falta de perdón.

No podemos ser promotores de la tranquilidad, si no la hemos conquistado primero en nuestros corazones.

Qué falsa expectativa es querer la paz en las calles, si no somos capaces de apaciguar la ruptura de la armonía en nuestros hogares.

La gente se emborracha con sus frustraciones y deseos de desquite. Vive embriagada de frustraciones y consolándose en la mugre del consumismo. Pero no es capaz de dormir con la satisfacción de amar y de respetar a los demás.

Falta tolerancia y comprensión a las diferencias de ser y de pensar.

Nos falta perdonar los errores que todos cometemos.

Clemencia, compasión y misericordia son indispensables para ser auténticos portadores de la bandera de la paz.

Que no sea tan sólo una desgastada frase de fin de año. Que sea más que un deseo. Una verdadera actitud. Un sincero modo de tratar a los demás.

Nada justifica la violencia y el odio. No debemos permitirnos el influjo de ideas perversas que nos orillen a ofender y hacer sufrir a los demás.

La paz, la bendita paz, responde a la regla de oro. Haz al otro lo que quieres que te hagan a ti.

¡Felicidades!

GUILLERMO DELLAMARY / Filósofo y psicólogo.

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