Sábado, 19 de Julio 2025

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Un ave prodigiosa

Por: EL INFORMADOR

Ayer... y hoy

 

ADOLFO MARTÍNEZ LÓPEZ

 


 

Inicio este artículo con una parte de la obra de la poetisa tapatía Guadalupe Morfín, cuando alborozada exclamó:

“Tiende, mujer, el mantel de colores

mira que el pan sea tibio

y abiertas las flores.

Pon sobre la terraza tus amores

y brinca con el Sol,

pues ha vuelto a cantar tu colibrí”.

Ya que me voy a referir nuevamente al animalito que a pesar de su aparente fragilidad vuela más rápido que el pensamiento, pareciendo que el papel que le asignó la Naturaleza fue volar y es tal esta destreza que no hay nada en el mundo relativo al vuelo que no pueda hacer, ya que haciendo gala de su ligereza en tan sólo 20 milisegundos puede acelerar, esquivar, virar, ascender en oblicuo y vertical, volar en picada que parece de suicida, se mantiene ondulado o inmóvil en el aire.

Son de los pájaros que pueden volar hacia atrás, hacia adelante y a los lados como si fueran helicópteros y describe amplias evoluciones virando en redondo en un pedacito de aire, en fin, es un virtuoso del vuelo, convirtiéndose así en “El rey de los volátiles”.

 

El pájaro que nunca camina

 

Para su desgracia, el único momento de torpeza que tiene es cuando quiere posarse en el suelo o caminar, pues sus patitas delgadas y débiles y sus dedos cortos y más débiles aun no se lo permiten, por eso rara vez desciende al suelo, de ahí que se le conozca como “El pájaro que nunca camina”, pero volando es una de las aves más rápidas de la Tierra, gracias a sus plumas remeras y el uso de la cola como timón o freno que la abre como abanico y puede elevarse como relámpago.

 

Ave de sutil plumaje

 

Dicen que al ave se le identifica por su plumaje, y esto se comprueba en el colibrí o chuparrosa, pequeño bólido de la Naturaleza, ya que sus plumas brillantemente coloreadas lo hacen el símbolo de la belleza, pues sus plumas reflejan y difractan la luz haciendo que brille con irisaciones, pareciendo una pompa de jabón o una mancha de petróleo flotando en el agua, rivalizando sus destellos con el brillo del Sol, produciendo un espectro de colores: zafiro, rubí, oro, y las verdes iridiscentes derivando del dorado al violeta, del rojo encendido al rojo claro y al amarillo, pasando por al anaranjado y esa coloración flamígera, de tonalidad lumínica lo hace aparecer como si fuera pájaro de metal, haciendo que ese hermoso plumaje sea suficiente para que también se le llame “El ave de mil plumas”, a pesar de que sólo tiene la décima parte de las plumas que tiene un pollo y sin embargo, parecen “relucientes fragmentos de arco iris”.

ADOLFO MARTÍNEZ LÓPEZ / Escritor.

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