Martes, 15 de Julio 2025

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Una obra de Emile James

Por: EL INFORMADOR


El Fondo de Cultura Económica, en su programa de reimpresiones, acaba de publicar la “Historia del Pensamiento Económico del Siglo XX”, de Emile James, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de París y de la Escuela Práctica de Estudios Superiores.

La personalidad y experiencia del profesor James están plenamente justificadas. El libro que comentamos es producto de su larga práctica docente que se inició en 1923 como encargado del curso en la Universidad de Toulouse.

Se ha destacado como conferencista en muchos países. A México ha venido a sustentar cursillos en la Escuela Nacional de Economía de la Universidad Nacional.

La formación humanista y experiencia de la vida que se traslucen en toda la obra de James se encuentran quizá del modo más palpable en este libro que, por cierto, desde hacía tiempo estaba completamente agotado.

Como se recordará, su primera edición data de 1957 y la versión española se debe a Enrique González Pedrero y a Julieta Campos de González Pedrero.

Emile James, en este libro, incluye toda la corriente doctrinaria de la ciencia económica. La primera parte comprende de 1900 a la Teoría General de Keynes. En la segunda, se ocupa de estudiar desde John M. Keynes (1936) hasta los comienzos de la década de los cincuenta.

James, con hábil didáctica, se plantea cuestiones fundamentales acerca del desarrollo de la disciplina económica. Hacia el año 1870 señala la presencia de tres grandes precursores partidarios de la reconstrucción del pensamiento clásico. Su intención se basaba en establecer leyes económicas comprobables en cualquier estructura. Pero para ese trabajo de reconstrucción se creyó necesario situar las nuevas investigaciones en un nivel más elevado de abstracción. Esos tres pioneros fueron: Carl Menger, Stanley Jevons y León Walras, quienes se dedicaron a efectuar estudios de “economía pura”; se preguntaron qué leyes fundamentales presidían la formación del valor y de los precios, y la distribución de los ingresos, si se suponía al hombre movido por el “principio hedonístico”, es decir, por la búsqueda racional de su interés bien entendido.

Los marginalistas vieneses afirmaron que el valor dependía de la utilidad marginal, que los bienes indirectos obtenían su valor de los bienes directos, que los ingresos eran los precios de los factores de la producción y que, por tanto, estaban sometidos a las leyes ordinarias de precios. Walras, explica James, sostuvo que, en un mercado de competencia perfecta, el precio dependería de la intensidad de la última necesidad y la demanda, y que, en el conjunto de la economía, la competencia aseguraría la igualación del precio de los productos y de los factores de la producción.

Pero tanto los marginalistas como los técnicos del equilibrio siguieron siendo objeto de discusión. Tanto más, ya que no daban respuesta clara a los problemas de organización social. Puede concluirse que la unanimidad entre los economistas no era mucho más notable que en los últimos tiempos. La diferencia entre 1900 y los últimos años no se debe a la desaparición de una ortodoxia, sino más bien a la naturaleza de las principales preocupaciones.

MANUEL LÓPEZ DE LA PARRA / Periodista.
Correo electrónico: loppra@economia.unam.mx

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