Lunes, 23 de Junio 2025

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Trigo sin paja

Por: EL INFORMADOR

Temas para reflexionar

Hay actitudes humanas que no se explican sino por viejas heridas que no han sido del todo restañadas. El quisquilloso orgullo de los niños cuando se sienten heridos llega a desencadenar con el tiempo verdaderas tormentas interiores, producidas por complejos depresivos, y en ocasiones, actitudes agresivas que no se entienden sino por viejos resentimientos... Tal es el caso de un hombre emblemático de la Revolución Francesa, Maximilien Robespierre —el incorruptible—, el cual, siendo muy niño, fue comisionado para que representara a su escuela ante los monarcas franceses que pasarían por Arras, su pueblo natal. Pero el tiempo inclemente y la lluvia impidieron que los reyes se detuvieran allí, y el pequeño Robespierre quedóse parado a la puerta de su escuela con el pliego de bienvenida en las manos, transido de frío y empapado por la lluvia... Para aquel pequeño orgulloso que más tarde no perdonaría la más leve descortesía a su persona, el suceso de Arras en su infancia hirió profundamente su sensibilidad, y le h
izo destilar veneno y odio contra todo lo que ostentara timbres de nobleza. Y aquella ofensa casual arraigó tan profundamente en su subconsciente de resentido, que no descansó hasta hacer subir a Luis XVI y María Antonieta al cadalso para ser guillotinados. El oscuro caldo del subconsciente, en muchos explica la conducta de los hombres.

En las estadísticas, el cuadro desolador de las edades, de los tiempos. En el vértice, hombres que frisan los 90 años en la vida y medio siglo en el oficio. Los mismos rostros, los mismos nombres, la reelección indefinida, el poder sindical como hipnosis enfermiza, el reparto de las parcelas mediante escrituras que dan la posesión para siempre. Y más allá del asco, la lección. Estos líderes se saltaron impunemente una generación y aún vislumbran otra reelección hasta que el cuerpo aguante. “Brega de eternidades”. No fueron, ni serán capaces de crear un clima para el relevo, para la sucesión, para reclutar a los mejores; para evitar el estallamiento previsible.

En todos los medios sociales y políticos, es visible el desencanto de una juventud que se quedó sin paradigmas.

Mi biblioteca es el templo donde leo y oigo música para recobrar mi orden interno, mi sintaxis personal. En ella entiendo que toda la belleza del mundo está en la correspondencia del ser consigo mismo y con todo lo demás. En ella están los libros que he acumulado a lo largo de muchos años, y que hoy releo con la misma unción con la que un avaro cuenta su oro.

Los llamados “espíritus amplios” y los talentos reconocidos, han solido ser en nuestra historia los que primero se apresuran a ofrecer su respaldo a las iniquidades triunfantes. En la amplitud de espíritu de los fariseos cabe todo: cabe el mal mientras más insolente se muestra, y cabe con desahogo el bien cuando ya no hay ningún riesgo en alojarlo; mejor aún si en vez de riesgo, el reconocimiento del bien reporta ventajas.

Hay casos en los que el perdón es sólo relajamiento de la voluntad. El perdón puro debe ser la libre expresión del albedrío. Cuando el perdón se otorga por presiones externas, ya no es grandeza, sino doblegamiento culpable.

FLAVIO ROMERO DE VELASCO / Licenciado en Derecho y en Filosofía y Letras.
Correo electrónico: r_develasco22@hotmail.com

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