Jueves, 25 de Abril 2024

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Transporte público reprobado por NORBERTO ÁLVAREZ ROMO

Columna Transporte público reprobado por NORBERTO ÁLVAREZ ROMO

Por: EL INFORMADOR

En los últimos años nos ha llegado la moda, o manía, por hacer encuestas sobre todo lo habido y por haber. Para los mercadólogos, politólogos, académicos y comunicólogos la “encuesta” se ha vuelto el termómetro de la opinión y voluntad pública; les sirve para saber de lo que la gente piensa, quiere (o no quiere) y en qué cosas está dispuesta a invertir su tiempo, dinero y esfuerzo.
Cada vez que llega la hora de aumentar los precios a pagar por los servicios públicos, surgen siempre las mismas preguntas, inquietudes y discusiones. ¿Realmente lo valen la calidad y la eficacia de lo que se brinda? ¿Quiénes son los verdaderos beneficiados, los que dan el dinero o los que lo reciben?
Se supone que en el sistema de mercado, el precio se fija por el equilibrio que encuentra el juego entre la oferta y la demanda; y las competencias entre quienes reciben o quienes dan. Cuando no hay competencia, hay incompetencia.
Cuando no rige el mercado, quienes tienen el control político lo fijan a su mejor entender y querer. Éste es el caso del transporte público en Jalisco; cae única y exclusivamente sobre la voluntad del Gobierno en turno decidir cuánto vale, cuánto se debe pagar. A los usuarios y a los proveedores del servicio toca solamente acatar y aguantarse; al menos que ejerzan influencias extraordinarias sobre quien se sienta en la silla gubernamental. Esto es algo para lo que también sirven las encuestas hoy día.
Recientemente se han efectuado una serie de investigaciones sobre la opinión y los deseos de la gente sobre los problemas de movilidad en general, y en particular el servicio de los camiones del transporte público en la Zona Metropolitana de Guadalajara. En lo general se considera que los problemas de tráfico están llegando a proporciones inaguantables, y que los servicios del tren ligero y el Pretren, aunque sean lo mejor que tenemos, son insuficientes para lo que la ciudad demanda.
En lo particular, en cuanto a los camiones y midibuses se refiere, se les ha evaluado en varios temas: Rapidez de traslado, frecuencia de paso de las unidades, costo de pasaje, aspecto y comodidad en las unidades, aspecto y presentación del conductor, limpieza de la unidad, trato de los operadores, seguridad, forma de conducir del operador, puntualidad, equipamiento de paradas y respeto a los pasajeros en las subidas y bajadas. Sin sorprender a nadie, las calificaciones median entre 4.5 y 5.9; ni siquiera pasan de panzazo.
Una vez más, las encuestas nos confirman lo que dicen quienes estudian el tema del bienestar y descontento en la vida cotidiana de las sociedades modernas: Han encontrado que nuestro principal mal urbano lo sufrimos en la tormentosa experiencia de trasladarnos de algún lugar a otro de nuestra ciudad haciendo particularmente uso del transporte público.
Si el sentido de la vida es vivirla felizmente, entonces a los habitantes urbanos nos falta evidentemente algo que enderece aquello que no estamos haciendo bien para el bien común; nos está fallando el sentido verdadero de comunidad urbana. Si seguimos suponiendo complacientemente que ésa es responsabilidad de los funcionarios públicos, entonces estaremos condenados a la farsa de que los pueblos tienen el transporte público que merecen; o que el transporte público es el reflejo de la sociedad que lo impulsa. En ese sentido, estaríamos reprobados todos.

NORBERTO ÁLVAREZ ROMO / Presidente de Ecometrópolis, A.C.
Correo electrónico: nar@megared.net.mx

EL INFORMADOR 05-02-08 IJALH

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